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15/3/14

Bosque Katyn

En los albores de la II Guerra Mundial, el pueblo polaco fue víctima de una de las mayores matanzas contemporáneas . Poco después de iniciarse la contienda en 1939, el ejército
alemán ocupó Polonia. Por entonces, Alemania y la URSS habían firmado el pacto secreto Molotov-Ribbentrop , un acuerdo de no agresión que preveía -con escepticismo- el
presumible reparto de Polonia entre las dos potencias. La URSS, cumpliendo su parte del pacto, entró entonces en la zona oriental del país. Los prisioneros que hizo el Ejército Rojo,
unos 25.700, fueron repartidos por varios lugares de la actual Rusia, en los campos de Kozelsk, Ostashkov y Starobels, así como por ciertas prisiones de Ucrania occidental y
Bielorrusia.
Pero el jefe de la policía secreta soviética, Lavrenti Beria , en una carta clasificada como ultrasecreta escrita el 5 de marzo de 1940, recomendó su ejecución calificándolos de
‘permanentes e incorregibles enemigos del poder soviético’. En ella se ordena a la NKVD (la policía de Estado soviética, precursora del KGB) ‘juzgar’ a los detenidos en tribunales
especiales, sin contar con su comparecencia y sin acta de acusación, mediante la mera producción de certificados de culpabilidad y que ‘se les aplique el castigo supremo: la pena
de muerte por fusilamiento’. La firma, estampada con un lapicero azul de Iosif Stalin, líder supremo de la URSS, junto a la palabra ‘za’, que significa ‘a favor’, rubrica la orden. Las
firmas de otros tres miembros del politburó la acompañan.
Así durante la primavera de ese año, el bosque de Katyn, territorio perteneciente entonces a la Unión Soviética, se convierte en el escenario de la cruenta masacre decidida por las
máximas jerarquías: unos 22.000 miembros de la élite polaca, incluidos políticos, oficiales del ejército, e incluso artistas e intelectuales, son fusilados metódicamente, uno a
uno, con un tiro en la nuca. Tras recibir el tiro de gracia, son enterrados en fosas comunes. Sólo 448 de los detenidos se salvaron del exterminio, fueron amnistiados y se integraron
en un cuerpo del ejército polaco que luchaba junto al Ejército Rojo al mando del general Anders.
El 22 de junio de 1941, Hitler invade la Unión Soviética. Stalin asiste aturdido al avance de los ejércitos hitlerianos que cruzan la ‘línea roja’ de la frontera soviética haciendo caso
omiso del pacto de  no agresión firmado con el III Reich. La guerra entre las dos potencias se convierte en la prioridad y el trágico genocidio de los polacos pasa al olvido.
Dos años después, en el mes de abril de 1943, el abominable crimen soviético sale a la luz. Unos conductores polacos que acompañaban a una unidad alemana son los primeros en
descubrir las gigantescas tumbas. Unos campesinos rusos habían dado con ellas. Se encontraban en un terreno cubierto de pinos sito a unos 400 kilómetros al oeste de Moscú, a 20
kilómetros al oeste de la ciudad de Smolensk, cerca de la carretera a Vitebsk. Según sus testimonios, el lugar servía a la NKVD como punto de ejecuciones. Había sido acotado con
alambradas y se hallaba vigilado por centinelas. Tras una intensiva búsqueda se dio con los cadáveres.
Goebbels, el ministro de propaganda nazi, convierte el descubrimiento en un arma publicitaria. Su baza está clara, los crímenes soviéticos le permiten neutralizar los primeros
atisbos de las abominaciones cometidas den los campos de exterminio nazis.
La reacción soviética es tan rápida como presumible, porque reconocer el genocidio perpetrado en Katyn hubiera significado colaborar con el nazismo . De modo que fue relegado
