Mostrando entradas con la etiqueta futuro. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta futuro. Mostrar todas las entradas

26/2/14

Bertolt Brecht: “A los hombre futuros” (III)

Vosotros, que surgiréis del marasmo
en el que nosotros nos hemos
hundido,
cuando habléis de nuestras
debilidades,
pensad también en los tiempos
sombríos
de los que os habéis escapado.
Cambiábamos de país como de
zapatos
a través de las guerras de clases, y
nos desesperábamos
donde solo había injusticia y nadie se
alzaba contra ella.
Y, sin embargo, sabíamos
que también el odio contra la bajeza
desfigura la cara.
También la ira contra la injusticia
pone ronca la voz. Desgraciadamente,
nosotros,
que queríamos preparar el camino
para la amabilidad
no pudimos ser amables.
Pero vosotros, cuando lleguen los
tiempos
en que el hombre sea amigo del
hombre,
pensad en nosotros
con indulgencia.

Bertolt Brecht: “A los hombre
futuros” (y III), de “Poesías escritas
durante el exilio” (1933-1947)

Imagen: “La torre de Babel” (1563),
de Pieter Brueghel El Viejo, detalle.

Bertolt Brecht: “A los hombre futuros” (II)

Llegué a las ciudades en tiempos del
desorden,
cuando el hambre reinaba.
Me mezclé entre los hombres en
tiempos de rebeldía
y me rebelé con ellos.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.
Mi pan lo comí entre batalla y
batalla.
Entre los asesinos dormí.
Hice el amor sin prestarle atención
y contemplé la naturaleza con
impaciencia.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.
En mis tiempos, las calles
desembocaban en pantanos.
La palabra me traicionaba al verdugo.
Poco podía yo. Y los poderosos
se sentían más tranquilos, sin mí. Lo
sabía.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.
Escasas eran las fuerzas. La meta
estaba muy lejos aún.
Ya se podía ver claramente, aunque
para mí
fuera casi inalcanzable.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.

Bertolt Brecht: “A los hombre
futuros” (II), de “Poesías escritas
durante el exilio” (1933-1947)

Bertolt Brecht: “A los hombre futuros” (I)

Verdaderamente, vivo en tiempos
sombríos.
Es insensata la palabra ingenua. Una
frente lisa
revela insensibilidad. El que ríe
es que no ha oído aún la noticia
terrible,
aún no le ha llegado.
¡Qué tiempos estos en que
hablar sobre árboles es casi un
crimen
porque supone callar sobre tantas
alevosías!
Ese hombre que va tranquilamente
por la calle
¿lo encontrarán sus amigos
cuando lo necesiten?
Es cierto que aún me gano la vida
Pero, creedme, es pura casualidad.
Nada
de lo que hago me da derecho a
hartarme.
Por casualidad me he librado. (Si mi
suerte acabara,
estaría perdido).
Me dicen: “¡Come y bebe! ¡Goza de lo
que tienes!”
Pero ¿cómo puedo comer y beber
si al hambriento le quito lo que como
y mi vaso de agua le hace falta al
sediento?
Y, sin embargo, como y bebo.
Me gustaría ser sabio también.
Los viejos libros explican la sabiduría:
apartarse de las luchas del mundo y
transcurrir
sin inquietudes nuestro breve
tiempo.
Librarse de la violencia.
dar bien por mal,
no satisfacer los deseos y hasta
olvidarlos: tal es la sabiduría.
Pero yo no puedo hacer nada de esto:
verdaderamente, vivo en tiempos
sombríos.

Bertolt Brecht: “A los hombre
futuros” (I), de “Poesías escritas
durante el exilio” (1933-1947)

