Hace miles de años, los humanos 
 vivían en contacto directo con sus 
 Ángeles Guías o Ángeles de la Guarda, 
 y que, por alguna razón, seguramente 
 vinculada al Pecado Original, tuvieron 
 que dejar de vivir conjuntamente con 
 éllos. Los Ángeles, apenados por la 
 pérdida de la compañía de los 
 humanos, , obsequiaron a éstos con 
 colgantes esféricos de plata pura que, 
 al agitarlos, sonaban como 
 campanillas. 
 Estas esferas eran un símbolo de 
 protección. Los Ángeles se despidieron 
 de los humanos y les explicaron que, 
 aunque ya no los volverían a ver, si se 
 sentían en peligro, desprotegidos o 
 simplemente tristes, sólo necesitaban 
 agitar la esfera, ya que, cuando 
 escuchara su sonido, el Ángel Guía - 
 Ángel Guardián- de cada uno, acudiría 
 en su ayuda o compañía. 
 Los Ángeles pusieron una condición: el 
 colgante sería de uso exclusivo y 
 personal, pues todos tenían un sonido 
 propio y reconocible por cada Ángel 
 Guía -Ángel de la Guarda-, y este ángel 
 no puede ser prestado a otra persona. 
 Si se contravenía esta condición, la 
 magia y protección de la esfera 
 desaparecería. También explicaron a 
 los humanos que el mismo colgante 
 podía ser utilizado por una madre y su 
 bebe mientras éste se encuentra en 
 gestación, ya que en este estado, 
 ambos comparten un Ángel Guía. Una 
 vez que el bebé hubiera visto la luz, la 
 madre debía decidir si el colgante se 
 utilizaba para su protección o para la 
 de su hijo recién nacido.
