Para muchos Sviatoslav Richter es el
mejor pianista del siglo XX. Un
pianista que buscaba siempre de una
forma autocrítica la pura perfección
en sus interpretaciones, sirva de
ejemplo la siguiente anécdota:
"Se hallaba AlexisWeissenberg (otro
gran pianista) en su residencia de
París cuando llamaron a la puerta a
deshora. Era Sviatoslav Richter, el
colosal pianista ruso. Y parecía
consternado. No porque hubieran
escaseado los clamores ni los bises
en el concierto que acababa de
interpretar en la sede de la UNESCO,
sino porque estaba insatisfecho y
decepcionado consigo mismo. Fue el
contexto en que se produjo la visita a
la casa de Weissenberg. Richter no
buscaba un amigote para
emborracharse. Buscaba un piano y
buscaba un pianista. Sabía que el
uno y el otro se encontraban en el
hogar de Weissenberg, de tal modo
que la velada se prolongó cuanto hizo
falta hasta que Richter repitió
íntegramente el concierto «fallido» de
París delante del camarada, expuesto
a sus observaciones y posibles
críticas. Richter necesitaba confiarse
y confesarse ante un colega de su
altura. Que entendiera su debilidad y
que alumbrara las partituras entre
líneas."
Sviatoslav Richter nació en Ucrania
en 1915, aunque en realidad era hijo
de padres alemanes. Esto trajo sus
consecuencias debido que el padre
de Sviatoslav había dado clases de
música en el consulado alemán de
Odessa. Por ello cuando llegaron los
malos tiempos, las sospechas cayeron
inmediatamente sobre él, de tal
manera que fue detenido y ejecutado
por la NKVD durante el régimen
estalinista. Su madre pudo ponerse a
salvo y huyó a occidente. Desde
pequeño Sviatoslav se convirtió en un
músico verdaderamente amante de la
ópera. Su debut como solista tuvo
lugar a los 18 años en la Centro de
Ingenieros de esa ciudad. A los 22
años se hace alumno de Heinrich
Neuhaus y permanece a su lado
durante siete años. En 1940, mientras
todavía era un estudiante del
Conservatorio de Moscú, Richter hizo
su debut en esa ciudad. Fue
entonces que dio en primera
audición la Sonata Nº 6 de Prokofiev,
causando un verdadero impacto tanto
en el auditorio como también en el
compositor. Ocurrió algo similar
cuando Prokofiev completó su séptima
sonata en 1942. El autor se la dio a
Richter para que sea él el que la
estrenara. Este talentoso pianista
invirtió sólo cuatro días para
estudiarla y la presentó ante el
público un mes más tarde. Esta
situación se volvió a repetir con las
sonatas octava y novena, la última de
las cuales le había sido dedicada por
el autor.
En realidad Richter no se destacó
desde edades tempranas como lo
habían hecho varios de sus colegas.
Su maduración vino más tarde. Con el
tiempo este pianista ucraniano llegó
a ser un lector a primera vista
fenomenal (al igual que W.
Gieseking). Aparte de ello era un
estudioso verdaderamente
compulsivo, llegando a estudiar hasta
12 horas diarias. Su inconformismo lo
llevaba a practicar incluso después
de dar un concierto, (de forma
parecida a como también lo hizo
Ferrucio Busoni en su momento).
Richter ha sido un pianista que
penetraba profundamente en cada
autor que interpretaba. Se llegó a
mencionar que cuando tocaba a
distintos compositores parecía que
eran pianistas diferentes, tal era su
versatilidad estilística. Fue un artista
en constante e incansable búsqueda
de perfección. Su gusto por el arte lo
llevó a ser también un excelente
pintor. Recién aparece en occidente
en 1960, más específicamente en los
Estados Unidos, luego Inglaterra,
Francia y Austria. El repertorio de
Richter fue sumamente vasto,
partiendo desde Bach hasta
Shostakovich. A comienzos de los
años sesenta también empiezan
aparecer sus grabaciones, las cuales
han producido en un primer
momento las más variadas reacciones.
Los que estábamos acostumbrados a
escuchar a Beethoven interpretado
por Schnabel, Backhaus o Kempff, en
cierta forma quedábamos como
“descolocados”. Incluso algunos hasta
llegamos a levantar distintas críticas
por el enfoque que Richter daba a
las mismas obras. Pero el tiempo se
encargó de demostrar las ideas
musicales de este gran pianista
ucraniano. Richter siguió un camino
diferente a los pianistas
anteriormente mencionados. El
dinamismo de sus ejecuciones era
también de gran intensidad. En
cierta ocasión el director de orquesta
moscovita Guennadi Rojdestvenski
manifestó con relación a él: “Richter
tenía una energía tremenda....toc
amos dos veces juntos y en ambos
casos hubo bastante dificultad dado
que en vez de colaborar con uno, más
bien trataba de chocar”.
Sviatoslav Richter también tocó
música de cámara junto a Oistrach,
Rostropovich y Kagan. También
acompañó a D. Fischer Diskau, a
Elizabeth Schwarzkopf y a su esposa
Nina Dorliac. Tuvo también un papel
muy importante al poner en escena
obras del inglés Benjamín Britten, el
cual hasta 1963 nunca pudo ser
ejecutado en la Unión Soviética.
Como anécdota interesante se puede
citar que Richter actuó como jurado
en el famoso concurso internacional
de piano “Tchaikowski” en 1958. Este
ucraniano se sintió tan impresionado
por la ejecución del pianista
norteamericano van Cliburn, que le
dio un puntaje final de 100 puntos,
mientras que a los restantes
concursantes “O”. Huelga decir que
Richter no fue invitado nunca más a
integrar este tipo de concursos, al
menos en la Unión Soviética.
Nos llama la atención el hecho de
que Richter, el cual poseía en sus
dedos un abanico muy vasto de
autores, nunca ejecutó el 3er.
Concierto para piano de Rachmaninoff
como tampoco el 5to. de Beethoven.
¿La razón? Pensaba que otros habían
tocado esas obras tan bien que él no
tenía nada más que decir. Tampoco
ejecutaba todas las Sonatas de
Beethoven, todos los Estudios de
Chopin o los preludios de
Rachmaninoff. Este pianista no llegó
a ser docente en ningún
conservatorio. Siempre declinó tales
ofertas. Según se comentaba, su
argumento era que no podía estar
enseñando cuando él mismo tenía
que estar aprendiendo de forma
continua. De todas maneras, el
pianista Andrei Gavrilov siempre
remarcó la influencia de Richter sobre
toda una generación de músicos:
«Richter no es simplemente una gran
Escuela. Es una especie de biofield
mediante el cual uno se siente
absolutamente diferente” mientras
que el artista húngaro Zoltán Kocsis
expresó por su parte “...Richter era
impredecible en sus conciertos....p
ero cuando llegaba a fondo en
algunas de sus interpretaciones, era
colosal...” Un infarto masivo de
miocardio puso fin a la vida de
Sviatoslav Richter en 1997.
La biografía de este pianista ha sido
escrita por Jorge de Hegedüs y ha
sido tomada de la siguiente página:
http://www.hagaselamusica.com/
interpretes/solistas/sviatoslav-richter/