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16/5/14

El cuervo. Edgar Allan Poe

Cierta noche aciaga, cuando, con la
mente cansada,
meditaba sobre varios libracos de
sabiduría ancestral
y asentía, adormecido, de pronto se
oyó un rasguido,
como si alguien muy suavemente
llamara a mi portal.
"Es un visitante -me dije-, que está
llamando al portal;
sólo eso y nada más."
¡Ah, recuerdo tan claramente aquel
desolado diciembre!
Cada chispa resplandeciente dejaba
un rastro espectral.
Yo esperaba ansioso el alba, pues no
había hallado calma
en mis libros, ni consuelo a la
pérdida abismal
de aquella a quien los ángeles Leonor
podrán llamar
y aquí nadie nombrará.
Cada crujido de las cortinas
purpúreas y cetrinas
me embargaba de dañinas dudas y
mi sobresalto era tal
que, para calmar mi angustia repetí
con voz mustia:
"No es sino un visitante que ha
llegado a mi portal;
un tardío visitante esperando en mi
portal.
Sólo eso y nada más".
Mas de pronto me animé y sin
vacilación hablé:
"Caballero -dije-, o señora, me
tendréis que disculpar
pues estaba adormecido cuando oí
vuestro rasguido
y tan suave había sido vuestro golpe
en mi portal
que dudé de haberlo oído...", y abrí
de golpe el portal:
sólo sombras, nada más.
La noche miré de lleno, de temor y
dudas pleno,
y soñé sueños que nadie osó soñar
jamás;
pero en este silencio atroz, superior a
toda voz,
sólo se oyó la palabra "Leonor", que
yo me atreví a susurrar...
sí, susurré la palabra "Leonor" y un
eco volvióla a nombrar.
Sólo eso y nada más.
Aunque mi alma ardía por dentro
regresé a mis aposentos
pero pronto aquel rasguido se
escuchó más pertinaz.
"Esta vez quien sea que llama ha
llamado a mi ventana;
veré pues de qué se trata, que
misterio habrá detrás.
Si mi corazón se aplaca lo podré
desentrañar.
¡Es el viento y nada más!".
Mas cuando abrí la persiana se coló
por la ventana,
agitando el plumaje, un cuervo muy
solemne y ancestral.
Sin cumplido o miramiento, sin
detenerse un momento,
con aire envarado y grave fue a
posarse en mi portal,
en un pálido busto de Palas que hay
encima del umbral;
fue, posóse y nada más.
Esta negra y torva ave tocó, con su
aire grave,
en sonriente extrañeza mi gris
solemnidad.
"Ese penacho rapado -le dije-, no te
impide ser osado,
viejo cuervo desterrado de la negrura
abisal;
¿cuál es tu tétrico nombre en el
abismo infernal?"
Dijo el cuervo: "Nunca más".
Que una ave zarrapastrosa tuviera
esa voz virtuosa
sorprendióme aunque el sentido
fuera tan poco cabal,
pues acordaréis conmigo que pocos
habrán tenido
ocasión de ver posado tal pájaro en
su portal.
Ni ave ni bestia alguna en la estatua
del portal
que se llamara "Nunca más".
Mas el cuervo, altivo, adusto, no
pronunció desde el busto,
como si en ello le fuera el alma, ni
una sílaba más.
No movió una sola pluma ni dijo
palabra alguna
hasta que al fin musité: "Vi a otros
amigos volar;
por la mañana él también, cual mis
anhelos, volará".
Dijo entonces :"Nunca más".
Esta certera respuesta dejó mi alma
traspuesta;
"Sin duda - dije-, repite lo que ha
podido acopiar
del repertorio olvidado de algún amo
desgraciado
que en su caída redujo sus canciones
a un refrán:
"Nunca, nunca más".
Como el cuervo aún convertía en
sonrisa mi porfía
planté una silla mullida frente al ave
y el portal;
y hundido en el terciopelo me afané
con recelo
en descubrir qué quería la funesta
ave ancestral
al repetir: "Nunca más".
Esto, sentado, pensaba, aunque sin
decir palabra
al ave que ahora quemaba mi pecho
con su mirar;
eso y más cosas pensaba, con la
cabeza apoyada
sobre el cojín purpúreo que el candil
hacía brillar.
¡Sobre aquel cojín purpúreo que ella
gustaba de usar,
y ya no usará nunca más!.
Luego el aire se hizo denso, como si
ardiera un incienso
mecido por serafines de leve andar
musical.
"¡Miserable! -me dije-. ¡Tu Dios estos
ángeles dirige
hacia ti con el filtro que a Leonor te
hará olvidar!
¡Bebe, bebe el dulce filtro, y a Leonor
olvidarás!".
Dijo el cuervo: "Nunca más".
"¡Profeta! -grité -, ser malvado,
profeta eres, diablo alado!
¿Del Tentador enviado o acaso una
tempestad
trajo tu torvo plumaje hasta este
yermo paraje,
a esta morada espectral? ¡Mas te
imploro, dime ya,
dime, te imploro, si existe algún
bálsamo en Galaad!"
Dijo el cuervo: "Nunca más".
"¡Profeta! -grité -, ser malvado,
profeta eres, diablo alado!
Por el Dios que veneramos, por el
manto celestial,
dile a este desventurado si en el
Edén lejano
a Leonor, ahora entre ángeles, un día
podré abrazar".
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".
"¡Diablo alado, no hables más!", dije,
dando un paso atrás;
¡Que la tromba te devuelva a la
negrura abisal!
¡Ni rastro de tu plumaje en recuerdo
de tu ultraje
quiero en mi portal! ¡Deja en paz mi
soledad!
¡Quita el pico de mi pecho y tu
sombra del portal!"
Dijo el cuervo: "Nunca más".
Y el impávido cuervo osado aún sigue,
sigue posado,
en el pálido busto de Palas que hay
encima del portal;
y su mirada aguileña es la de un
demonio que sueña,
cuya sombra el candil en el suelo
proyecta fantasmal;
y mi alma, de esa sombra que allí
flota fantasmal,
no se alzará...¡nunca más!.

