“Poema del no-ser”
El texto es bastante complejo, pues emplea numerosos conceptos abstractos en plural, imposibles de traducir directamente, como, por ejemplo “lo que siembra y lo que es grande”, que quiere decir “había sembradores y grandezas”, es decir, principios que engendraban simientes y poderes capaces de hacerlas grandes. Detrás de todo esta lirica poetica subyace, aunque parezca mentira un problema ontológico claro: la relación entre el ser y el no-ser, entre la existencia y la nada. Vamos a intentar encontrar el sentido, que lo tiene, a esta genial reflexión acerca del mismo problema al que se enfrentó Parménides, y al que se enfrentaran Sócrates y Platón, de los que hablaremos en próximos artículos de esta sección.
Hay un problema grave, y es la difícil traducción de palabras que no se corresponden con conceptos nuestros.
Sea como sea, al traducir, perdemos muchas connotaciones importantes, que, sin embargo, un experto en sanscrito si capta. Por eso tenemos que partir de las ideas generales que ambas culturas compartimos.
Por otro lado, este texto está totalmente fuera de contexto en la obra a la que pertenece, el Rigveda. No tiene nada que ver con los temas de los que trata el libro, hasta el punto de que puede definirse como agnóstico (como ya veremos).
Vamos a intentar descifrarlo:
En primer lugar, el texto plantea la necesidad de entender que las cosas estaban antes que la distinción conceptual entre ser y no-ser. La realidad ya estaba.
El ser y el no ser también.
Pero una cosa no quita la otra. En ese “todo indiscernible” que plantea el texto, no había signo diferenciador alguno, ni de conceptos ni de cosas (“ni muerte ni inmortalidad había… señal no había de la noche ni del día). Ese “todo” anterior es o posee “ardor” (“La nada que estaba en el vacío, por el poder del ardor nació como lo uno”). La palabra sánscrita que traducimos como “ardor” (tapas) significa tanto “calor” como “ascesis”, pues una de las formas más antiguas de mortificación consistía en ponerse a la solana rodeado de cuatro fuegos.
Así, el poder del “ardor” (tapas en sanscrito) hace que de lo indiscernible surja “lo uno” (ekam). Así, la unidad de lo existente se basa en el calor, entendido como símbolo de fuerza o de vida.
Así, tras surgir del calor la unidad de todo, surge el “deseo” (k ama), palabra que abarca desde el deseo indeferenciado al amor. Esta sería la primera semilla del pensamiento, así que, el pensamiento surge fruto del impulso del deseo.
Esta secuencia (todo indiscernible-energía vital-lo uno-el deseo-el pensamiento) constituye el “hilo del ser hallado” en el “no-ser”: aquí no hay ningún dios que ofrezca una revelación ni nada por el estilo. Esto es pura reflexión filosófica-cientifica, que trasciende a sí misma. Es el hombre el que se percata de la existencia y de la no existencia, y que ni una ni otra existían antes de ser pensadas.
Por último, la consecuencia lógica de este pensamiento es brutal: queda por resolver el origen de las cosas que nos rodean.
A la razón le repugna la idea de que el cosmos fue hecho por los dioses, que están fuera de él, por lo tanto, la pregunta sobre la creación ha de suspenderse porque 1. O existe una divinidad superior a todo lo imaginable, que conoce el origen de todo, o 2. no existe, y la pregunta por el origen no tiene respuesta racional.
“Esta creación de donde viene, si fue hecha o no fue hecha, aquel que vigila en el cielo mas alto, tal vez él lo sepa, a no ser que, ni siquiera, él lo sepa”
También concuerda o parece describir el TAO de los chinos: el TAO verdadero no tiene forma ni nombre; del TAO surge el 1; del 1 el 2; el 2 engendra el 3 y el 3 los 10000 seres (o algo así); se refiere a una especie de todo abstracto y primigenio del que todo viene y al que todo va y que es humanamente inconcebible; solo se entiende cierto conocimiento “experiencial” como por ejemplo por medio de la meditación; que como se comenta hace por el desprendimiento de toda concreción incluida la idea de YO
El hecho de que estos conceptos se divinicen (se analicen religiosamente) es cuando menos sospechoso o interesado y producto con frecuencia de interpretaciones apresuradas por parte de los primeros estudiosos y traductores europeos; así el TAO mismo con frecuencia se relacionó con el dios cristiano.
