3/3/12

Migracion de peso

En un antiguo lecho de un lago,
situado en el Parque Nacional de El
Valle de la Muerte al este de California,
USA; ocurre una extraña migración.
Rocas de todo tipo, que hasta pueden
llegar a pesar 380 kilogramos, navegan
plácidamente sobre un terreno
perfectamente plano.
El fantasmagórico acto se sabe ocurre,
por los rastros acanalados que dejan
estas rocas a su paso, como la estela
de un avión a chorro.
Cada uno de estos surcos en la tierra,
son las crónicas de los viajes que
ciertas rocas parecen emprender por
voluntad propia y cuya evidencia de
sus movimientos son las pistas que
dejan marcadas en el barro, que van
desde unos pocos centímetros hasta
casi un kilometro de distancia. Más
sorprendente aun, son las
“personalidades” de algunas pistas,
algunas van en líneas rectas, como si
trataran de huir, pero en cámara lenta,
de un depredador; mientras que otras
pistas, revelan piedras que parecieran
no decidirse por completo que rumbo
tomar y tienen un vaivén de paso ebrio
sobre arcos sinuosos.
A pesar de tener más de un siglo de
observación y de no ser un fenómeno
nuevo, sobre el cual ya pesan varias
investigaciones científicas, este curioso
fenómeno ha confundido a la
comunidad geológica y los visitantes
del parque por igual. Hasta el día de
hoy, nadie ha visto nunca el
movimiento rocas.
Pero en lugar de los testigos
presenciales, un sinnúmero de teorías
se han presentado en los últimos años
en un esfuerzo por explicar las
razones de las migraciones.
El deslizamiento o migración de estas
rocas está confinada a la aptamente
llamada zona de Playa Hipódromo.
Entre las teorías que se manejaron
inicialmente, es el de un simple
deslizamiento por una ligerísima
pendiente, a paso gradual, por la
fuerza de la gravedad. Pero esta teoría
fue descartada cuando se reveló que el
extremo norte de la playa es en
realidad varios centímetros más alto
que el extremo sur y que la mayoría de
las rocas, de hecho, viajaban a cuesta
arriba!
Aunque nadie ha sido capaz de
identificar de manera concluyente que
hace mover las rocas, debe haber una
solución del misterio. En los últimos
diez años, la Dra. Paula Messina,
profesora de geología en la
Universidad Estatal de San José en
California, ha hecho su reto entender
lo que ha desconcertado a los
geólogos desde hace décadas. "Es
interesante que nadie las ha visto
moverse, así que soy una especie de
detective para ver lo que realmente
está pasando aquí", dice el Dr.
Messina.
Muchos científicos han dedicado gran
parte de sus carreras a las “rocas de
carreras”, pero por la lejanía de la
zona, y por ser un desierto brutal de
temperaturas extremas, mantienen
limitados sus investigaciones y
observaciones. Pero ahora, gracias a la
tecnología de geolocalización y
navegación satelital de GPS, la Dra.
Messina fue la primera en aplicarla
para los estudios de este fenómeno.
En 1996, armado con una unidad GPS
de mano, ella creó un mapa digital de
la ubicación de cada una de las 162
rocas esparcidas por la playa. Con esta
tecnología, al cabo de sólo diez días se
pudo tener un mapa preciso de toda
la red de piedras migratorias y sus
canales. Un impresionante total de casi
97 kilómetros de evidencia. De esta
manera se ha conseguido trazar los
movimientos de cada roca, recogiendo
los puntos de longitud y latitud de
cada uno.
Acumulando datos de los movimientos
con los cambios de clima de la zona, se
ha encontrado que dos componentes
son esenciales para que las rocas se
desplacen: el viento y el agua. Las
feroces tormentas de invierno que
bajan de las montañas al parecer son
parte de la formula.
La superficie de la Playa está formado
por sedimentos de arcilla muy fina que
se vuelven extremadamente
resbaladizos cuando está mojado.
