29/4/12

Ordenes de Caballería de Tradición Católica Romana 2

la famosa Orden del Baño inglesa, del siglo XVIII no fué ni ha sido
jamás una “Orden” monástico-
militar sino una orden nobiliaria
de tipo cortesano.
Y la Orden escocesa de San
Andrés del Cardo, que
tradicionalmente solo dispone
de 13 miembros –por referencia
a Cristo y los Apóstoles- no tiene
una fecha de fundación
histórica confirmada,
moviéndose en el terreno de las
“leyendas imposibles” que la
entroncan con Carlomagno, por
lo que, en todo caso y por más
legendaria que fuese su génesis-
sus orígenes parahistóricos
serian incuestionablemente
católicos. Fué “resucitada” en
época estuardista y utilizada
después por los hannoverianos
protestantes a efectos
cortesanos.
Para encontrar “órdenes”
ortodoxas será necesario ir
hasta el reinado del Zar Pedro el
Grande de Todas las Rusias, el s.
XVII, y eran, como la del Baño
inglés, distinciones cortesanas,
pero en todo caso nunca
verdaderas órdenes monástico-
militares de Caballería.
La realidad histórica es que las
Órdenes de Caballería
monásticas y militares son fruto
del Cristianismo Católico
Romano Occidental. Podría
haber algunos caballeros
bizantinos y ortodoxos.
Tal vez.
Pero en el Imperio Bizantino
Cristiano Ortodoxo no hubo
jamás Órdenes de caballería
monásticas y religioso-militares
seguidoras de las reglas de San
Benito de Núrsia, de San Agustín
de Hipona o de San Bernardo
de Claraval.
Tradicionalmente, en Bizancio
no se armaba caballeros ni
como muestra de
reconocimiento imperial; para
recompensar méritos o valores
nombraban sebastocrátores,
basileopátores, estrategos,
déspotas, drungarios, logotetas,
megaduques, curopalatos,
protosebastos, protopoedros,
protobestiarios,
panipersebastos,
pansebastohipérbathos,
protospathariores,
koubikoularios, praepositus
sacrae cubículi, katephanos,
espatharios, hypatos,
anthypatos, protoasekretis y
muchas otras dignidades
palatinas todas ellas muy
vistosas; pero caballeros, como
los entendemos en Occidente,
no.
Bizancio era un imperio, no una
sociedad “feudal” a la
occidental. En todo caso era
“feudal” a la oriental.
El año 1453, Constantinopla
cayó en poder turco; los
Balcanes, a pesar de la
resistencia épica del albanés
Jorge Castriota (Iskander Beg o
Skanderberg = el Señor
Alejandro para los turcos),
también; la religión ortodoxa
quedó sometida al Islam turco
en los Balcanes, sieno, a la larga
Moscú (la Tercera Roma) el
relevo de Constantinopla en este
sentido.
Es evidente que ingleses,
alemanes, flamencos,
holandeses, escandinavos y
otros pueblos europeos
occidentales que ara profesan
mayoritariamente confesiones
cristianas no católicas como la
luterana reformada en sus
diversas formas o la anglicana,
tienen una historia en común:
un pasado católico romano
también mayoritario (husitas,
bogomiles y cátaros aparte); el
mismo rey Enrique VIII de
Inglaterra siempre se consideró
católico a pesar de haber roto
con la jerarquía eclesiástica
romana.
Y la mayoría de alemanes o
daneses del s. XV se
consideraría totalmente papista.
Porque de hecho, las dos
grandes reformas del
Cristianismo Occidental, la
luterana y la Tudor, tuvieron
lugar en el s. XVI; doscientos
años después de la disolución
de la Orden del Temple.
Hasta entonces, la Cristiandad
Católica Romana también eran
ellos. Por ese motivo, la Orden
del Temple y el resto de
Órdenes de Caballería religioso-
militares también integra sus
historias y las pueden tener
como un referente cristiano
anterior a toda división religiosa
en sus tierras respectivas.
Nadie puede negar su pasado.
Y cualquier anglicano actual
sabe que sus antepasados
fueron a la III Cruzada Católica
con Ricardo Corazón de León y
las Órdenes del Temple y del
Hospital y lucharon juntos en
Acre y en Arsuf.
Porque cualquier anglicano
actual sabe que todos los
caballeros templarios ingleses
eran católicos romanos. No
había otros. Un templario era
católico. Y pensaba y actuaba y
rezaba y luchaba como católico
romano papista.
Sin más fantasías.
