El criado llega aterrorizado a casa de
su amo.
- "Señor", dice, "he visto a la Muerte
en el mercado y me ha hecho una
señal de amenaza".
El amo le da un caballo y dinero, y le
dice:
- "Huye a Samarra".
El criado huye. Esa tarde, temprano,
el señor se encuentra la Muerte en el
mercado.
- "Esta mañana le hiciste a mi criado
una señal de amenaza", dice.
- "No era de amenaza", responde la
Muerte, "sino de sorpresa. Porque lo
veía ahí, tan lejos de Samarra, y esta
misma tarde tengo que recogerlo
allá."
Este cuento presente desde antiguo
muy variadas versiones, resultando
esta la adaptación que Gabriel García
Márquez recoge en su libro Gabriel
García Márquez, "Cómo se cuenta un
cuento"
Mención especial merece la escultura
que encabeza el cuento. Es una obra
atribuida al escultor Jaume Serra,
pero que muy posiblemente sea obra
de uno de los miembros de su taller,
llamado Joan Fontbernat Paituví. La
escultura se llama "El beso de la
muerte" y se encuentra en el
Cementerio de Poblenou (Barcelona).
La obra representa un esqueleto
alado, la muerte, que en una actitud
casi erótica besa la sien de un joven
que se desploma. Hacia 1930 la
familia Llaudet perdió un hijo en
plena juventud y quiso hacer una
escultura para su tumba, que
representase los siguientes versos de
Mossèn Cinto Verdaguer que figuran
en su epitafio y que a continuación
cito:
Mes son cor jovenívol no pot més;
en ses venes la sanch s’atura y glaça
y l’esma perduda amb la fe s’abraça
sentint-se caure de la mort al bes.
(Mas su joven corazón no puede más;
en sus venas la sangre se detiene y
se hiela
y el ánimo perdido con la fe se
abraza
sintiendose caer al beso de la
muerte )