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10/10/13

Antropofagia: historia del canibalismo.

“Hombres entre 18 y 30 años que
quieran ser comidos por mí” era el
anuncio que publicaba Armin Meiwes,
y fue Bernd-Jurgen Brandes, un
hombre de 43 años, quien aceptó la
propuesta. En la cena, Meiwes cortó
el pene de Brandes, lo comieron
juntos, y tras desangrarse y perder la
consciencia, Meiwes siguió comiendo
su carnes por varios días. Lo cierto es
que fue a prisión, pero acusado de
matar, y no de comer, ya que la
mayoría de los países no tienen leyes
contra el canibalismo.
Sin duda alguna, la antropofagia y la
historia del canibalismo es un tema
sorprendente y una costumbre tan
vieja como nosotros mismos, con
diferentes interpretaciones a lo largo
de la evolución, hasta llegar a ser
considerada hoy en día como un
tabú. Los caníbales –origen de la
palabra caníbal– eran personas que
vivían en el Caribe y que consumían
carne humana, y fueron denominados
así por los conquistadores.
El canibalismo en las primeras
civilizaciones
Los Kemitas (egipcios) creían que
Osiris, dios de la agricultura, los
proveía de cultivos para evitar
elcanibalismo, mientras que los
antiguos Griegos tenían muchas
historias acerca de la antropofagia,
tal vez el más conocido sea el de
Cronos, el padre de todos los dioses.
Religiones modernas como el
judaísmo y el cristianismo condenan
en sus libros sagrados esta práctica.
Sin duda alguna, la antropofagia fue
un tema presente en todas las
culturas de todos los tiempos
alrededor de todo el mundo.
Tipos de canibalismo.
Los antropólogos dividen la
antropogafia en dos tipos: el
canibalismo aprendido, llamada
antropofagia consuetudinaria, y el
canibalismo de supervivencia, un
mecanismo innato del que parece ser
que nos olvidamos a menudo y que,
sin embargo, es más común de lo que
pensamos.
Muchos ejemplos hay del canibalismo
de supervivencia: en 1846, un grupo
de expansionistas hacia el oeste se
dirigió de Iowa a California. Un grupo
tomó un atajo a través de Sierra
Nevada, y quedaron varados allí por
el invierno. Tras agotar sus recursos,
acudieron al canibalismo.
Cuarenta años después, cuatro
hombres que salían de Inglaterra a
Australia naufragaron y, dos meses
después, optaron por matar a uno de
ellos que estaba mal de salud y
comerlo. Tal vez la historia más
reciente ocurrió en 1972 cuando un
grupo de rugby uruguayo quedó
perdido en los Andes cuando su
avión se estrelló. Los sobrevivientes,
que permanecieron allí durante
setenta días, decidieron comer a los
compañeros que habían muerto en el
accidente para sobrevivir.
El canibalismo de supervivencia fue
tan común hasta el siglo XIX, que era
la norma en el caso de que hubiera
una naufragio. En general, se
sorteaba quién debía ser asesinado y
comido y quién lo mataría. Sin
embargo, en esos casos se buscaba
agotar todos los recursos antes de
recurrir a esta opción.
Por otra parte, el canibalismo
aprendido suele hacerse en forma de
ritual, con un método prescrito. Se
pasa de generación en generación, y
se puede dividir en dos tipos:
endocanibalismo y exocanibalismo.
El primero es el consumo de carne de
un miembro del grupo –sociedad,
tribu, familia–, y se suele hacer para
venerar a la muerte o para consumir
algún aspecto esotérico del fallecido,
por ejemplo, la sabiduría. Un ejemplo
son los pueblos Fore de Papua Nueva
Guinea, que tienen ritos caníbales
funerarios, en los que las mujeres y
los niños suelen comer determinadas
partes del cuerpo de los hombres.
ISTOCKPHOTO/THINKSTOCK
El exocanibalismo se suele basar en
sentimientos de odio, ira, desprecio y
humillación, y suele darse cuando un
grupo de personas comen la carne de
sus enemigos. No está relacionada
con ritos de ningún tipo en general,
aunque un buen ejemplo son los
Aztecas, que sacrificaban a soldados
capturados y comerlos era un proceso
de unión con los dioses.
Probablemente, el exocanibalismo se
mantuvo mucho más que el
endocanibalismo, habiendo casos
relativamente recientes, como el
ejército chino durante la Segunda
guerra Mundial, que comía a los
soldados enemigos caídos; o cuando
los congoleños fueron acusados por
las Naciones Unidas en 2003 por
comer pigmeos asesinados.
¿Por qué ser caníbal?
La pregunta es un poco compleja y
tal vez chocante, pero lo cierto es que
no se sabe si el canibalismo surgió
por necesidad y se lo adornó con
propiedades espirituales, o fue
justamente al contrario.
Dentro de la antropología, los
materialistas creen que el
canibalismo tomó forma de ritual
luego de existir como método de
supervivencia: la falta de alimento
puede haber forzado a las personas a
actuar de esta forma, y luego intentó
justificar esta actitud bajo términos
religiosos.
Los idealistas, por su parte, están de
acuerdo, pero consideran que las
razones del canibalismo ritual son
mucho más esotéricas de lo que dicen
los materialistas. Consideran que el
ser humano siempre ha buscado
símbolos para interpretar el mundo, y
determinadas partes del cuerpo
siempre han tenido especial
importancia: allí está la cuna del
canibalismo.
¿Por qué está mal visto el
canibalismo?
Hoy en día, el canibalismo es un tabú
y no está bien aceptado en la mayoría
de las culturas. Pero, ¿por qué? Si lo
miramos desde un punto de vista
biológico, es una mala estrategia para
crecer como especie, ya que atenta a
largo plazo contra la supervivencia de
la raza, pero es una buena estrategia
a corto plazo para la supervivencia
del individuo. Sin embargo, muchas
especies animales –gallinas,
chimpancés, osos polares– recurren al
canibalismo como forma de
supervivencia, por lo que en esas
ocasiones sería un buen planteo.
Pero, ¿qué pasa con el canibalismo
ritual? Se cree que surge de
sentimientos más humanos como la
violencia, aunque lo cierto es que el
hecho de comer carne de otro
humano para absorber su vitalidad
no es tan alocado: cuando comemos,
nuestro cuerpo se llena de nutrientes
que nos brindan energía.