Iba a las Cruzadas que
ordenaba y/o bendecía el Papa
y Obispo de Roma, sucesor del
Apóstol San Pedro y Piedra
Angular de la Iglesia Cristiana
Católica Apostólica y Romana.
No tendría ningún sentido
pensar otra cosa porque en
1190 no habia alternativas para
ser un monje-cristiano-caballero
de la Orden del Temple.
No hubo Templarios (ni
hospitalarios, ni sepulcristas, ni
santiaguinos, ni calatravos, ni…)
husitas, bogomiles, cátaros o
priscilianistas. O satanistas.
Al menos, públicamente,
oficialmente y/o como colectivo.
O eran católicos o no eran
miembros de la Orden.
Obviamente, menos aún habría
templarios sunnitas, o
seguidores de cualquier religión
no cristiana.
Serían apóstatas.
Por supuesto no pudo haber
nunca templarios luteranos. Ni
anglicanos. Obviamente sería un
anacronismo plantearlo tan
solo.
Y por supuesto, tampoco hubo
ningún templario ortodoxo
griego que se sepa: hubiera sido
imposible técnicamente ser
papista y no serlo
simultáneamente. La Iglesia
Romana lo hubiera
excomulgado y expulsado de la
Orden, en el mejor de los casos,
sino lo hubiera enviado a la
hoguera. La Bizantina le hubiera
sacado los ojos como mínimo…
y después algo peor.
A pesar de la reforma luterana y
Tudor, como ya sabemos, hay
monjes benedictinos también
luteranos en Suecia y Anglicanos
en el Reino Unido.
Pero todos consideran el
patronazgo de la figura de San
Beda el Venerable, que fué -
¿como no iba a serlo en su
época?- católico romano.
La misma Orden Teutónica,
afincada en Prusia, devino
mayoritariamente luterana con
el tiempo, pero nunca renegó
por ello de su historia como
católica cuando lo fué
anteriormente.
¿O es que el Gran Maestre
Hermann Von Salza fué luterano
o bogomil?
Cuestionarlo solo, ya sería negar
sus orígenes.
Por todo lo expuesto es fácil
deducir que la Iglesia Ortodoxa
Bizantina no estuvo nunca
implicada en el hecho histórico
de las Órdenes Monástico-
Militares de Caballería nacidas
en el transcurso de las
Cruzadas.
Como quiera que el modelo
referencial de la Orden Interior
de los CBCS se inspira en el
arquetipo de la Caballería
Templaria, que nació y fué
siempre Católica Romana, es
vital que todo miembro del RER
provinente de la confesión
cristiana de la que venga
(luterana, evangelista, ortodoxa,
malankara, calvinista, anglicana,
melquita, hugonote, maronita,
baptista, anabaptista,
episcopaliana, presbiteriana,
copta o cualquier otra confesión
cristiana trinitaria, todas ellas
muy dignas de respeto y
consideración) que aspire a la
Caballería Bienhechora de la
Ciudad Santa, tenga claro que el
Temple fué, desde su génesis
hasta su disolución, católico
romano.
Los compromisos de la
Caballería en el seno del RER
son los que son ritualmente:
seguramente, cuando Willermoz
creó el RER, pensaría en el
cristianismo mayoritario en su
época, y que podria nutrir
sobradamente las filas
rectificadas: católicos romanos;
luteranos, evangelistas,
hugonotes y calvinistas;
anglicanos, episcopalianos,
prebiterianos…; obviamente
seria difícil que pensase en un
malankara llamando a la puerta
de una logia rectificada para
iniciarse en el RER.
Bienvenido hubiera sido, pero
realmente, la cosa pintaba
“difícil”.
Pero Willermoz sabía
sobradamente que el Temple
fué católico.
De la misma manera, en pleno
siglo XVIII, Willermoz más
difícilmente podría esperar una
gran afluencia de hermanos
ortodoxos griegos al seno del
RER: hasta los hechos -cuarenta
y pico años posteriores- de 1821
(Theodoros Kolokotronis -el
“Garibaldi” griego-, la heroica
Laskarina Bubulina -la “Agustina
de Aragón” o la “Mariana
Pineda” griega-, Missolonghi,
Lord Byron, el poeta mártir Rigas
Velestinlis Feralos, Ioannis
Kapodístrias, Dionisios Solomós
-el poeta normalizador del
griego y autor del himno
nacional griego, un poco entre
los catalanes Aribau y Pompeu
Fabra…-) Grecia formaba parte
del imperio turco otómano; y un
eventual “rectificado” ortodoxo
griego del momento hubiera
sido más candidato al
empalamiento que al
armamento como CBCS...