5/3/13

SOBRE EL AMOR (OBSTINACIÓN)

«Supe que ser amado no es nada,
que amar, sin embargo, lo es todo.
Y creí ver cada vez más claro que lo
que hace valiosa y placentera la
existencia es nuestro sentimiento y
nuestra sensibilidad. Donde quiera
que viese en la tierra algo que
pudiera llamarse “felicidad”, ésta se
componía de sentimientos. El dinero
no era nada, el poder tampoco. Veía
a muchos que poseían ambas cosas
y eran desdichados. La belleza no
era nada; veía a hombres y mujeres
bellos, que a pesar de toda su
belleza eran desdichados. Tampoco
la salud contaba demasiado. Cada
cual era tan sano como se sentía;
había enfermos que rebosaban de
vitalidad hasta poco antes de su fin,
y personas sanas que se
marchitaban, angustiadas por el
temor de sufrir. La dicha, sin
embargo, siempre estaba allí donde
un hombre tenía sentimientos
fuertes y vivía para ellos, sin
reprimirlos ni violarlos, sino
cuidándolos y disfrutándolos. La
belleza no hacía feliz al que la tenía,
sino al que sabía amarla y
venerarla.
Aparentemente existían muy
diversos sentimientos, pero en el
fondo todos eran uno. A cualquiera
de ellos puede llamársele voluntad o
cualquier otra cosa. Yo lo llamo
amor. La dicha es amor y nada más.
El que es capaz de amar es feliz.
Todo movimiento de nuestra alma
en el que ésta se sienta a sí misma y
sienta la vida, es amor. Por tanto es
dichoso aquel que ama mucho. Sin
embargo, amar y desear no es
exactamente lo mismo. El amor es
deseo hecho sabiduría; el amor no
quiere poseer, sólo quiere amar.
Por eso también era feliz el filósofo
que mecía en una red de
pensamientos su amor al mundo y
que lo envolvía una y otra vez con
su red amorosa. Pero yo no era
filósofo».