Fuente: ojocientifico

31/3/12

SAWNEY BEANE Y SU CLAN CANIBAL

El Canibalismo, uno de los
comportamientos sociales más
horribles, pero que, a pesar de ser
tabú en muchas sociedades, ha
permanecido como comportamiento
ritual en otras.
Por eso no sorprende que en la
Escocia de finales del siglo XVI, que
emergía lentamente del caos de
guerras y conflictos nacionalistas, y
cuyas ciudades Edimburgo y Glasgow
se encontraban ya entre los mayores
centros culturales y económicos del
Reino Unido, hasta el propio rey se
sintiera horrorizado por las brutales
hazañas antropófagas de Sawney
Beane y su familia.
Hijo de un jardinero y nacido en las
cercanías de Edimburgo, en el
condado de East Lothian, Alexander
Sawney Beane decidió que el trabajo
no era para él, por lo que abandono
su casa y se mudo a la cercana
localidad de Ayrshire, donde conoció a
Agnes Douglas, una prostituta con la
que comenzó a convivir y que poco
más tarde fue acusada de bruja. Dada
la gravedad de los cargos tuvieron que
huir, emprendiendo viaje rumbo al
mar, con la intención de llegar a
Irlanda.
En su huida, mientras atravesaban las
llanuras desiertas de Galloway, cerca
del litoral, fueron sorprendidos por
una tormenta, por lo que tuvieron que
buscar refugio en una cueva bastante
profunda (se internaba cerca de un
kilometro para adentro). Allí
permanecerían durante 25 años.
Su vida en la cueva transcurrió con
relativa tranquilidad durante los
primeros años, dormían por el día y,
por la noche para no ser descubiertos,
asaltaban, robaban y después
asesinaban a los viajeros que pasaban
por las cercanías (era una de las rutas
más transitadas para viajar a Irlanda).
Pronto se dieron cuenta de que tenían
que hacer algo con los cadáveres, y
deciden esconderlos en el interior de
una cueva, cada vez más parecida a
una despensa.
¿Cuándo y porque exactamente decide
Sawney Beane alimentarse única y
exclusivamente de la carne de sus
víctimas?
Con el tiempo se fueron haciendo cada
vez más y más salvajes, comenzaron a
tener hijos -seis niñas y ocho niños-, y
con ellos la situación se tornó más
acuciante, ya que había más bocas que
alimentar. Si a ello sumamos los
dieciocho nietos y catorce nietas fruto
de las relaciones incestuosas entre los
miembros del clan, es de suponer que
con el tiempo deberían dar un paso
más para sobrevivir.
Y lo dieron, pues a los asesinatos
sumaron la antropofagia, llevando a
sus víctimas a la cueva para
despedazarlas y devorarlas.

