"… abrí mi cuarto, mi pequeña
apariencia de hogar, donde me
esperaban el sillón y la estufa, el
tintero y la caja de pinturas, Novalis
y Dostoyevski, igual que a los otros, a
los hombres verdaderos, cuando
vuelven a sus casas, los esperan la
madre o la mujer, los hijos, las
criadas, los perros y los gatos."
“El lobo estepario tenía, por
consiguiente, dos naturalezas, una
humana y otra lobuna; ése era su
sino. Y puede ser también que este
sino no sea tan singular y raro. Se
han visto ya muchos hombres que
dentro de sí tenían no poco de perro,
de zorro, de pez o de serpiente, sin
que por eso hubiesen tenido mayores
dificultades en la vida. En esta clase
de personas vivían el hombre y el
zorro, o el hombre y el pez, el uno
junto al otro, y ninguno de los dos
hacía daño a su compañero, es más,
se ayudaban mutuamente, y en
muchos hombres que han hecho
buena carrera y son envidiados, fue
más el zorro o el mono que el hombre
quien hizo su fortuna”.
“¿Cómo no había yo de ser un lobo
estepario y un pobre anacoreta en
medio de un mundo, ninguno de
cuyos fines comparto, ninguno de
cuyos placeres me llama la atención?
No puedo aguantar mucho tiempo ni
en un teatro ni en un cine, apenas
puedo leer un periódico, rara vez un
libro moderno; no puedo comprender
qué clase de placer y de alegría
buscan los hombres en los hoteles y
en los ferrocarriles totalmente llenos,
en los cafés repletos de gente oyendo
una música fastidiosa y pesada; en
los bares y varietés de las elegantes
ciudades lujosas, en las exposiciones
universales, en las carreras, en las
conferencias para los necesitados de
ilustración, en los grandes lugares de
deportes; no puedo entender ni
compartir todos estos placeres, que a
mí me serían desde luego asequibles
y por los que tantos millares de
personas se afanan y se agitan. Y lo
que, por el contrario, me sucede a mí
en las raras horas de placer, lo que
para mí es delicia, suceso, elevación y
éxtasis, eso no lo conoce, ni lo ama,
ni lo busca el mundo más que si
acaso en las novelas; en la vida, lo
considera una locura. Y en efecto, si
el mundo tiene razón, si esta música
de los cafés, estas diversiones en
masa, estos hombres americanos
contentos con tan poco tienen razón,
entonces soy yo el que no la tiene,
entonces es verdad que estoy loco,
entonces soy efectivamente el lobo
estepario que tantas veces me he
llamado, la bestia descarriada en un
mundo que le es extraño e
incomprensible, que ya no encuentra
ni su hogar, ni su ambiente, ni su
alimento.”
De todas las novelas se aprende algo;
de esta se puede aprender mucho.
De parte de la forma: estilo,
estructura, tono, ritmo,…; de parte
del fondo: contenido filosófico y
reflexiones humanas que siguen
plenamente vigentes como los
problemas del individuo con la
sociedad y consigo mismo.
La novela, además, va degradándose
conforme avanza la narración
transformando la realidad en fantasía
o mezclando ambas.
No es un libro fácil, pero su lectura
merece mucho la pena.