al olvido durante décadas. Por su parte los aliados Roosevelt, Churchill apoyaron por razones obvias el negacionismo soviético del magnicidio.
La Unión Soviética jamás reconoció oficialmente su culpabilidad . Desde el fin de la II Guerra Mundial, con Polonia adoptando un régimen comunista apoyado por el Kremlin, que
continuaba culpando del genocidio a la Gestapo nazi, la verdad continuaba oculta.
La población polaca quedó profundamente marcada por los hechos: así todavía en la década de los 50 se consideraba osado a todo aquel que se atreviese a hacer gala de su
intelectualidad.
La situación sólo cambió en 1988, cuando finalmente Moscú se vio obligado a admitir el genocidio bajo el influjo de la perestroika. La reconciliación empezaba a atisbarse. El
politburó soviético aprobó la publicación de los documentos relativos al trágico suceso y en octubre de 1990 el presidente Mijail Gorbachov se los entregó a su homónimo polaco,
Wojciech Jaruzelski, tras reconocer la responsabilidad del gobierno soviético en la masacre. En diciembre de 1991 Gorbachov entrega personalmente a Boris Yeltsin, su sucesor, la
carpeta que contiene la carta de Beria a Stalin.
El mundo asiste conmocionado a la verificación y constatación de uno de los magnicidios más dramáticos de la historia contemporánea y el pueblo polaco pugna por sacar a la luz su
verdad. En 1992 se entrega la documentación al tribunal supremo de la Federación Rusa, para que la adjuntara al proceso contra el PCUS como organización militar, así como a Lech
Walesa, presidente de Polonia. Gorbachev, ya ex presidente niega haber ocultado los documentos sobre la matanza y es procesado por decir que la causa contra el PCUS es un
“proceso de mierda”.
En 1993 Yeltsin, arrodillado en Varsovia, se disculpa ante el pueblo polaco y dos años después promueve la erección de monumentos en memoria de las víctimas. Pero a Polonia
aún le quedaba mucho camino por delante para la reparación de los hechos. Así en el 2005 Varsovia tuvo que sufrir un grave revés cuando la Fiscalía militar rusa concluyó que
la matanza no fue un acto de genocidio sino un crimen militar ya prescrito. Una película dirigida por el laureado cineasta polaco Andrezj Wajda lleva a la gran pantalla en 2007
su visión de los acontecimientos. El cineasta sabía bien de qué hablaba: su padre, el capitán Jakub Wajda, engrosaba la lista de los cadáveres de Katyn.
El mes de abril del 2010, Rusia da un paso determinante al colgar en Internet los archivos del caso. Los documentos ya no eran secretos pero su difusión constituía un gesto
deferencial hacia Polonia.
La reconciliación ruso-polaca parecía cercana cuando otra tragedia cayó sobre Polonia. Como si de una maldición se tratase, el presidente Lech Kaczynski y su esposa María,
fallecieron junto a decenas de políticos en un accidente aéreo cuando se disponían a participar en el 70º aniversario de los hechos de Katyn. Aunque la duda planeó sobre la autoría
de los hechos, nada fue demostrado.
A día de hoy el desenlace de la mayor catástrofe sufrida por Polonia en el siglo XX parece no tener fin: las últimas acciones emprendidas por los parientes de las víctimas tuvieron
lugar hace un año, el 16 de abril de 2012, cuando acudieron al Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo para exigir a Rusia que reconociera su responsabilidad
jurídica y otorgara la calificación de genocidio a lo sucedido. Pero este tribunal se limitó a reconocer los hechos como un crimen de guerra y a condenar a Rusia por no cooperar con
ellos, y concluyó admitiendo su incapacidad para juzgar a ese país sin investigar más el asunto.