Aunque el tiempo y la decadencia han hecho de textos gnósticos cuadernos de fe; igual que la antigua ciencia se toma y se aplica por trasnochada tradición sin atisbo de análisis y lógica, que la tienen; estos textos pueden analizarse alejados de dogma, religión o creencia divina; de hecho no resuelven sino exponen la duda; la gran materia; ¿la gran unidad es un ser consciente de si mismo del modo que la pequeña como el humano si la tiene?; “ aquel que vigila en el cielo más alto, tal vez él lo sepa, a no ser que, ni siquiera, él lo sepa”
La filosofía inmediatamente posterior a este Rigveda que contiene el “Poema del no ser” exhibe desde un comienzo características y motivos que ya están aquí: su sorprendente agnosticismo, su esfuerzo por pensar la unidad de todo, más allá de diferencias y conceptos.
Por este motivo los indios consideran el “Nasaduktam” como la más pura y fina filosofía producida en su tierra.
Hay que partir de una idea necesaria para entender este tema: en el pensamiento Indio no se produjo, como en el griego, una separación entre mito y logos, entre religión y pensamiento filosófico puro. Si existe una filosofía hindú, al modo griego, hay que encontrarla leyendo entre líneas, aunque existen textos aislados, como el “Poema del no ser” en el que se hace un ejercicio de reflexión abstracta muy cercano al pensamiento griego.
Por otro lado, hay que partir de que los propios Hinduistas se dividen en dos tipos: los que creen que Dios existe (āstika'), y aceptan la autoridad de los vedas y de los otros libros sagrados, y los que creen que Dios no existe (nāstika'), que rechazan la autoridad vedica y son considerados ateos por los hinduistas, incluyéndose a los jainistas, los Charvaka y los budistas.
imagen tomada de www.el-nacional.com
“Ni no ser ni ser había entonces: no había el espacio, ni el cielo sobre él. ¿Qué se movía allí? ¿Y dónde? ¿Bajo qué protección? ¿Qué eran las aguas profundas, insondables?
Ni muerte ni inmortalidad había entonces; señal no había de la noche ni del día. Alentaba sin viento según su propia ley aquello que era uno. Algo mas, distinto de él, o había.
Tinieblas había, envueltas en tinieblas, al principio: una marea indiscernible era aquel todo. La nada que estaba encerrada en el vacío, por el poder del ardor nació como lo uno.
El deseo al principio sobrevino, el que fue la semilla primera del pensar; del ser el hilo en el no ser hallaron, en el corazón buscando, los sabios con el pensamiento.
Por medio se tensó la cuerda que los une. ¿es que había un abajo? ¿Acaso había un arriba? Había lo que siembra y lo que es grande; el instinto abajo, arriba el consentir.
¿Quién sabe con certeza? ¿Quién anunciaría aquí de donde es nacida, de donde, esta emanación? Los dioses son luego, son después de que ella surja. De donde viene ella, ¿Quién lo sabe?
Esta creación de donde viene, si fue hecha o no fue hecha, aquel que vigila en el cielo más alto, tal vez él lo sepa, a no ser que, ni siquiera, él lo sepa”
Rigveda X, 129.
El texto es bastante complejo, pues emplea numerosos conceptos abstractos en plural, imposibles de traducir directamente, como, por ejemplo “lo que siembra y lo que es grande”, que quiere decir “había sembradores y grandezas”, es decir, principios que engendraban simientes y poderes capaces de hacerlas grandes. Detrás de todo esta lirica poetica subyace, aunque parezca mentira un problema ontológico claro: la relación entre el ser y el no-ser, entre la existencia y la nada. Vamos a intentar encontrar el sentido, que lo tiene, a esta genial reflexión acerca del mismo problema al que se enfrentó Parménides, y al que se enfrentaran Sócrates y Platón, de los que hablaremos en próximos artículos de esta sección.
