El Sindrome de Capgras es un
trastorno poco común en el cual la
persona que lo sufre piensa y cree
que la gente de su entorno ha sido
reemplazada por unos dobles o
impostores con la misma apariencia
pero no son los verdaderos. Esto es
un trastorno que ocurre en algunas
personas que sufren esquizofrenia,
pero se puede llegar a dar en
algunos trastornos delirantes
paranoicos.
El nombre del síndrome pertenece a
su autor, Jean M Capgras, un
psiquiatra francés que describe la
enfermedad en su trabajo L’illusion
des sosies en 1923. Se cree que el
trastorno puede relacionarse con
pérdida del reconocimiento emocional
de los familiares, sobretodo de los
otros. En resumen, una desconexión
entre el visual que reconoce a los
miembros y la memoria afectiva.
Mostrando entradas con la etiqueta mente. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta mente. Mostrar todas las entradas
16/2/14
EL SÍNDROME DE CAPGRAS
5/5/12
HABLEMOS DE LA MENTE
Platón expuso en su Mito de la
Caverna de un modo muy claro qué es
la mente. Nosotros aludimos a ese
mismo Mito de la Caverna, pidiéndole
permiso a Platón para actualizarlo.
Supongamos que estamos en un cine.
Las luces están apagadas y la sala en
silencio. Supongamos que no
recordamos nada anterior a esa sala
de cine. Miramos la pantalla e
inmediatamente entendemos que esa
es la realidad, no existe otra verdad
que eso que estamos viendo y
viviendo.
Supongamos ahora que, de pronto, se
encienden las luces. ¿Qué estaríamos
mirando? ¡Una pantalla blanca y lisa!
¿Dónde está la realidad? Justamente a
nuestra espalda, en el fondo de la sala,
en un rollo de película.
Eso es nuestra mente: una pantalla
donde se proyectan las escenas de
nuestra vida.
Y ¿qué es nuestra vida? Nuestra vida
entera está contenida en un rollo, una
película grabada con los personajes,
escenas, amores, traiciones, envidias,
sacrificios y todo el largo etcétera de
sabores y sinsabores, el guión
completo de nuestra historia contenido
en un rollo.
Para descubrir esa verdad necesitamos
darnos cuenta de que no tiene sentido
entender la realidad como la
proyección de la misma. Comprender
que la materia es resultado de la
densificación de la energía es tanto
como comprender que cada
acontecimiento de nuestra vida tiene
un sentido.
Y eso es el tiempo, ese rollo recogido
sobre sí mismo; una dimensión o
estado de las cosas donde el ayer y el
mañana se reúnen en un eterno
«ahora»; allí donde está escrito el
guión completo de la existencia de
todas las cosas.
¿Y la vida? La vida es exactamente la
proyección de ese guión, de todo eso
que somos, en el escenario de la
existencia, es decir, en la mente.
¿Cuál es entonces el sentido de la
existencia? Modificar ese guión.
Lógicamente jamás podríamos
modificar el guión de nuestra
existencia, es decir, todas las escenas
de ira, codicia, lujuria, envidia, orgullo,
pereza, gula, amores, deseos, entregas,
sacrificios, etc., etc., etc.; si no
proyectáramos la película.
Con una particularidad: al proyectarla
contamos con la Ley del Libre Albedrío,
es decir, somos libres de modificar ese
guión. Al modificarlo hacia mejor,
vamos eliminando tantas escenas,
tantos actores, tantas leyes como nos
atan y nos obligan a repetir una y otra
vez el escenario de la existencia, y nos
vamos liberando poco a poco de eso
que podemos llamar «la pena de vivir».
Por el contrario, si nos entregamos a
los vicios y a las pasiones, a las
escenas de ira, Egos pendencieros,
lujuriosos, etc., nos atamos cada vez
más a la existencia, firmamos más y
más letras kármicas que nos llevarán a
repetir el ciclo de nuestra vida pero
con escenas cada vez más densas,
inferiores, enterrándonos cada vez más
en el escenario de la materia.
Entendemos ahora científica y
prácticamente lo que quiso decir
Immanuel Kant al afirmar “Lo exterior
es reflejo de lo interior”..
Caverna de un modo muy claro qué es
la mente. Nosotros aludimos a ese
mismo Mito de la Caverna, pidiéndole
permiso a Platón para actualizarlo.
Supongamos que estamos en un cine.
Las luces están apagadas y la sala en
silencio. Supongamos que no
recordamos nada anterior a esa sala
de cine. Miramos la pantalla e
inmediatamente entendemos que esa
es la realidad, no existe otra verdad
que eso que estamos viendo y
viviendo.
Supongamos ahora que, de pronto, se
encienden las luces. ¿Qué estaríamos
mirando? ¡Una pantalla blanca y lisa!
¿Dónde está la realidad? Justamente a
nuestra espalda, en el fondo de la sala,
en un rollo de película.
Eso es nuestra mente: una pantalla
donde se proyectan las escenas de
nuestra vida.
Y ¿qué es nuestra vida? Nuestra vida
entera está contenida en un rollo, una
película grabada con los personajes,
escenas, amores, traiciones, envidias,
sacrificios y todo el largo etcétera de
sabores y sinsabores, el guión
completo de nuestra historia contenido
en un rollo.
Para descubrir esa verdad necesitamos
darnos cuenta de que no tiene sentido
entender la realidad como la
proyección de la misma. Comprender
que la materia es resultado de la
densificación de la energía es tanto
como comprender que cada
acontecimiento de nuestra vida tiene
un sentido.
Y eso es el tiempo, ese rollo recogido
sobre sí mismo; una dimensión o
estado de las cosas donde el ayer y el
mañana se reúnen en un eterno
«ahora»; allí donde está escrito el
guión completo de la existencia de
todas las cosas.
¿Y la vida? La vida es exactamente la
proyección de ese guión, de todo eso
que somos, en el escenario de la
existencia, es decir, en la mente.
¿Cuál es entonces el sentido de la
existencia? Modificar ese guión.
Lógicamente jamás podríamos
modificar el guión de nuestra
existencia, es decir, todas las escenas
de ira, codicia, lujuria, envidia, orgullo,
pereza, gula, amores, deseos, entregas,
sacrificios, etc., etc., etc.; si no
proyectáramos la película.
Con una particularidad: al proyectarla
contamos con la Ley del Libre Albedrío,
es decir, somos libres de modificar ese
guión. Al modificarlo hacia mejor,
vamos eliminando tantas escenas,
tantos actores, tantas leyes como nos
atan y nos obligan a repetir una y otra
vez el escenario de la existencia, y nos
vamos liberando poco a poco de eso
que podemos llamar «la pena de vivir».
Por el contrario, si nos entregamos a
los vicios y a las pasiones, a las
escenas de ira, Egos pendencieros,
lujuriosos, etc., nos atamos cada vez
más a la existencia, firmamos más y
más letras kármicas que nos llevarán a
repetir el ciclo de nuestra vida pero
con escenas cada vez más densas,
inferiores, enterrándonos cada vez más
en el escenario de la materia.
Entendemos ahora científica y
prácticamente lo que quiso decir
Immanuel Kant al afirmar “Lo exterior
es reflejo de lo interior”..
Suscribirse a:
Entradas (Atom)