14/3/12

Retomando utopías

"Si Occidente no está
irremediablemente afectado, debe
pensar de nuevo todas las ideas que le
han sido robadas y mal aplicadas en
otra parte: creo que le corresponde, si
quiere reacreditarse aún mediante un
respingo o un vestigio de honor,
retomar las utopías que, por
necesidades de comodidad, abandonó
a otros desentendiéndose así de su
genialidad y de su misión. Debiendo
poner en práctica el comunismo,
ajustarlo a sus tradiciones,
humanizarlo, liberalizarlo, y proponerlo
después al mundo, dejó a Oriente el
privilegio de realizar lo irrealizable y
derivar así poder y prestigio de la más
hermosa ilusión moderna. En la batalla
de las ideologías, Occidente se mostró
timorato, inofensivo; algunos lo
felicitan por ello cuando habría que
reprochárselo, pues en nuestra época
no se alcanza la hegemonía sin el
concurso de elevados principios
mendaces, principios de que se sirven
los pueblos viles para disimular sus
instintos y sus miras. Habiendo
abandonado la realidad en favor de la
idea, la idea en favor de la ideología, el
hombre ha resbalado hacia un
universo desviado, hacia un mundo de
subproductos donde la ficción
adquiere las virtudes de un dato
primordial. Este resbalón es el fruto de
todas las rebeliones y de todas las
herejías de Occidente, y, no obstante,
Occidente se niega a sacar las últimas
consecuencias: no ha hecho la
revolución que le incumbía hacer y que
todo su pasado reclamaba, ni ha ido
hasta el final de los trastornos que
promovió. Al desheredarse en favor de
sus enemigos, corre el riesgo de
comprometer su desenlace y de echar
a perder una ocasión suprema. No
contento con haber traicionado a
todos sus precursores, a todos esos
cismáticos que lo prepararon y
formaron, desde Lutero hasta Marx,
Occidente cree que desde fuera
vendrán a hacer su revolución y que le
devolverán sus utopías y sus sueños.
¿Comprenderá por fin que no tendrá
destino político y un papel que jugar a
menos que reencuentre en sí mismo
sus antiguos sueños y sus antiguas
utopías, así como las mentiras de su
viejo orgullo?
Por el momento son sus adversarios
quienes, transformados en teóricos del
deber que escamoteó, erigen sus
imperios encima de su timidez y su
cansancio. ¿Qué maldición le cayó para
que al término de su desarrollo no
haya producido más que esos
hombres de negocios, esos
abarroteros, esos tramposos de
mirada nula y sonrisa atrofiada que
uno encuentra por todas partes, tanto
en Francia como en Inglaterra y en
Alemania inclusive? ¿Era esta gusanera
la conclusión de una civilización tan
delicada, tan compleja?"
Fragmenro de "Historia y
Utopía" (Histoire et utopie - 1960), de
Émil Michel Cioran (1911-1995)
Imagen: Fotografía de Emil Cioran