19/3/12

Onomatopeyas

Se conocen como onomatopeyas
aquellas palabras que, con su sonido,
imitan aquel que estás describiendo.
Por ejemplo, el “bang” utilizado para
describir el disparo de un revólver, el
“quiquiriquí” que representa el canto
del gallo, o el “bua” para indicar el
llanto de un niño o un bebé.
Las onomatopeyas y la
arbitrariedad del signo lingüístico
Cuando Ferdinand De Saussure, uno
de los más importantes lingüistas del
siglo XX, describió al signo lingüístico,
una de las características que utilizó
para definirlo es que el signo es
“arbitrario”. Esto significa que no hay
nada en el objeto “mesa” que haga
que lo llamemos “mesa”, en lugar de
“table”, “tavola” o “Tisch”.
En un caso como éste, podemos estar
de acuerdo. Pero, ¿qué sucede con
las onomatopeyas? En este caso, se le
cuestionó a De Saussure, la unión
entre la palabra y el concepto no es
arbitrario: el gallo efectivamente canta
“quiquiriquí” y no “guau”.
Pues bien, respondió De Saussure, las
onomatopeyas también están sujetas
a las reglas arbitrarias del idioma que
las produce: ¿por qué, si no, se
puede escribir “cuac cuac” y no “kuak
kuak”, para imitar al pato? Pues
porque una vez que las
onomatopeyas han entrado al sistema
lingüístico, se rigen por sus mismas
reglas.
Onomatopeyas en distintos
idiomas
Además, marcaba el lingüista suizo,
no todos los idiomas producen las
mismas onomatopeyas. Esto se debe a
que no todos los sonidos son factibles
de ser articulados en cualquier
idioma. Así, para imitar a un perro, los
hispanohablantes decimos “guau”, los
ingleses “woof”, los catalanes “bub
bub” y los japoneses “wan”.
Para indicar el sonido del gallo, a
nuestro “quiquiriquí” comparémoslo
con el francés “cocorico” o con el
inglés “cock-a-doodle-doo”. Y los
pajaritos en español hacen “pío”, en
alemán “Piep Piep”, en francés “cui
cui”. Y no sólo los animales, sino que
algo tan absolutamente universal
como lo es la risa, en español “ja ja”,
en otros idiomas puede escribirse
como ahahah! (inglés), “kusu
kusu” (japonés) o “khokot” (ruso).
Evidentemente, la similitud de cada
una de estas onomatopeyas con el
sonido que las ha inspirado es
totalmente subjetiva.
¿Qué ocurre con las onomatopeyas
en inglés?
Así como en español, los
angloparlantes cuentan con una
importante cantidad de
onomatopeyas destinadas a imitar o
describir los sonidos de los animales,
las personas o los objetos de la vida
cotidiana. Pero, además, muchos
verbos en inglés tienen en la base una
onomatopeya.
Así, golpear la puerta se dice to slam
the door (cuando la onomatopeya
slam también sirve para indicar el
ruido producto del golpe), el reloj
suena tic-tac se puede expresar con el
verbo, to tick tack, o el verbo para
vomitar tanto vomit como barf
(onomatopéyico).