21/3/12

Los Ainu: nativos omo-shiroi.

“Uno no puede sentirse
orgulloso de algo que no pudo
escoger, por ejemplo, uno no
puede escoger en qué grupo
nacer, pero si se es nativo, se
puede estar orgulloso de lo
que se hace con esa
característica.” Chisato
(“Kitty”) O. Dubreuil, ainu.
Los ainu (palabra que significa
"humano" en el idioma ainu)
son un grupo étnico indígena en
Hokkaidō y el norte de Honshu,
en la parte septentrional de
Japón, así como en las islas
Kuriles y la mitad meridional de
la isla de Sajalín en Rusia. Son
también conocidos como Ezo o
Yezo en japonés antiguo, y
como Utari (palabra que
significa "camarada" en idioma
ainu) que es como hoy en día
prefieren ser llamados.
De orígenes muy antiguos, a los
ainus se les ha atribuido
ancestros de tipo caucasoide o
australoide, sin embargo,
actualmente se les relaciona con
la expansión de los primeros
pobladores de Asia y con los
pueblos actuales de Siberia.
Aunque los ainus tienen
caracteríticas genéticas propias,
que demuestran su antigua
diferenciación de las demás
poblaciones contemporáneas de
la región. Estos resultados
concuerdan con los hallazgos
geológicos y arqueológicos: los
primeros pobladores de
Hokkaidô arribaron durante la
última glaciación hace más
de 18 mil años.
La cultura tradicional ainu es
muy diferente de la japonesa. Al
alcanzar determinada edad
dejaban de afeitarse, así que los
hombres más viejos tenían
enormes barbas y bigotes.
Hombres y las mujeres por igual
se cortaban el pelo de los lados
de la cabeza a nivel de los
hombros, pero en la parte
posterior el corte era
semicircular. Al comenzar la
pubertad, las mujeres se
tatuaban la boca, brazos, los
órganos genitales externos y,
en ocasiones, la frente. La
familia es patrilineal y
monogama, aunque otros
afirman que se prima la línea
materna, posiblemente como
resto del matriarcado (las
mujeres controlaban
secretamente un tipo de linaje
matrilineal, el shine huchi ikuru,
mediante cinturones totémicos).
De hecho, aún hoy, las mujeres
pasan largos periodos de
tiempo en su casa familiar antes
de acceder a la de su marido.
A pesar de ser los
descendientes directos de los
primeros pobladores, han sido
reprimidos y relegados por
las políticas gubernamentales
japonesas desde finales del
siglo XIX, cuando se les obligó a
dejar su forma de vida como
pescadores-cazadores-
recolectores para asumir la
forma de vida japonesa basada
en la agricultura. También se
les obligó a dejar sus ritos,
costumbres e idioma, y se les
forzó a utilizar nombres
japoneses . En la actualidad las
estadísticas dicen que existen
cerca de 25.000 ainu en Japón,
aunque se cree que la cifra es
superior ya que muchos de
ellos, como una forma de
protegerse de la
discriminación, niegan su
origen y se han mezclado en
matrimonio con los japoneses.
Los ainus tienen creencias
animistas o, en su caso,
sintoístas por lo que carecen de
templos. Sus creencias más bien
se centran en el respeto a la
naturaleza y a los animales, y la
veneración a los antepasados.
Todo en la naturaleza tiene un
"kamui" (espíritu divino) en su
interior. Hay una jerarquía de
"kamuis". El "kamui" más
importante es la abuela tierra (el
fuego), luego están los "kamuis"
de las montañas (animales
terrestres) y los del mar
(animales marinos).
"Aprendemos a ser
responsables y a respetar todo
lo que nos rodea. Los ainu
creemos que todo en la
naturaleza tiene un significado y
un propósito" , dice Shigeru
Kayano, Ainu.
Además, es centro de su cultura
el culto al oso. En primavera, el
canto del búho anunciaba el
inicio de la partida de la caza
del oso. Existen numerosos
tabúes en la partida: los sueños
de mal augurio pueden llegar a
hacer fracasar la expedición, se
evitan así las zonas en que los
ainu hayan sido heridos en
ocasiones previas, o al atravesar
un torrente se reza al kamui y se
erigen inau (varillas de sauce) en
su honor. Al llegar a la guarida
del oso, le saludan
amigablemente.
Si se podían coger los oseznos ,
eran llevados al poblado, donde
eran cuidados e incluso
amamantados por las
mujeres ainu. A los tres años,
los mataban lanzándoles flechas
decoradas a finales del invierno.
Sus movimientos eran
interpretados como signos de
alegría. Las cabezas, una vez
cercenadas, se colocaban entre
golosinas, y se les pedía que
relataran el trato recibido a
otros osos que, así, se
dejarían cazar con mayor
facilidad.
