8/4/12

LAS CINCO VÍAS DE LA EXISTENCIA DE DIOS, SEGÚN SANTO TOMÁS...

Respondo: La existencia de Dios puede
ser probada de cinco maneras
distintas. 1) La primera y más clara es la
que se deduce del movimiento. Pues es
cierto, y lo perciben los sentidos, que
en este mundo hay movimiento. Y todo
lo que se mueve es movido por otro.
De hecho nada se mueve a no ser que
en cuanto potencia esté orientado a
aquello para lo que se mueve. Por su
parte, quien mueve está en acto. Pues
mover no es más que pasar de la
potencia al acto. La potencia no puede
pasar a acto más que por quien está
en acto. Ejemplo: el fuego, en acto
caliente, hace que la madera, en
potencia caliente, pase a caliente en
acto. De este modo la mueve y cambia.
Pero no es posible que una cosa sea lo
mismo simultáneamente en potencia y
en acto; sólo lo puede ser respecto a
algo distinto. Ejemplo: Lo que es
caliente en acto, no puede ser al
mismo tiempo caliente en potencia,
pero sí puede ser en potencia frío.
Igualmente, es imposible que algo
mueva y sea movido al mismo tiempo,
o que se mueva a sí mismo. Todo lo
que se mueve necesita ser movido por
otro. Pero si lo que es movido por otro
se mueve, necesita ser movido por
otro, y éste por otro. Este proceder no
se puede llevar indefinidamente,
porque no se llegaría al primero que
mueve, y así no habría motor alguno
pues los motores intermedios no
mueven más que por ser movidos por
el primer motor. Ejemplo: Un bastón
no mueve nada si no es movido por la
mano. Por lo tanto, es necesario llegar
a aquel primer motor al que nadie
mueve. En éste, todos reconocen a
Dios.
2) La segunda es la que se deduce de
la causa eficiente. Pues nos
encontramos que en el mundo
sensible hay un orden de causas
eficientes. Sin embargo, no
encontramos, ni es posible, que algo
sea causa eficiente de sí mismo, pues
sería anterior a sí mismo, cosa
imposible. En las causas eficientes no
es posible proceder indefinidamente
porque en todas las causas eficientes
hay orden: la primera es causa de la
intermedia; y ésta, sea una o múltiple,
lo es de la última. Puesto que, si se
quita la causa, desaparece el efecto, si
en el orden de las causas eficientes no
existiera la primera, no se daría
tampoco ni la última ni la intermedia. Si
en las causas eficientes llevásemos
hasta el infinito este proceder, no
existiría la primera causa eficiente; en
consecuencia no habría efecto último
ni causa intermedia; y esto es
absolutamente falso. Por lo tanto, es
necesario admitir una causa eficiente
primera. Todos la llaman Dios.
3) La tercera es la que se deduce a
partir de lo posible y de lo necesario. Y
dice: Encontramos que las cosas
pueden existir o no existir, pues
pueden ser producidas o destruidas, y
consecuentemente es posible que
existan o que no existan. Es imposible
que las cosas sometidas a tal
posibilidad existan siempre, pues lo
que lleva en sí mismo la posibilidad de
no existir, en un tiempo no existió. Si,
pues, todas las cosas llevan en sí
mismas la posibilidad de no existir,
hubo un tiempo en que nada existió.
Pero si esto es verdad, tampoco ahora
existiría nada, puesto que lo que no
existe no empieza a existir más que
por algo que ya existe. Si, pues, nada
existía, es imposible que algo empezara
a existir; en consecuencia, nada
existiría; y esto es absolutamente falso.
Luego no todos los seres son sólo
posibilidad; sino que es preciso algún
ser necesario. Todo ser necesario
encuentra su necesidad en otro, o no
la tiene. Por otra parte, no es posible
que en los seres necesarios se busque
la causa de su necesidad llevando este
proceder indefinidamente, como
quedó probado al tratar las causas
eficientes (núm. 2). Por lo tanto, es
preciso admitir algo que sea
absolutamente necesario, cuya causa
de su necesidad no esté en otro, sino
que él sea causa de la necesidad de
los demás. Todos le dicen Dios.
4) La cuarta se deduce de la jerarquía
de valores que encontramos en las
cosas. Pues nos encontramos que la
bondad, la veracidad, la nobleza y
otros valores se dan en las cosas. En
unas más y en otras menos. Pero este
más y este menos se dice de las cosas
en cuanto que se aproximan más o
menos a lo máximo. Así, caliente se
dice de aquello que se aproxima más al
máximo calor. Hay algo, por tanto, que
es muy veraz, muy bueno, muy noble;
y, en consecuencia, es el máximo ser;
pues las cosas que son sumamente
verdaderas, son seres máximos, como
se dice en II Metaphys. Como quiera
que en cualquier género algo sea lo
máximo, se convierte en causa de lo
que pertenece a tal género -así el
fuego, que es el máximo calor, es
causa de todos los calores, como se
explica en el mismo libro —, del mismo
modo hay algo que en todos los seres
es causa de su existir, de su bondad,
de cualquier otra perfección. Le
llamamos Dios.
5) La quinta se deduce a partir del
ordenamiento de las cosas. Pues
vemos que hay cosas que no tienen
conocimiento, como son los cuerpos
naturales, y que obran por un fin. Esto
se puede comprobar observando
cómo siempre o a menudo obran igual
para conseguir lo mejor. De donde se
deduce que, para alcanzar su objetivo,
no obran al azar, sino
intencionadamente. Las cosas que no
tienen conocimiento no tienden al fin
sin ser dirigidas por alguien con
conocimiento e inteligencia, como la
flecha por el arquero. Por lo tanto, hay
alguien inteligente por el que todas las
cosas son dirigidas al fin. Le llamamos
Dios.