La mala traducción, un error en
la escritura o un mero capricho
ha sido el origen de muchos de
los términos actuales, así como
de algunas creencias populares.
Vamos a repasar las más
curiosas.
- El acné no debía llamarse acné.
En inglés, la palabra “acné” se
usó por primera vez en 1835,
pero su origen se halla en un
error ortográfico asirio de hace
ya mil quinientos años. En el
siglo VI, Aecio Amideno, un
médico de la ciudad de Amida
(en lo que ahora es Turquía),
acuñó una palabra nueva, akne,
para describir un grano. Había
querido escribir Akme (punto, en
griego). Hoy acmé significa otra
cosa: definición . No confundir
con Acme, la ficticia fábrica de
gadgets a los que recurría el tal
para cazar al Correcaminos.
- La partícula de Dios . El bosón
de Higgs, bautizado
popularmente por León
Lederman como la partícula
divina en realidad debía llamarse
la partícula puñetera (The
Goddam Particle). Al parecer, el
editor de libro de Lederman
consideró que tal expresión era
muy fea y decidió convertir en
Goddam en God. Ahora la
partícula, que nada tiene de
divino, al llamarse como se llama
por capricho, ha conseguido
atraer incluso la atención de la
Iglesia.
-Aunque suponemos que los
libros que menos errores deben
incluir en sus páginas son los que
tratan de ciencias exactas, como
las matemáticas, incluso un libro
de Arquímedes (287-212 a de C.)
contiene errores intencionados
para confundir a sus
competidores y atrapar a los
que quisieran hacer pasar como
suyos sus postulados
matemáticos . El libro es un
tratado titulado De Shaera et
cylindro (De la esfera y el
cilindro).
- El error del hierro de las
espinacas . Las espinacas, en
realidad, sólo contienen 17
miligramos de hierro por cada
kilo de verdura. Las judías
cocidas, por citar un ejemplo,
llegan a los 76. La razón de este
idea equivocada hay que
buscarla en los primeros meses
de la Segunda Guerra Mundial,
cuando las autoridades
encargaron a un presunto
experto la búsqueda de un
alimento rico en hierro para
introducirlo en la dieta infantil. El
comisionado leyó en un texto
científico alemán que las
espinacas contenían mucho
hierro, sin fijarse en que se
trataba de una errata de
imprenta.
- También hay errores
intencionados de lugares
geográficos a causa de las
servidumbres fonéticas. Pago
Pago, el principal puerto del
archipiélago de las islas Samoa,
en el Océano Pacífico, se llama
así debido a un error deliberado
producido por los misioneros
europeos que trataron de escribir
las costumbres del lugar y hacer
un glosario del habla local. Al
parecer, la mayor parte de las
palabras de los habitantes de
esta región contienen un sonido
de “n”. Como no existían tantos
tipos de plomo con esa letra en
las imprentas locales, se vieron
obligados a eliminar algunas en
su libro, que luego se difundió
con estos cambios. En realidad,
el nombre que los nativos habían
dado a su isla era Pango Pango.
fuente:
www.papelenblanco.com