Fuente
Lavanguardia.com

29/10/13

EL HOMBRE QUE CREÓ UN BOSQUE.

Cuando en 1953, el escritor francés
Jean Giono escribió la historia de “El
hombre que plantaba árboles“,
parecía tan real, que los lectores
pensaron que el personaje central de
Elzéard Bouffier era una persona viva.
Más tarde, el propio autor aclaró que
se había inventado el personaje con
el propósito de hacer sentir a sus
lectores el amor por la naturaleza, los
bosques y el esfuerzo humano por no
destruir la sostenibilidad del planeta.
Una historia épica que bien podría
corresponder en una historia real a
Jadav Payeng , que a pesar de no
haber oído nunca hablar del libro de
Giono, bien podría ser el ‘Bouffier’
del estado indio de Assam. Plantar,
plantar y plantar árboles fue el ardua
labor que él solito y durante casi 30
años dedicó este residente en una
isla en medio del río Brahmaputra.
Esta es la historia de un creador de
un bosque y además verdadera…
El lugar se encuentra en Jorhat, a
unos 350 kilómetros de Guwahati.
Todo comenzó a mediados de 1979,
cuando las inundaciones anegaron los
grandes bancos de arena de la zona.
Un día después de que las aguas se
retiraron, un adolescente Payeng con
16 años, encontró el lugar salpicado
de cientos de reptiles muertos.Ese
fue el punto de inflexión en su vida.
Sin ningún tipo de protección
arbórea, el calor y las inundaciones
fueron el resultado de esta terrible
carnicería. Desolado, el joven Payeng
se sentó y lloró sobre sus formas sin
vida. Días después alertó al
departamento forestal de la
necesidad de tomar medidas. Les
preguntó si podían plantar árboles
allí. Los responsables del
departamento forestal entre risas le
hicieron saber que en esa zona nada
volvería a crecer.
“Fue doloroso, nadie estaba
interesado y nadie había para
ayudarme”.
Dejando los estudios y su casa,
comenzó a vivir en una cabaña en el
banco de arena. A diferencia de
‘Robinson Crusoe’, él aceptó de buen
grado una vida de total aislamiento y
duro trabajo en pro de la naturaleza.
Y comenzó el sembrado…Regó las
plantas por la mañana y por la
noche. Después de unos años, el
banco de arena se transformó en un
pequeño bosque de bambú. Fue
entonces cuando decidió plantar
árboles más grandes y adecuados.
Recogió y plantó además de
transportar con ellos miles de
hormigas rojas de su pueblo.
Hormigas que podían cambiar las
propiedades del suelo.
En poco tiempo había una gran
variedad de flora y fauna que
irrumpieron en el banco de arena.
Payeng comenzaba a ser feliz en su
particular bosque.
Con el transcurso del tiempo, con su
esfuerzo y aplicando los
conocimientos heredados de sus
antepasados, el bosque creció en
expansión en el centro del banco de
arena. 1360 hectáreas que continúan
creciendo bajo la tutela y largo mimo
de su creador.
En la actualidad con 47 años, Jadav
Payeng, conocido como “Muley”, es
considerado un héroe por los
miembros de su comunidad. Los
lugareños llaman al lugar “Molai
Kathoni“, el bosque de Molai, nombre
de una de las mascotas de Payeng. La
zona es el refugio de animales en
peligro de extinción como el
rinoceronte de un cuerno y el tigre
real de Bengala. Elefantes, aves
migratorias, ciervos y ganado han
atraído a los depredadores. La
naturaleza ha creado un ecosistema
complejo en el bosque de Molai bajo
la atenta mirada del “conservacionis
ta capacitado”.
Curiosamente el Departamento
Forestal del Estado indio, no tuvo
conocimiento del denso bosque en el
banco de arena hasta el 2008. Desde
entonces están mostrando un interés
en la conservación.
“Estamos maravillados con la
increíble labor de Payeng. Él ha
estado trabajando durante 30 años
de su vida en favor de la naturaleza.
Crear todo esto desde la nada es
increíble. Si hubiera sido en
cualquier otro país, hubiera sido un
héroe”.
Muley por fin ha construido una
pequeña casa en las cercanías de la
reserva, aunque ávido amante de la
naturaleza está pensando en ir a
otros lugares del estado para iniciar
una empresa similar….bien podría
ser el ‘Bouffier’ del estado indio de
Assam. El hombre que plantaba
árboles.
Fuente: El BauldeJosetewordpress.com

30/3/12

Un bosque de piedra

El bosque de piedra de
Madagascar, Tsingy
Este conjunto geológico único se
encuentra situado en el Parque
Nacional de Bemaraha en la
provincia de Mahajanga
(Madagascar).
Está declarado Patrimonio de la
Humanidad por la Unesco desde
1990.
Las agujas son de piedra caliza y se
han formado gracias a las lluvias
elevadas de la zona (unos 1.800
milímetros anuales) que disuelven la
parte blanda exterior formada por
roca caliza y dejan al descubierto la
parte interior de un material más
resistente al agua.
A estas formaciones los nativos las
denominan Tsingy ; derivada de la
palabra mitsingitsigina que en el
lenguaje local, el malgache, significa
donde no se puede caminar
descalzo.
El espacio protegido tiene unos 752
kilómetros cuadrados.
En el parque hay varias especies de
lémures que son los únicos que se
mueven con facilidad entre estas
piedras.
Via: zuzutop.com
www.allpe.com