7/3/13

LA LEYENDA DE CALAFATE (Leyenda Tehuelche)

En lo que ahora es Magallanes y
mucho tiempo antes de que aquellas
tierras fueran colonizadas, vivían
allí dos grupos de aborígenes: los
tehuelches y los onas. Al parecer, y
de acuerdo con lo que dice la
leyenda, los onas eran muy mirados
en menos por los tehuelches, y si
así no hubiera sido, nada hubiese
sucedido.
Resulta que el jefe del aikén
tehuelche tenía una hija bellísima, la
cual era su orgullo y alegría. Esta
jovencita llamábase Calafate y tenía
unos maravillosos ojos dorados.
Para mal de sus pecados sintiéndose
en todo superiores a los onas, era
costumbre tehuelche que, al cumplir
la mayoría de edad, algún joven ona
fuese consagrado por el brujo del
pueblo.
El joven ona que llegó al aiken para
serlo resultó ser tan guapo y tan
garrido que Calafate, con solo verlo,
se enamoró locamente de el y él de
ella. Este gran amor echó raíces en
ambos: decidieron huir, sabiendo
que sus dos tribus no aceptarían su
unión. En un lugar lejano ambos
levantaron su choza: pero alguien
supo de los planes y sin perder un
segundo le comunicó al jefe y padre
de Calafate.
De acuerdo con su tradición, la vida
del joven ona era sagrada en las
presentes circunstancias; por lo
tanto el jefe intentó convencer por
otros medios a Calafate de apartarse
del ona y olvidar a su bien amado.
¡Todo fue en vano! ¿Cómo su hija,
siempre siempre dócil y respetuosa
de su padre y de las leyes de su
tribu, ahora se mostraba tan
rebelde e indómita?
Convencido de que aquéllo era obra
del Gualiche, la deidad maligna,
hizo venir a la bruja de su tribu y le
ordenó que impidiera la huida de
los enamorados, hechizando a
Calafate, pero que sus maravillosos
ojos dorados siguieran mirando su
aikén, fuese cual fuese el hechizo.
Ni corta ni perezoza, la bruja la
transformó en un arbusto que, cada
primavera, se cubre de flores
doradas, las que parecían
contemplar el paraje donde conoció
a su amado. El joven ona la buscó
en vano por toda la región, hasta
morir de pena.
La bruja, al darse cuenta del daño
que había causado, hizo que esas
flores, al caer, se convirtieran en un
dulce fruto de color púrpura. Y ese
fruto es el corazón de la hermosa
tehuelche.
Fuente: Leyendas Paganas