14/10/12

Un angel de esperanza

Soy mama de dos niñitas de 12 y
10 años y de Alfredo de 7. En mis
círculos, Alfredo es famoso por
dos cosas: tremendamente
tremendo y tremendamente
simpático. Sus máximos héroes
son Juan Arango, Cristiano
Ronaldo y Messi, en ese orden.
Acaba de empezar primer grado.
La emoción más grande de
Alfredo en su nueva aventura
escolar era usar la cantina y
comprar con los grandes; se
compró un portamonedas más
grande que su bolsillo y fue lo
primero que metió en el bulto
tremendamente grande que
escogió para primer grado.
Todos los días le dábamos
alguito para la cantina. Una tarde
que lo busco para el futbol se
monta en el carro rojo, sudando
y muerto de sed. Le pregunté por
qué no se había comprado nada
y me contesta “Ma yo no ha
gastado nada desde que empezó
el colegio, estoy ahorrando para
comprar la gorra de Capriles”. Se
me arrugó el corazón, cuando
revisé el portamonedas ahí
estaban efectivamente sus
billeticos de 20, 10 y 2 arrugados.
Finalmente, con “ayuda” de todos
en la casa Alfredo reunió los 100
que necesitaba: un billete de 50,
uno de 20, dos de 10, tres de 2 y
cuatro monedas de 1. Durante
dos días contó y recontó, feliz de
tener los 100 completos; el
sábado 10 am ya estábamos
camino a Los Naranjos a
comprar la gorra, Alfredo en un
estado de emoción absoluto. Nos
bajamos del carro billetera en
mano, se acerca al stand de
Primero Justicia y dice “Sra. por
favor dame una gorra de
Capriles” mientras sacaba
orgullosamente sus ahorros. Casi
me muero cuando la señora dijo
que no le quedaban, pero otra
señora que estaba oyendo, se
quitó su gorra, la puso en la
mesa y dijo como si nada “Ay
mira papi, aquí está la última que
nos quedaba….” Solo en
Venezuela!
De ahí en adelante, la gorra se
convirtió en una extensión de
Alfredo, la usaba hacia atrás para
jugar futbol, de frente para jugar
tenis, se dormía con la gorra y se
la ponía apenas se despertaba.
En el carro iba con la gorra hasta
que se tenía que bajar al colegio
y lo primero que se ponía al
llegar a la casa. Alfredo jugaba
Playstation, Wii y buscaba videos
en Youtube con la gorra puesta.
Se la pedimos prestada para ir a
la marcha y primero la marcó
por si acaso se nos perdía…
En realidad no fue la gorra sino
el significado de la gorra:
esperanza y lucha encarnadas en
un gran líder. Me impresionó ver
como Alfredo empezó a seguir la
campaña del flaco (le parecía
ofensivo usar “el flaco” decía
Henrique Capriles con todo
respeto), aprendió de cada
partido político que lo
respaldaba, de la MUD, contaba
los pendones en la calle, oía
conmigo las entrevistas de radio
en el carro y no se perdía un
cierre de campaña. Gracias al
flaco Alfredo aprendió más de lo
que yo o el colegio le
hubiésemos podido enseñar:
aprendió geografía de Venezuela
(el día que pasó de Mérida a
Anzoátegui se impresionó por el
recorrido, decía que el autobús
gastaba full gasolina), entendió
que en Venezuela somos
muchos, que no somos todos
iguales pero que tenemos que
tratar de ser todos iguales,
entendió que la violencia es
mala, que las clínicas hay que
arreglarlas para que la gente
enferma se cure; llegó a conocer
tanto el mensaje de Henrique
Capriles que cuando nos
sentábamos todos a ver algún
cierre, nos mandaba a callar y
nos decía “Cállense que ahora
viene la parte que dice que votar
por él es votar por nosotros…” o
si no repetía a la vez “Te quiero
Venezuela!”. Pero lo que más me
impactó fue como entendió que
el futuro esta allá pero que hoy
hay que empezar a construirlo, el
significado de progreso. Entendió
el concepto de esperanza y de
luchar siempre mientras ella
exista. Increíble, el flaco logró
que un niño de 7 años prefiriera
ver un cierre de
campaña a un partido de futbol,
ahora los héroes eran Henrique
Capriles, Juan Arango, Cristiano
Ronaldo y Messi, en ese orden.
El día de las elecciones Alfredo
estaba particularmente
alborotado y tremendo, corría,
brincaba de la bicicleta al
monopatín mientras me
preguntaba cómo iba la cosa, era
lógico ganar para él, nadie podía
ser mejor o más fuerte que
Capriles. Mi esposo y yo sabemos
que para Alfredo perder es todo
un tema, llora horrible y no se
puede controlar. Cuando ya al
final de la angustia se supieron
los resultados, me preocupé
igual por Venezuela que por
Alfredo, lo digo en serio. Nos
sentamos los cinco a ver por
televisión el discurso de Capriles
reconociendo la derrota. Alfredo
nos vió con sus ojotes
despepitados y viendo que ya las
niñitas y yo habíamos arrancado
a llorar, empezó a llorar…nunca
se me va a olvidar Alfredo
empijamado, con su gorra
tricolor puesta sentado en las
piernas de mi esposo llorando
con el mismo dolor que cuando
perdió la Vinotinto contra Chile.
El flaco demostró su grandeza
una vez más con su discurso y
Alfredo, con la profunda
admiración que sentía y entre
pucheros y lagrimas, oyó hasta la
última palabra de su héroe, lo
acompañó hasta el final.
Fue una noche interminable y
triste, no tenía cómo consolar a
ninguno de los tres. Alfredo se
quedó dormido sin la gorra
puesta, supuse que la gorra ya
no tenía el mismo significado así
que no le quise preguntar donde
estaba. Verlo dormido sin la
gorra me partió el alma. Alfredo
se despertó como siempre,
muerto de risa así que aproveché
para averiguar a donde había ido
a parar la gorra. Entonces
Alfredo me agarra la mano y me
lleva a su closet de juguetes, saca
una cajita cerrada y ahí está la
gorra: espachurrada entre sus
transformers.
Y vino la explicación: ”¿Mami tú te
acuerdas que anoche Capriles
dijo que tenía 40 años y que va a
ser presidente en la próxima
elección?” Le contesto que claro
“Bueno mami, estoy guardando
mi gorra en un lugar que no se
ensucia, cuando sea la próxima
campaña la voy a vender por 115
que es full más que 100 y la plata
se lo voy a dar a Henrique
Capriles para que le ponga
gasolina al autobús cuando vaya
de Mérida a Anzoátegui…”
Gracias flaco, te hablo como
madre, cada vez que veas un
niñito con una gorra tricolor
recuerda que efectivamente
sembraste semillas a lo largo y
ancho del país. Muchas semillas,
muchos Alfredos dispuestos a
luchar por un sueño: Venezuela,
el mejor país del mundo…!
Escrito por:
Martha Helena Partidas Daboín

