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PABLO PICASSO Y EL MINOTAURO

Ningún artista plástico ha convertido en símbolo tan recurrente la imagen del minotauro como el pintor
malagüeño Pablo Picasso. Este animal híbrido aparece en muchos de sus trabajos, especialmente en los que
corresponden a la década del `30. En algunos es retratado como un ser perverso, que viola y mata, pero en otros cuadros se lo muestra más como un amante que como un monstruo,
en una relación consensuada con una
mujer. Algunos críticos sugieren que
Picasso utiliza al minotauro para
plasmar la fuerza incontenible de sus
impulsos sexuales. De esta manera, el
minotauro se convertiría en una
especie de “alter ego” del artista, por
medio del cual éste retrata los
avatares de su vida íntima.
Cabe destacar que la identificación
del pintor con figuras de sus lienzos
es común: en su “época rosa”
proyectaba sus experiencias en el
personaje del “arlequín”, mientras
que en los años `50 se identifica con
el protagonista de la serie de El
pintor y la modelo. Según Paloma
Esteban leal, la bestia cretense
bicorne está cargada de una
simbología evidente, que es
inseparable de los otros motivos
taurinos picasianos, el mundo
español y la religión minoica. Como
precedente es necesario mencionar el
culto persa de la deidad Mitra; se
han conservado motivos iconográficos
que la muestran sacrificando a un
toro.
El semi-toro, como personaje, aparece
por primera vez en el lienzo de
Picasso hacia el año 1933, mostrando
su sexo desinhibidamente y un
cuchillo. Siempre se lo retrata con un
carácter hedonista, obsceno, soberbio,
orgiástico. En los grabados donde se
lo representa como un animal ciego,
se combina la mitología minoica con
el mito griego, en especial la historia
de Antígona, hija de Edipo. Los
críticos la han interpretado como una
“ficcionalización plástica” de Marie-
Thérèse, la mujer con quien Pablo
Picasso engañó a su esposa Olga
Koklova.
Cuando la historia se encamina a la
eclosión de la Guerra Civil española,
hacia 1936, el minotauro es
paradójicamente dotado de colores,
cromatismos, dinamismo... Se lo
retrata con diferentes materiales:
gouache, lápiz, óleo, tinta china,
entre otros. Entonces hace su
aparición la figura repetitiva del
caballo, y Dora Maar es la dama que
reemplaza a Marie-Thérèse en la
representación del minotauro como
símbolo de pasiones incontenibles e
irracionales. Nuevamente, obra y
biografía parecen ir de la mano.