El sintoísmo, religión
mayoritaria en Japón , es una
forma sofisticada de animismo.
Aunque el sintoísmo no se basa
en dogmas o en una teología
compleja, a los japoneses les ha
dado un código de valores
prácticos, ha moldeado sus
comportamientos y determinado
su forma de pensar. Los
japoneses, como hijos de los
espíritus o kami, tienen ante
todo una naturaleza divina. Por
consiguiente, de lo que se trata
es de vivir en armonía con los
kami, y así uno podrá disfrutar
de su protección y aprobación.
Harto difícil, ya que se tratan de
más de 8.000.000 kamis. A
diferencia de los kami
japoneses, en el caso de los
kamui de los ainu, dichos
seres bajan a través de ellos,
teniendo su residencia en un
más allá, y adoptando diferentes
formas en el mundo humano,
como animales, plantas o
minerales.
Según se cuenta en el Kojiki (el
libro histórico más viejo que se
conserva relativo a la historia de
Japón), la kami Amaterasu,
kami del sol , es de la que
emana toda la luz, calidez y
compasión por aquellos que la
adoran. Nació de uno de los
ojos del dios Izanagi. Además
de a Amaterasu de su ojo
izquierdo, engendró también a
Tsukuyomi (el dios de la Luna)
de su ojo derecho, y Susanoo
(el dios de las tormentas y
tempestades) de su nariz.
Así, cuando Izanagi quiso
repartir su reino con sus tres
hijos, Amaterasu recibió el cielo,
Tsukuyomi recibió la la noche, y
Susanoo recibió el rayo, la tierra
y el mar; pero esto no era lo que
quería el dios: Susanoo se
enfureció para luego
enfrentarse con su hermana
mediante un concurso de poder
creador: consistía en crear
divinidades menores. En la
primera tanda, Amaterasu cogió
la espada de su hermano y, tras
romperla en tres fragmentos y
masticarla, aparecieron tres
hermosas diosas. Susanoo, para
poder superarla, cogió las
cuentas de la fertilidad de su
hermana y, con ella, creo cinco
dioses muy agresivos. Susanoo
se proclamó vencedor, aunque
su hermana, al pertenecerle a
ella las cuentas, dijo que ella era
la vencedora. Susanoo se negó
aceptarlo y destruyó los campos
de arroz llenando todos los
canales de irrigación de agua,
arrojó excrementos a los
palacios de la diosa y destrozó
la hilandería sagrada, hogar de
Amaterasu. A pesar de que la
diosa rogó a su hermano que se
calmase y dejase de causar
destrozos, el dios estaba en un
estado de cólera imparable y
descuartizó y repartió por la
hilandería el cuerpo del caballo
“celestial”. Amaterasu se
asustó tanto al ver al animal
sagrado muerto, que huyó
hasta una cueva, donde se
encerró, provocando la
oscuridad eterna.
Al no estar ella, el Sol no salía y
el mundo se cubrió de tinieblas,
los campos morían y el mundo
se helaba. Los demás dioses,
temiendo que las tinieblas
perduraran para siempre,
organizaron una fiesta en la
puerta de la cueva. Ama no
Uzume, la voluptuosa diosa
de la danza y la risa, dio la
vuelta a una bañera y se puso
a bailar sobre ella, marcando
el ritmo con sus pasos.
Finalmente, se deshizo de las
hojas y flores y bailó desnuda.
El resto de dioses hacían mucho
ruido gritando, riéndose y
animando. El ruido exterior
atrajo mucho la curiosidad de
Amaterasu, quien decidió echar
un vistazo a ver qué era lo que
pasaba, y le preguntó al que
estaba más cerca de la entrada.
Éste le contestó que había una
nueva diosa. Cuando Amaterasu
preguntó quien era, éste señaló
al espejo, y Amaterasu, que
nunca había visto su reflejo, se
quedó absorta en la imagen. Un
rayo de la luz llamado
"amanecer" escapó de sí
misma y se deslumbró por su
propio reflejo en el espejo.
Estaba tan sorprendida que
exclamó “Omo-
shiroi!” (fascinante!) . El dios
Ameno-Tajikarawo la sacó fuera
de la cueva y ésta fue sellada
con una cuerda sagrada.
Rodeada por la festividad, la
depresión de Amaterasu
desapareció y ella accedió a
regresar su luz al mundo. Desde
entonces, Uzume fue conocida
no sólo como el kami de la
festividad, la risa y la danza, sino
también como la de un nuevo
día, la del amanecer.
“Compañeros Ainu, los pilares
de la cultura Ainu son las
mujeres. Les pido que
eduquen a nuestros hijos y
nietos sobre el enorme poder
de las mujeres de tal forma
que crezcan con el orgullo de
haber nacido Ainu”
Peramonkoro Sunazawa,
ainu.

Fuentes:
http://
www.japonartesescenicas.org/
ainu.html
http://www.dantzan.com/
edukiak/aproximacion-a-la-
cultura-de-los-ainu
http://www.un.org/spanish/
works/culture/japan_story.html