El mismo río de vida que circula por
mis venas noche y día, circula por las
venas del mundo y canta, en lo hondo,
con pulso musical.
Y es una vida idéntica a la mía la que a
través del polvo de la tierra alza su
verde alegría en innúmeras briznas de
hierba, y estalla en olas tiernas y
furiosas de hojas y flores.
Y la misma vida, hecha flujo y reflujo,
mece al océano, cuna del nacimiento y
de la muerte. Mis sentidos se exaltan
al tocar esta vida universal.
Y siento la embriaguez de que sea en
mi sangre donde en este momento
palpita y danza el latido de la vida que
huye a través del tiempo.
Imagen: fotograma de la película de
Terrence Malick, El árbol de la
vida