13/1/14

Medio Pan y un Libro

"Cuando alguien va al teatro, a un
concierto o a una fiesta de cualquier
índole que sea, si la fiesta es de su
agrado, recuerda inmediatamente y
lamenta que las personas que él
quiere no se encuentren allí. ‘Lo que
le gustaría esto a mi hermana, a mi
padre', piensa, y no goza ya del
espectáculo sino a través de una
leve melancolía. Ésta es la
melancolía que yo siento, no por la
gente de mi casa, que sería pequeño
y ruin, sino por todas las criaturas
que por falta de medios y por
desgracia suya no gozan del
supremo bien de la belleza que es
vida y es bondad y es serenidad y es
pasión.
Por eso no tengo nunca un libro,
porque regalo cuantos compro, que
son infinitos, y por eso estoy aquí
honrado y contento de inaugurar
esta biblioteca del pueblo, la
primera seguramente en toda la
provincia de Granada.
No sólo de pan vive el hombre. Yo, si
tuviera hambre y estuviera desvalido
en la calle no pediría un pan; sino
que pediría medio pan y un libro. Y
yo ataco desde aquí violentamente a
los que solamente hablan de
reivindicaciones económicas sin
nombrar jamás las reivindicaciones
culturales que es lo que los pueblos
piden a gritos. Bien está que todos
los hombres coman, pero que todos
los hombres sepan. Que gocen todos
los frutos del espíritu humano
porque lo contrario es convertirlos
en máquinas al servicio de Estado,
es convertirlos en esclavos de una
terrible organización social.
Yo tengo mucha más lástima de un
hombre que quiere saber y no
puede, que de un hambriento.
Porque un hambriento puede calmar
su hambre fácilmente con un pedazo
de pan o con unas frutas, pero un
hombre que tiene ansia de saber y
no tiene medios, sufre una terrible
agonía porque son libros, libros,
muchos libros los que necesita y
¿dónde están esos libros?
¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una
palabra mágica que equivale a decir:
‘amor, amor', y que debían los
pueblos pedir como piden pan o
como anhelan la lluvia para sus
sementeras. Cuando el insigne
escritor ruso Fedor Dostoyevsky,
padre de la revolución rusa mucho
más que Lenin, estaba prisionero en
la Siberia, alejado del mundo, entre
cuatro paredes y cercado por
desoladas llanuras de nieve infinita;
y pedía socorro en carta a su lejana
familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros,
libros, muchos libros para que mi
alma no muera!'. Tenía frío y no
pedía fuego, tenía terrible sed y no
pedía agua: pedía libros, es decir,
horizontes, es decir, escaleras para
subir la cumbre del espíritu y del
corazón. Porque la agonía física,
biológica, natural, de un cuerpo por
hambre, sed o frío, dura poco, muy
poco, pero la agonía del alma
insatisfecha dura toda la vida.
Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal,
uno de los sabios más verdaderos de
Europa, que el lema de la República
debe ser: ‘Cultura'. Cultura porque
sólo a través de ella se pueden
resolver los problemas en que hoy se
debate el pueblo lleno de fe, pero
falto de luz.

Federico García Lorca

Medio Pan y un Libro. Al pueblo de
Fuente Vaqueros (Granada).
Septiembre de 1931.