25/3/12

En 1934 preveían que hoy tendríamos estas casas móviles parecidas a bolas de hamster

En la sociedad moderna, podemos
enviar y recibir todo lo que
queramos a cualquier parte del
mundo, con gran facilidd y rapidez,
gracias a los avances (y el
abaratamiento) de las encomiendas
a través de medios aéreos o
marítimos. Lo único que (todavía) no
podemos hacer, es trasladarnos con
nuestra propia casa a otra ciudad o
país (a no ser que vivamos en una
casa rodante). Pero, si viviéramos en
esta casa esférica, sólo tendríamos
que remolcarla rodando para
llevarla a donde quisiéramos ir.
Las “casas de bolas de hámster”
aparecieron en una edición de 1934
de Everyday Science and Mechanics
(La ciencia y la mecánica de todos
los días) en un artículo titulado
"Cuando los dueños de hogar se
llevan de arrastro su casa." La idea
era que estas casas pudieran ser
construidas en fábricas, envueltas
en una cubierta protectora, y luego
ser colocadas (rodando) en el lugar
deseado. Una vez instalada donde
sería nuestro hogar, se colocaban
las ventanas y demás accesorios, y
listo. La forma imaginada era
particularmente fácil de transportar.
Ello posibilitaba que si te sentías
muy unido a tu “hogar-burbuja” (o
no te alcanzara el dinero para
comprar otra si te mudabas),
solamente tenias que quitarle los
accesorios y ventanas, y te la
llevabas rodando hacia el sitio
donde fuera.(Eso si, con todos estas
idas y venidas con nuestra casa a
cuestas, sería obligatoria la visita
regular al psicólogo, para quitarnos
nuestros complejos de caracol)
¿Alguien se animará a revivir esta
idea, y veremos casas de este tipo
cualquier días de estos por ahí?

Fuente:
www.m.io9.com/5896100/these-giant-hamster-balls-could-have-been-the-mobile-homes-of-the-future