En 1973 John Ball propuso la hipótesis
del zoológico como solución a la
paradoja de Fermi. En sentido estricto,
una hipótesis debe poderse someter a
prueba, así que quizá sea más correcto
referirse a "escenario", aunque esto no
signifique en absoluto que sea mentira,
falsa o menos probable que otras
explicaciones. De hecho, iremos viendo
que hay ideas mucho más audaces e
improbables que la propia explicación
de Ball pero que, sin embargo,
presentan predicciones que se pueden
poner a prueba.
Ball suponía que las CETs
(civilizaciones extraterrestres) eran
ubicuas y que muchas de las que
desarrollasen tecnología se estancarían
o se enfrentarían a la autodestrucción
(ya fuera desde dentro o por factores
externos a ellas), pero probablemente
algunas pervivirían. Por comparación
con las civilizaciones terrestres, Ball
razonaba que solamente necesitamos
considerar las civilizaciones más
avanzadas tecnológicamente. Éstas, en
algún sentido, serán las que controlen
el universo; las menos avanzadas
serán destruidas o asimiladas. Y
entonces surge la pregunta clave:
¿cómo elegirán las CETs altamente
desarrolladas ejercer su poder?
Argumentando, nuevamente, por
comparación con lo que hacemos los
terrícolas, que disponemos o situamos
a otras especies en áreas
determinadas como pueden ser
parques naturales, reservas o
zoológicos, Ball especulaba que la
Tierra constituía asimismo una región
"de vida salvaje" donde los alienígenas
nos mantenían aislados para que nos
pudiéramos desarrollar de forma
natural. La razón por la que no parece
haber interacción entre ellos y
nosotros es que no desean ser
descubiertos y disponen de la
tecnología adecuada para asegurarse
de ello. El escenario del zoológico
sugería, pues, que las CETs avanzadas
simplemente nos observan (existen
variantes sobre la misma idea, una de
las cuales supone que nuestro planeta
es una especie de laboratorio inmenso
en el que todos sus habitantes
hacemos de cobayas).
Esta idea general tiene una larga
historia en la ciencia ficción. Star Trek
recoge la famosa "prime directive"
según la cual la Federación no puede
inmiscuirse ni interferir en el desarrollo
natural de un planeta. La mítica revista
"Astounding" en los años 1950, dirigida
por John W. Campbell consideraba que
la Tierra había sido puesta en
cuarentena por los alienígenas bien
con el propósito de protegernos o más
comúnmente porque constituíamos
una amenaza para ellos. Hasta la
solución de Tsiolkovsky de que las
CETs han dispuesto la Tierra para dejar
que la raza humana evolucione hasta
alcanzar la perfección contiene las
semillas del escenario-zoológico.
Los partidarios de los platillos volantes
tienden a dar validez al escenario del
zoológico aún cuando éste predice
específicamente que nosotros no
deberíamos ver los platillos o cualquier
otra manifestación de tecnología
superior. Si los platillos volantes son
naves espaciales, entonces el escenario
del zoológico debe ser falso por
fuerza.
James Deardorff propuso una variante
de la idea de Ball que fuera compatible
con las observaciones de platillos.
Consistía en que las civilizaciones
avanzadas y benévolas imponen una
prohibición sobre el contacto oficial
con la raza humana. Pero este
embargo no es total: los alienígenas
contactan con aquellos humanos cuyas
historias son improbables de creer
tanto por los científicos como por los
gobiernos. Los alienígenas pretenden
prepararnos poco a poco para el
"shock" que experimentaremos
cuando al fin se nos revelen.
El escenario del zoológico ha sido
atacado por varios frentes. La mayor
dificultad que ofrece es que no
conduce a ninguna parte, no
constituye una hipótesis falsable. Una
buena hipótesis debe sugerir ideas
para observaciones que se puedan
confirmar o desechar y al hacer esto se
generen nuevas hipótesis. resulta difícil
pensar en alguna observación que
pudiese dar validez a la especulación
de Ball. Su única predicción es que no
encontraremos CETs pero este fracaso
difícilmente confirma la sentencia
inicial. Hay algo intrínsecamente
insatisfactorio en una aproximación
según la cual, no importa lo mucho
que lo intentemos, la ausencia de CETs
se explique sencillamente diciendo que
no quieren que los veamos. Yo
también entonces puedo explicar la
falta de gamusinos en mi jardín
diciendo que se vuelven invisibles
cuando miro hacia el lugar, pero esto
es una muy pobre explicación
científica.
Otra crítica tiene que ver con el
antropocentrismo que presupone el
escenario del zoológico. ¿Por qué van
a estar interesados los extraterrestres
en nosotros y no en los delfines,
monos o las abejas, por ejemplo?
Una debilidad aún más seria del
argumento de Ball es que tampoco
explica por qué la Tierra no fue
colonizada mucho antes de que
aparecieran formas de vida complejas.
Quizá el escenario describa la reacción
de las CETs al descubrimiento de vida
inteligente en la Tierra pero ¿hubiera
sido la reacción idéntica si todo lo que
hubiesen hallado fueran organismos
primitivos unicelulares?
Por último, basta con que una CET
rompa el embargo para que veamos a
los alienígenas. Más aún, la solución
propuesta por John Ball no explica por
qué no los vemos ahí afuera, en la
galaxia. ¿Dónde están sus proyectos
de ingeniería, sus sistemas de
comunicaciones? Una cosa es tenernos
aislados y otra muy distinta es detener
u ocultar toda actividad a nuestro
alrededor. Y lo más importante, ¿por
qué suponer que todas las CETs se van
a comportar siempre de la misma
manera con respecto a nosotros?
Sergio L. Palacios
http://fisicacf.blogspot.com.es/