“Metrópolis”, la obra maestra de 1927. Antes de nada hay que decir que estamos ante una de las películas más maltratadas y mutiladas de la historia del cine: la peli pensada por Fritz Lang y su mujer Thea solo se pudo ver en Alemania en 1927, y duraba 170 minutazos. Cuando se estrena en los USA, en abril de ese año, ya tiene 50 minutos menos, en una versión que será el montaje más común hasta la fecha. Pero aparte hay multitud de versiones: una de 94 minutos americana, que es la que se editó en VHS y otra, de 147 minutos, restaurada por el historiador Enno Patalas y que se puede conseguir en DVD, siendo esta la más parecida a la idea original. En junio de 2008 fue hallada en el Museo del Cine de Buenos Aires una copia en 16 milímetros casi completa del filme, que se creía "extraviada" desde poco después de su estreno, en Berlín, en 1927.
Una novela de Thea Von Harbou, esposa de Lang, titulada “Metrópolis”, de 1926, que, a su vez, estaba inspirada en “L’Eve future” de Villiers de L’Isla-Adam, aunque Lang solía decir que todo comenzó en un viaje de 1924 a Nueva York, donde quedó fascinado con los rascacielos.
La historia se desarrolla en una impresionante urbe del siglo XXI (año 2026), donde los obreros viven en un submundo del que no pueden salir y los ricos y pensadores viven en la superficie, en un mundo de grandes rascacielos y coches que vuelan. Este conflicto está llegando a un punto culminante, pues los currantes, harticos de la explotación a la que son sometidos, se comienzan poco a poco a rebelar, surgiendo la carismática figura de María, una joven que defiende la causa de los desheredados, pero, en lugar en buscar la revuelta, prefiere una salida pacífica, esperando la llegada de un mediador que cree un equilibrio entre ambos mundos.
El hijo del presidente de la megalópolis, Freder, conoce a María y se queda pillado: la sigue y descubre, pasmado, el mundo subterráneo de los trabajadores y la situación a la que son sometidos por sus congéneres. Y decide unirse a la lucha de María…
El presidente de la metrópolis, enterado de estas actividades subversivas, se pone en contacto con un científico que le muestra un robot humanoide que había inventado y que es capaz de adquirir la apariencia y la conducta de cualquiera, así que deciden suplantar a la joven rebelde María y promover disturbios y descontento, para justificar una represión violenta contra los currelas.
La cosa se pone truculenta cuando nos enteramos de que el robot contiene el alma de la difunta mujer del científico, que tuvo un romance con el presidente de la ciudad, y que falleció cuando dio a la luz a su hijo Freder. El científico pretende usar el robot para vengarse del presi, su hijo y de todo el mundo…
Siguiendo la manipulación del robot, los trabajadores inician la revuelta, destruyendo la maquina corazón, que proporciona la energía a toda la ciudad, mientras la autentica María esta presa. Claro que, al destruir esto, los tanques de agua de la ciudad se rompen e inundan el mundo subterráneo, pero, gracias a la intervención de Freder y la autentica María, que ha sido rescatada por él, consiguen salvar a todos los niños de los obreros, que, enterados del complot, deciden vengarse, acabando con el robot y con el científico e instaurando un equilibrio social, bajo el lema "Mittler zwischen Hirn und Hand muss das Herz sein" (mediador entre el cerebro y la mano ha de ser el corazón), una simbólica reconciliación entre el trabajo y el capital.
Queda claro, viendo la peli, o simplemente leyendo el resumen, que se muestran preocupaciones sociales importantes en esta película, apoyadas, por un lado, en un marxismo básico, con dos clases antagónicas enfrentadas y una alienación clara en el trabajo. Pero por otro lado, el desenlace final, que muestra el pacto de estado entre las clases recuerda al nacionalsocialismo hitleriano y su estructura corporativista, que triunfarían unos cuantos años después. Sin duda detrás de esto estaba la mano de Thea, la esposa de Lang, simpatizante de los nazis, al contrario que el director.
Lang, en realidad, estaba más interesado en los aspectos técnicos y visuales de la película, especialmente en los arquitectónicos. La película es un autentico “tour de forcé” visual, con unos decorados impresionantes y una fotografía esplendida. Siempre ha sido considerada como la última obra del cine expresionista alemán, y en parte es cierto, pues aun se manifiestan muchas de sus características, pero, por otro lado, también se perciben otras influencias, como el futurismo de Umberto Boccioni o el “Art déco” en los interiores.
Destaca, además, la capacidad impresionante del cineasta para controlar el ritmo de la peli, con un genial montaje y unos planos magníficos y precisos, con múltiples escenas paralelas, flashbacks…
Como curiosidad decir que en 1984 se presentó una versión restaurada con algunas modificaciones y escenas coloreadas, así como una banda sonora compuesta por Giorgio Moroder y en la que colaboran cantantes como Bonnie Tyler o Freddie Mercury y los Queen.
En fin, una obra maestra, pionera en el género de la ciencia ficción futurista