Beane se aseguraba de no ser
descubierto al no dejar nunca con vida
a sus víctimas. Deshacerse de los
cuerpos no presentaba gran problema,
ya que eran devorados por la familia.
Cuando había demasiadas provisiones
se salaban las partes dignas de
conservarse. Los huesos, la piel y las
cabelleras servían de elementos
decorativos. Los restos de los cuerpos
que no eran consumidos ni
aprovechados, eran arrojados al mar y
devueltos por la marea a las playas
cercanas.
Según fueron siendo hallados, en los
pueblos de los alrededores se
comenzó a hablar de la existencia de
lobos, de hombres lobo e incluso de
demonios; frenéticos y aterrorizados,
los vecinos comenzaron las pesquisas
para intentar encontrar a los culpables
y con ellas comenzaron también los
errores, pues hubo numerosas
personas que fueron condenadas a
muerte sin ser, obviamente, los
causantes.
Pero la fortuna de los Beane dio un
giro cuando, una noche, atacaron a un
matrimonio que regresaba a su casa a
lomos de su caballo después de haber
estado en una feria. El hombre,
experto en el uso de las armas se
defendió con su sable y su pistola,
pero no pudo evitar que su mujer
fuera capturada y muerta allí mismo. El
combate cesó cuando, otro numeroso
grupo de personas que iban por el
mismo camino vio lo que ocurría y
consiguieron poner a la familia Beane
pies en polvorosa. Consiguieron
escapar, sí, pero ya habían sido
descubiertos.
Pocos días después, una partida de
400 hombres dirigida por el mismísimo
rey Jacobo VI de Escocia comenzó su
búsqueda. Los sabuesos señalaban
con furiosos ladridos la entrada de la
cueva, y aunque se estuvo a punto de
no entrar por la dificultad para acceder
a ella, cuando el monarca, junto con
varios hombres, fueron avanzando en
su interior, la luz de las antorchas les
reveló un espectáculo dantesco:
miembros humanos colgados de las
paredes, otros en salazón, y las
pertenencias de aquellos pobres
desgraciados apiladas en un rincón.
Se encontraron frente a frente con
cuarenta y ocho seres humanos (más
o menos), veintisiete hombres y
veintiuna mujeres, de todas las edades,
semidesnudos, vestidos con andrajos,
sumidos en la oscuridad,
alimentándose de restos humanos,
dormitando sobre la roca, rodeados de
insectos y algunos famélicos perros.
Jacobo VI, el monarca que había unido
por fin las coronas de Escocia e
Inglaterra, cara a cara con una tribu de
hombres primitivos, algunos de los
cuales no sabían ni hablar.
Tras ser capturados, Sawney y su
familia fueron encerrados en la cárcel
de Edimburgo y trasladados
posteriormente a la de Glasgow,
donde fueron ejecutados sin juicio. En
un acto de crueldad similar a las
atrocidades cometidas por los Beane, a
los hombres les amputaron las
extremidades y se les dejó desangrar
en presencia de las mujeres. Ellas
fueron quemadas vivas en la hoguera.
No hubo arrepentimiento por parte de
los Beane
En la cercana localidad de Girvan
circula una leyenda que habla de una
mujer, hija mayor de Sawney, que
abandonó la cueva para instalarse allí,
integrándose perfectamente en la
sociedad, pero alguien descubrió su
ascendencia y fue ahorcada en un
árbol que ella misma había plantado.
Se dice que, desde entonces, quien se
para bajo él, puede escuchar el sonido
del cuerpo de la hija de Sawney
balanceándose. Conocido
popularmente como el árbol peludo,
se desconoce cuál pudo ser su
ubicación, aunque actualmente se está
investigando con el fin de atraer al
turismo.
Una horrible historia, qué duda cabe.
Sin embargo, hoy en día está
considerada más como un mito; no
hay constancia oficial de la existencia
de Sawney, aunque esto podría ser
normal debido a que en aquellos
tiempos aún no existía el censo, pero
tampoco hay ningún registro que
refleje las ejecuciones. Por otra parte,
la cárcel de Edimburgo, según sus
ruinas, era una torre, lo que hubiera
impedido encerrar y custodiar dentro
de ella a 48 personas.