1/1/14

EDGAR ALLAN POE AL DESNUDO

Los poemas y relatos de terror de
Edgar Allan Poe le han procurado una
fama imperecedera, pero a pesar de
su talento con la pluma y el papel,
en su juventud se vio en la necesidad
de enrolarse en el ejército para poder
sobrevivir. Tras un par de años
alcanzó el grado sargento mayor de
artillería (el más alto rango de
suboficiales), ingresando
posteriormente en la Academia
Militar de West Point, lugar en el que
su dudosa vocación militar se
tambaleó y le hizo buscar
desesperadamente su expulsión,
comenzando desde entonces a faltar
a determinadas clases o a no ir a la
iglesia. Cierto día, las instrucciones
diarias para la formación le indicaban
que debía llevar cintos blancos con
guantes y armas, algo que hizo
pensar a Poe. El poeta se presentó a
la formación desnudo pero por
supuesto con su cinto, los guantes y
las armas, lo que evidentemente
provocó la ansiada expulsión poco
después.
No parece que dejara muy mal
recuerdo entre sus compañeros de
milicia y así para publicar su tercer
libro de poemas, titulado "Poems",
tuvo la ayuda de todos ellos (cada
uno puso 75 centavos, con los que
llegaría a sumar 170 dólares). Sus
compañeros, acostumbrados a los
poemas satíricos que dedicaba en la
Academia a sus superiores se
sorprendieron gratamente con la
enorme calidad de los versos
publicados y Poe en agradecimiento
colocó en el libro la siguiente
dedicatoria: "Este libro está
respetuosamente dedicado al Cuerpo
de Cadetes de los Estados Unidos"

