Me muero por decir que hoy no sólo
los electrodomésticos son
desechables; que también el
matrimonio y hasta la amistad es
descartable.
Pero no cometeré la imprudencia de
comparar objetos con personas.
Me muerdo para no hablar de la
identidad que se va perdiendo, de la
memoria colectiva que se va tirando,
del pasado efímero.
No lo voy a hacer.
No voy a mezclar los temas, no voy a
decir que a lo perenne lo han vuelto
caduco y a lo caduco lo hicieron
perenne.
No voy a decir que a los ancianos se
les declara la muerte apenas
empiezan a fallar en sus funciones,
que los cónyuges se cambian por
modelos más nuevos, que a las
personas que les falta alguna función
se les discrimina o que valoran más a
los lindos, con brillo y glamour.
Esto sólo es una crónica que habla de
pañales y de celulares.
De lo contrario, si mezcláramos las
cosas, tendría que plantearme
seriamente entregar a la bruja como
parte de pago de una señora con
menos kilómetros y alguna función
nueva.
Pero yo soy lento para transitar este
mundo de la reposición y corro el
riesgo que la bruja me gane de mano
… y sea yo el entregado.
Y yo…no me entrego.”
Marciano Durán