Las ninfas son personificaciones de las
actividades creativas y alentadoras de
la naturaleza, la mayoría de las veces
identificadas con el flujo dador de vida
de los manantiales: como señala Walter
Burkert, “la idea de que los ríos son
dioses y las fuentes ninfas divinas está
profundamente arraigada no sólo en la
poesía sino en las creencias y rituales;
la adoración de estas deidades está
limitada solo por el hecho de que se
identifican inseparablemente con una
localidad concreta.”
En la mitología griega, una ninfa es una
deidad femenina menor de la
naturaleza, típicamente asociada a un
accidente geográfico o lugar concreto,
a pesar de lo cual eran designadas por
el título de olímpicas, convocadas a las
reuniones de los dioses en el Olimpo y
descritas como hijas de Zeus.
Diferentes de los dioses, las ninfas
suelen considerarse espíritus divinos
que animan la naturaleza, y ser
representadas en obras de arte como
hermosas doncellas, desnudas o
semidesnudas, que aman cantar y
bailar; poetas posteriores las describen
a veces con cabellos del color del mar.
Se creía que moraban en la tierra: en
arboledas, en las cimas de montañas,
en ríos, arroyos, cañadas y grutas.
Según el lugar que habiten, se les
llama Agrónomos, Orestíades y
Náyades. Aunque nunca mueren de
viejas o por enfermedad, y pueden
engendrar de los dioses hijos
completamente inmortales, ellas
mismas no son necesariamente
inmortales, pudiendo morir de
distintas formas.
A lo largo de los mitos griegos actúan
a menudo como ayudantes de otras
deidades principales, como el profético
Apolo, el juerguista dios del vino
Dioniso y dioses rústicos como Pan y
Hermes. Los hombres les ofrecían
sacrificios en solitario o junto con otros
dioses, como por ejemplo Hermes. Con
frecuencia eran el objetivo de los
sátiros.
Todas las ninfas, cuyo número es casi
infinito, pueden ser divididas en dos
grandes clases: La primera abarca
todas aquellas que pueden ser
consideradas como un tipo de
divinidad inferior, reconocida en el
culto de la naturaleza. Los griegos
antiguos veían en todos los fenómenos
ordinarios de la naturaleza alguna
manifestación de la divinidad. Fuentes,
ríos, grutas, árboles y montañas: todos
les parecían cargados de vida, y no
eran más que las encarnaciones
visibles de otros tantos agentes
divinos. Los saludables y beneficiosos
poderes de la naturaleza eran pues
personificaciones y considerados otras
tantas divinidades, y las sensaciones
producidas en el hombre por la
contemplación de la naturaleza
(sobrecogimiento, terror, alegría,
placer) se atribuían a la acción de
diversas deidades de la naturaleza. La
segunda clase de ninfas son
personificaciones de tribus, razas y
estados, tales como Cirene y otras.
Connotaciones sexuales.
Debido a la representación de las
ninfas mitológicas como seres
femeninos que mantienen relaciones
con hombres y mujeres a voluntad, y
completamente fuera del dominio
masculino, el término se aplica a
menudo a quienes presentan una
conducta parecida.
El término «ninfomanía» fue creado
por la psicología moderna para aludir
al «deseo de mantener relaciones
sexuales a un nivel lo suficientemente
alto como para considerarse
clínicamente relevante». Debido al uso
generalizado del término por parte de
profanos y a los estereotipos
asociados a él, los profesionales
prefieren actualmente el término
«hipersexualidad», que además puede
aplicarse tanto a hombres como a
mujeres.
La palabra “nínfula” se usa para aludir
a una muchacha sexualmente precoz.
Este término fue popularizado por la
novela Lolita de Vladimir Nabokov. El
protagonista, Humbert Humbert, usa la
palabra incontables veces,
normalmente en alusión a Lolita.
Información extraída de Wikipedia.
Imagen: Ninfas y sátiro de William-
Adolphe Bouguereau (1873).