23/9/12

LEONOR DE AQUITANIA

En torno a Leonor de Aquitania existe
una leyenda negra alimentada por el
paso de los siglos y la multitud de
elucubraciones que se han hecho en
relación a su comportamiento, su
aspecto físico, su espléndida
preparación cultural, su amor por el
mundo trovadoresco y su increíble
fortaleza, pues vivió ochenta años en
un mundo en el que la esperanza de
vida era mucho menor. Una
trascendencia nada habitual para una
mujer de la época.
Esta visión tan negativa de la duquesa
de Aquitania comienza con las los
testimonios que recogen los monjes y
los clérigos de la época, quienes se
encargaron, tal vez bajo una mirada de
desconfianza hacia la mujer, de
mostrar a una Leonor que, lejos de
llevar una vida tranquila, transgrede las
normas habituales. Además, y como
muestra inequívoca de maldad, la
describen como una mujer muy bella y
por ello sospechosa de cualquier
acción contra los hombres.
En épocas posteriores, los
documentos que éstos últimos dejaron
fueron interpretados por historiadores,
quienes adoptan diferentes posturas
entorno a la figura de Leonor. Los
franceses reprocharán a Leonor haber
roto, con su conducta y su divorcio, la
unidad francesa . Otros, por el
contrario, describen a Leonor como
una reina avariciosa, egoísta,
elucubradora y sedienta de poder. Un
tercer grupo de historiadores
considera a Leonor de Aquitania como
una de las primeras feministas de la
Historia. Hay por tanto, interpretacione
s para todos los gustos.
Independientemente de estas ideas, y
como dijo Jean Flori, el mejor biógrafo
de Leonor de Aquitania, no es posible
separar a Leonor de su leyenda
porque tan sólo la conocemos a través
de ésta .
Por último, cabe recordar que Leonor
fue dos veces reina y madre de tres
reyes. Intentó vivir la vida que ella
quería. Así nace su historia: una mujer
entre el mito y el símbolo.
Leonor de Aquitania (Poitiers 1122-
Abadía de Fontevraud 1204), fue
consorte de Francia e Inglaterra tras su
matrimonio con Luis VII de Francia
primero y Enrique II de Inglaterra
después. No obstante, ella aportó
numerosas posesiones a sus
matrimonios, como el ducado de
Aquitania, terreno que le dio el
nombre y el prestigio internacional.
Fue la primogénita de Aenor de
Chatellerault y Guillermo X, duque de
Aquitania, quien se encargó de
educarla en el arte de leer y escribir, la
cetrería, la caza y la estrategia militar,
tal y como se educaría a un varón y no
a una mujer.
A la muerte de éste, cuando Leonor
solo contaba con 13 años -o 15,
puesto que no se ha podido
corroborar su fecha de nacimiento,
que se fija en 1122 o 1124-, se
convierte en la heredera del condado
de Poitiers y del Ducado de Gascuña y
Aquitania, una extensísima porción de
terreno que llegaba hasta los Pirineos y
de la que su padre se encargó que
sólo pudiese ser heredada por sus
descendientes directos y nunca pasase
a manos de sus maridos.
Ese mismo verano de 1137, Leonor se
casa con Luis VII de Francia, de tan
sólo dieciséis años. Cuando llega a su
nuevo hogar descubre que las
costumbres son radicalmente distintas:
la corte es fría, austera, sin trovadores
ni poesía caballeresca. Intenta llenar
ese vacío con juglares que recoge y
que son considerados por muchos, tal
vez por desconocimiento sobre
quienes eran y qué hacían, como una
ofensa, aunque esto no es más que el
intento de copiar el ambiente que ella
había vivido desde pequeña en su
casa. Leonor continúa de esta forma la
tradición familiar (a su abuelo
Guillermo IX se le atribuyen los versos
más antiguos encontrados en el reino
de Francia, escritos en lengua de oc)
de proteger y ayudar a la poesía
trovadoresca tanto en Francia como en
Inglaterra.
El matrimonio entre ambos empieza a
desmoronarse tras unos
enfrentamientos directos con el Papa a
causa de la boda de la hermana de
Leonor, Petronila, con Raúl de
Vermandois, el primo del Rey, casado
con Eleonora, sobrina de un conde
poderoso que no permite el desaire
que se hace a su familia. Tras poner en
jaque a la diplomacia francesa y
vaticana, Leonor, que encabeza la
petición, y su marido Luis consiguen
que el matrimonio se acepte.
Tras este tiempo de conflictos del que
se derivó una matanza, Luis VII decide
emprender camino, tal vez para
redimirse de sus pecados, hacia la
cruzada que tuvo lugar en 1144.
Leonor decide acompañar a su
marido. Dice un cronista de la época,
Nicetas Conictes, que ella participó en
la contienda, que se la podría situar
entre las lanzas y los escudos,
montando su caballo como cualquier
varón.
Tras la Cruzada se desplazan a
Antioquia, donde es acusada, sin saber
aún hoy la verdad, de mantener
relaciones con uno de sus tíos, el
príncipe de la ciudad. Su marido,
airado por tal hecho, le obliga a
marchar con él a Jerusalén.
A su vuelta se quedó embarazada y
dio a luz, de nuevo, a una mujer, la
segunda, lo que provoca una profunda
decepción en su marido.
En marzo de 1152 obtiene la anulación
de su matrimonio bajo la excusa de
consanguinidad en cuatro grado. Unos
meses después contrae matrimonio
con Enrique de Anjou- posteriormente
conocido como Enrique de
Plantagenet- dando lugar al Imperio
Angevino, un territorio que se extendía
desde Escocia a los Pirineos y que sin
lugar a dudas suponía un gran desafío
hacia el rey de Francia, el anterior
marido de Leonor. Del matrimonio
nacieron ocho hijos, entre los que se
encuentran los famosísimos Ricardo
Corazón de León y Juan sin Tierra.
El matrimonio se rompe cuando
Leonor descubre la aventura de su
marido con Rosamunda de Clifford y
no acepta ser la segunda en
importancia. Éste fue el detonante que
llevó a Leonor de Aquitania a Poitiers
junto a sus hijos. En 1170, Leonor
indujo a su marido a entregar a su hijo
Ricardo Corazón de León los dominios
de Gascuña, Aquitania y Poitou, que
eran de su propiedad. Mientras tanto,
y para salvaguardar el futuro de sus
hijos, se pone con contacto con Luis
VII, quien fuera su marido, para que
apoye a sus hijos contra su padre,
Enrique de Inglaterra. Luis saldría
beneficiado si triunfaba la revuelta e
incluso podría recuperar la primacía
en el continente europeo.
Una vez fracasada la rebelión de tres
de sus hijos contra el padre, Leonor es
acusada de traición y encarcelada
durante más de quince años. No fue
hasta la muerte de Enrique de
Inglaterra y la coronación de su hijo
Ricardo cuando es liberada. Es además
la época en la que mayor libertad
conocerá, y será realmente cuando
reine: su hijo Ricardo decide marchar a
las cruzadas y dejarla a ella como
reina.
Leonor de Aquitania muere en la
abadía de Fuentevraud, no sabemos
en qué condiciones, ya que su muerte
no está mucho mejor relatada que su
nacimiento. Lo que sí podemos
asegurar es que la abadía era el
panteón familiar de los Plantagenet y
Leonor, desde hacía mucho tiempo,
había mostrado su interés por el santo
lugar donde reposaban su esposo
Enrique II, su hijo Ricardo y su hija
Juana . Se mantuvo activa hasta el
último día de su muerte, luchando por
asegurar el dominio de sus hijos.
Fuente: arteguias.com