4/4/12

E. ALLAN POE Y VIRGINIA CLEMM, AMOR Y MUERTE

Edgar Allan Poe (1809-1849), a quien
llamaban Eddy, se casó con su prima
Virginia Clemm, a quien solía llamar, de
manera afectuosa, Sissy o “My child-
wife” (esposa-niña), ya que era mucho
menor que él. En realidad, Poe tuvo
poco éxito como literato, aunque
despertó la fascinación en algunos
contemporáneos y varias poetisas.
Incluso, fue acusado por algunos de
acelerar la muerte de su joven esposa,
la cual padecía tuberculosis, aludiendo
a los disgustos que él le causaba.
Sin embargo, Poe la amaba muchísimo
y se preocupó por ella. Esta devoción
se puede evidenciar en una carta
desesperada fechada el 29 de agosto
de 1835 que enviaba a su tía, María
Clemm “Muddie”, en respuesta a una
misiva en la que ella le informaba que
su primo, Neilson Poe, pretendía
recoger a Virginia para ocuparse de
educarla. A lo que Poe respondió: «Las
lágrimas me ciegan mientras le escribo
esta carta y no deseo vivir ni una hora
más. (...) Mi peor enemigo me tendría
lástima si pudiera leer mi corazón. Mi
último asidero en la vida, el último de
todos, se me escapa. No tengo ningún
deseo de vivir y no viviré. Pero he de
cumplir mi deber. Amo, usted lo sabe,
amo a Virginia apasionadamente,
devotamente». Finalizando la carta, le
rogaba que evitara la partida de
Virginia a casa de Neilson.
Edgar y Virginia se conocieron en 1829,
en un viaje que realizó Poe, para visitar
lo que quedaba de su familia en
Baltimore. En ese momento ella sólo
tenia siete años y su hermano Henry,
nueve. Además, vivían en la casa de la
abuela de Poe, que estaba paralítica, y
el hermano mayor del escritor, William
Henry, quien padecía tuberculosis. El
escritor contribuyó con su
manutención utilizando los escasos
recursos que su padre adoptivo, John
Alan, le asignaba.
Al poco tiempo, Poe regresó a
Baltimore, en mayo de 1831, y decidió
quedarse tres años. Solía gustarle la
vivacidad infantil y la alegría de
Virginia, que muchas veces
compensaba su mentalidad de niña
debido a su afección a los doce años,
que impidió su desarrollo cerebral.
También admiraba su belleza, su
cabellera abundante y sus grandes
ojos oscuros.
Al final contrajeron matrimonio el 16 de
mayo en 1836, cuando Virginia tenia 13
años y Edgar 26. Para poder casarse
falsificaron la fecha de nacimiento de
ella.
La vida de Poe aparece marcada por la
tragedia, ya que tuvo que sobrellevar la
muerte de las mujeres que más amó:
su madre Eliza Poe, murió cuando era
niño, le siguió su primer amor, Miss
Jane Standard (madre de un
compañero de colegio) que murió loca
a los 31 años en 1824, su madre
adoptiva, Frances K. Valentine, quien
también murió de tuberculosis y,
finalmente, su esposa Virginia.
En 1845, alcanzó la cumbre de su fama
tras la aparición de «El cuervo». Dos
años después murió Virginia. Poe
consume alcohol, laudano, opio, huye,
se evade. Se siente desnudo, miserable
e incomprendido. Intenta rehacer su
vida y pretende a Helen Whitman,
viuda de buena posición económica y
rica formación cultural.
Virginia fue un exponente para la obra
de Poe, sobre todo en poesías como
“Annabel Lee” y relatos como
“Eleonora”, en el cual la protagonista,
también prima y amada del escritor,
moría trágicamente. En 1842, su
esposa atravesaba una etapa critica de
su enfermedad, sumado a que eran
muy pobres y solo poseían una manta
y una gata para proporcionarle calor.
Su infortunado deceso provocó en Poe
una terrible afección...
Ante la muerte de su esposa, el
escritor se sintió perdido. Buscó
salvación en otro matrimonio; Poe
pensaba que la compañía de otra
mujer podía acallar sus demonios
internos. Poe se lamentaba en una de
sus cartas :«Sin el verdadero, delicado
y puro amor de una mujer no llegaré a
vivir ni un año».Maria Louise Shew,
había sido enfermera de Virginia, fue
una de las primeras opciones, sin
embargo, ella no le correspondía, pero
estuvo a punto de ceder tan sólo por
piedad.
Elmira Royster, el amor truncado de su
juventud, accedió a casarse con él, sin
embargo, Poe se retractó. Poe cortejó
también a Sarah Helen Whitman, con la
cual estuvo a punto de casarse, pero
una fuerte discusión entre ambos
acabo en ruptura. En la misma época,
pretendía a Annie Richmond,
intentando que dejara a su marido.
Poe escribía cartas de amor a ambas
muy parecidas con un día de
diferencia.