Lord Byron tenía un gran aprecio por
los animales; de hecho se cuenta que
mientras estudiaba en Cambridge,
guardó un oso en una institución en
donde estaban prohibidos los
animales domésticos. En otras épocas
de su vida tuvo de compañía a los
más variados animales, desde zorros
a águilas, pasando por monos, loros,
gatos y un curioso etc. Pero su cariño
llegó a cotas dignas de recordar en el
caso de su perro, por el que fue
capaz de poner en riesgo su propia
vida. El caso es que en cierta ocasión
que viajaba a bordo de un barco, su
magnífico perro de raza terranova,
llamado "Boatswain" (que se podría
traducir por "contramaestre") cayó al
agua y el famoso escritor de "El
corsario" exigió al capitán que parara
la nave y enviara a alguien a rescatar
al animal. Como quiera que el
capitán le contestó que solo podía
hacer una cosa así cuando era una
persona la que estaba en el agua,
Byron se tiró al mar y tras coger al
perro pidió nuevamente al capitán
que parara la nave, ahora sí, con un
hombre a quien salvar. No es de
extrañar que Lord Byron dijera con el
tiempo: "Cuanto más conozco a los
hombres más aprecio a mi perro". De
hecho cuando "Boatswain" falleció
Byron le dedico un pequeño
monumento en su jardín en el que se
podía leer el siguiente epitafio:
Aquí reposan
los restos de una criatura
que fue bella sin vanidad
fuerte sin insolencia,
valiente sin ferocidad
que tuvo todas las virtudes del
hombre
y ninguno de sus defectos.
En la fotografía se puede ver una
escultura de Lord Byron y su perro
Boatswain en la londinense Park
Lane. La obra fue esculpida por
Richard Claude Belt y fue erigida por
suscripción pública en 1881. El
pedestal de mármol rosa fue un
regalo del gobierno griego en
agradecimiento de la participación de
Byron en su revolución, en el
transcurso de la cual perdió la vida