Me preguntáis como me volví loco. Así
sucedió: Un día, mucho antes de que
nacieran los dioses, desperté de un
profundo sueño y descubrí que me
habían robado todas mis máscaras -si;
las siete máscaras que yo mismo me
había confeccionado, y que llevé en
siete vidas distintas-; corrí sin máscara
por las calles atestadas de gente,
gritando: -¡Ladrones! ¡Ladrones!
¡Malditos ladrones! Hombres y mujeres
se reían de mí, y al verme, varias
personas, llenas de espanto, corrieron
a refugiarse en sus casas. Y cuando
llegué a la plaza del mercado, un
joven, de pie en la azotea de su casa,
señalándome gritó: -Miren! ¡Es un loco!
Alcé la cabeza para ver quién gritaba, y
por vez primera el sol besó mi
desnudo rostro, y mi alma se inflamó
de amor al sol, y ya no quise tener
máscaras. Y como si fuera presa de un
trance, grité: -¡Benditos! ¡Benditos
sean los ladrones que me robaron mis
máscaras! Así fue que me convertí en
un loco. Y en mi locura he hallado
libertad y seguridad; la libertad de la
soledad y la seguridad de no ser
comprendido, pues quienes nos
comprenden esclavizan una parte de
nuestro ser. Pero no dejéis que me
enorgullezca demasiado de mi
seguridad; ni siquiera el ladrón
encarcelado está a salvo
de otro ladrón
GIBRÁN KHALIL GIBRÁN ,"EL
LOCO" (1918)
Imagen: James Ensor