Sumándose a esto, están los vientos
fuertes que puede rastrillar la Playa a
70 kilómetros por hora. Pero a veces,
los vientos más pequeños pueden
poner las rocas en movimiento. La
explicación de esto radica en su teoría,
que vincula el viento y el agua con otro
elemento: las bacterias.
Después de períodos de lluvia, las
bacterias que duermen en la playa
comienzan a “revivir” y multiplicarse. A
medida que crecen, salen largos
filamentos, como cabellos, que
producen una película resbaladiza que
daría marcha a los viajes etéreos de
estas piedras. "Las superficies ásperas
de la piedra natural requieren de
tremendas fuerzas para moverlas, por
muy ligeras de peso que sean," ella
dice."Pero si la superficie es
extremadamente lisa, como cabría
esperar de una capa bio-geológicas,
entonces hasta la mayor de las rocas
podrían ser propulsado por un
pequeño empujón del viento.
Un efecto similar permite al caracol de
jardín deslizarse al segregar una
substancia lubricante que le permite
llevar su peso y el de su concha, sobre
cualquier terreno con el más ínfimo
uso de energía. Así sería el efecto de
las bacterias en las rocas, al crear esta
capa tan deslizante como el teflón de
un sartén de cocinar.
En la ciencia, las hipótesis se basan a
menudo en la lógica. Pero con los
años, la Dra. Messina ha descubierto
que en el Hipódromo, la lógica misma,
con frecuencia, debe ser arrojado al
viento. "Algunas de las rocas han
hecho algunas cosas muy fuera de lo
imaginado", dice.
En su análisis inicial, la hipótesis
estipularía muy lógicamente, que las
piedras más grandes y más pesadas
viajarían distancias más cortas y las
rocas más pequeñas irían a parar más
lejos. También parece razonable que
las más pesadas piedras angulares (las
mas cuadradas) dejaría senderos
rectos y que las rocas mas redondas se
moverían más erráticamente siguiendo
los contornos aerodinámicos de las
mismas.
La realidad fue otra, y lo que se
descubrió la sorprendió. "Yo estaba
analizando los números y encontré
que no había absolutamente ninguna
correlación entre el tamaño y la forma
de las rocas y sus senderos. No había
ninguna prueba, por lo que este fue
uno de los grandes misterios para mí."
Lo que aparece como un terreno plano
y uniforme, es en realidad, un mosaico
de microclimas. En la parte sureste de
la playa, el viento se canaliza a través
de un paso bajo en las montañas,
formando un túnel de viento natural.
Aquí es donde los senderos mas largos
y rectos se concentran. En la parte
central de la playa, dos túneles de
viento natural convergen desde
distintas direcciones, creando
turbulencias. Es en esta área que los
senderos de roca son las más
complicadas. "Lo que creo que está
pasando", propone la Dra. Messina,
"es la topografía circundante es
realmente lo que está guiando las
rocas y decirles a dónde ir."
Algunas personas han sugerido
colocar transmisores de radio a las
rocas o levantar las cámaras para su
captura "en el acto" con el fin de poner
fin a la especulación. Pero, como el
Parque Nacional del Valle de la Muerte
es 95% designado desierto, toda la
investigación en el parque no debe ser
invasivo. Está prohibido construir
cualquier estructura permanente o
instrumentación. Además, nadie está
autorizado en la playa cuando está
mojado, ya que cada huella que deja
una cicatriz indeleble.
Según la Dr. Messina, sobre su trabajo
detectivesco: "La gente con frecuencia
me preguntan si quiero ver las rocas
en la acción y honestamente puedo
responder que no,". "La ciencia tiene
que ver con la búsqueda del
conocimiento, y no necesariamente
conoce todas las respuestas. Parte del
atractivo de este lugar es su misterio.
Está bien conmigo si sigue siendo así."