La prima ballerina Anna Pavlova (en la foto con su cisne Jack) era toda
pasión por la danza, tanto es así que
en cierta ocasión un acaudalado
aristócrata ruso le propuso
matrimonio siempre y cuando
aceptara dejar el ballet. Como era de
esperar en un amor que pone
condiciones ganó el ballet, pero
también es cierto que uno de sus
números más recordados está
relacionado con este pretendiente. En
una visita que la Pavlova hizo a la
casa de campo de este potentado
pudo observar la agónica muerte de
un cisne herido en uno de los
estanques de la propiedad. El
impacto que le produjo la visión de la
muerte de tan bella ave fue
sumamente intenso, tanto que se
puso en contacto con el
extraordinario coreógrafo y bailarín
Michel Fokine expresándole lo mucho
que deseaba poder reproducir aquel
instante a través del baile. Era por
ellos conocida la pieza "El cisne"
perteneciente a "El carnaval de los
animales" de Camille Saint-Saëns, un
corto pero bellísimo tema que iba
como anillo al dedo a los
sentimientos que deseaban volcar en
el nuevo ballet, y así, con estas
influencias además de un poema de
Alfred Tennyson (que no soy capaz de
encontrar) nació la coreografía de "La
muerte del cisne" que usaba como
base la pieza de Saint-Saëns. Fokine
hizo un trabajo soberbio que
cambiaría el mundo de la danza para
siempre introduciendo en él las
miniaturas como esta que brillaban
con luz propia, al margen de los
grandes ballets. Tras el estreno, Anna
Pavlova exclamó:
"Tenía la impresión, mientras bailaba,
de que también yo estaba
agonizando"