Arché, según otros, arjé, o también
arkhé, del griego, "fuente",
"principio" u "origen", es un
concepto en filosofía de la antigua
Grecia, significando el comienzo del
universo o el primer elemento de
todas las cosas. También puede
significar sustancia o materia, es
decir, aquello que no necesita de
ninguna otra cosa para existir, sólo
él mismo.
Tales de Mileto argumentaba que el
agua es el origen y esencia de todas
las cosas en el mundo, quizás, la
primera explicación significativa del
mundo físico.
Tales fundó la llamada Escuela de
Mileto, a la cual también
pertenecieron filósofos como
Anaximandro, que sostenía que el
arché era el Ápeiron (lo
indeterminado, aquello que carece
de límites); y Anaxímenes, que
consideraba que lo era el aire o la
niebla, fluido por excelencia.
Posteriormente surgió de manos de
Pitágoras la escuela pitagórica,
caracterizada por la identificación
del arché con los números. Hay que
considerar que la escuela pitagórica
no consideraba al número como
algo abstracto, sino que lo veían
como algo real. Lo consideraban la
más real de las cosas y
precisamente por esto lo concebían
como el principio constitutivo de las
cosas.
Heráclito parece que retormó a los
elementos naturales proponiendo el
fuego como arché por su naturaleza
dinámica. Sin embargo para él el
principio originario era el lógos, la
palabra; y era solo comparable al
fuego puesto que el fuego es para él
una analogía del lógos, ya que el
fuego "con mesura se enciende y
con mesura se apaga" así como el
logos, (con mesura) da a cada uno
su parte del lógos.
Opuesto al monismo, que establecía
la existencia de un solo tipo de
arché, surgió el pluralismo. Un
importante pluralista, Empédocles,
decía que todo se componía de
tierra, aire, agua y fuego. Otro,
Anaxágoras, defendió que existía
una infinidad de componentes del
universo.
El último gran presocrático,
Demócrito, argumentó la existencia
de átomos, o partículas diversas que
ni se crean ni se destruyen y que al
agruparse construyen todo lo que
conocemos.
Fuente: Wikipedia.