Hay un problema grave, y es la difícil traducción de palabras que no se corresponden con conceptos nuestros.
Sea como sea, al traducir, perdemos muchas connotaciones importantes, que, sin embargo, un experto en sanscrito si capta. Por eso tenemos que partir de las ideas generales que ambas culturas compartimos.
Por otro lado, este texto está totalmente fuera de contexto en la obra a la que pertenece, el Rigveda. No tiene nada que ver con los temas de los que trata el libro, hasta el punto de que puede definirse como agnóstico (como ya veremos).
Vamos a intentar descifrarlo:
En primer lugar, el texto plantea la necesidad de entender que las cosas estaban antes que la distinción conceptual entre ser y no-ser. La realidad ya estaba.
El ser y el no ser también.
Pero una cosa no quita la otra. En ese “todo indiscernible” que plantea el texto, no había signo diferenciador alguno, ni de conceptos ni de cosas (“ni muerte ni inmortalidad había… señal no había de la noche ni del día). Ese “todo” anterior es o posee “ardor” (“La nada que estaba en el vacío, por el poder del ardor nació como lo uno”). La palabra sánscrita que traducimos como “ardor” (tapas) significa tanto “calor” como “ascesis”, pues una de las formas más antiguas de mortificación consistía en ponerse a la solana rodeado de cuatro fuegos.
Así, el poder del “ardor” (tapas en sanscrito) hace que de lo indiscernible surja “lo uno” (ekam). Así, la unidad de lo existente se basa en el calor, entendido como símbolo de fuerza o de vida.
Así, tras surgir del calor la unidad de todo, surge el “deseo” (k ama), palabra que abarca desde el deseo indeferenciado al amor. Esta sería la primera semilla del pensamiento, así que, el pensamiento surge fruto del impulso del deseo.
Esta secuencia (todo indiscernible-energía vital-lo uno-el deseo-el pensamiento) constituye el “hilo del ser hallado” en el “no-ser”: aquí no hay ningún dios que ofrezca una revelación ni nada por el estilo. Esto es pura reflexión filosófica-cientifica, que trasciende a sí misma. Es el hombre el que se percata de la existencia y de la no existencia, y que ni una ni otra existían antes de ser pensadas.
Por último, la consecuencia lógica de este pensamiento es brutal: queda por resolver el origen de las cosas que nos rodean.
A la razón le repugna la idea de que el cosmos fue hecho por los dioses, que están fuera de él, por lo tanto, la pregunta sobre la creación ha de suspenderse porque 1. O existe una divinidad superior a todo lo imaginable, que conoce el origen de todo, o 2. no existe, y la pregunta por el origen no tiene respuesta racional.
“Esta creación de donde viene, si fue hecha o no fue hecha, aquel que vigila en el cielo mas alto, tal vez él lo sepa, a no ser que, ni siquiera, él lo sepa”
También concuerda o parece describir el TAO de los chinos: el TAO verdadero no tiene forma ni nombre; del TAO surge el 1; del 1 el 2; el 2 engendra el 3 y el 3 los 10000 seres (o algo así); se refiere a una especie de todo abstracto y primigenio del que todo viene y al que todo va y que es humanamente inconcebible; solo se entiende cierto conocimiento “experiencial” como por ejemplo por medio de la meditación; que como se comenta hace por el desprendimiento de toda concreción incluida la idea de YO
El hecho de que estos conceptos se divinicen (se analicen religiosamente) es cuando menos sospechoso o interesado y producto con frecuencia de interpretaciones apresuradas por parte de los primeros estudiosos y traductores europeos; así el TAO mismo con frecuencia se relacionó con el dios cristiano.
Aunque el tiempo y la decadencia han hecho de textos gnósticos cuadernos de fe; igual que la antigua ciencia se toma y se aplica por trasnochada tradición sin atisbo de análisis y lógica, que la tienen; estos textos pueden analizarse alejados de dogma, religión o creencia divina; de hecho no resuelven sino exponen la duda; la gran materia; ¿la gran unidad es un ser consciente de si mismo del modo que la pequeña como el humano si la tiene?; “ aquel que vigila en el cielo más alto, tal vez él lo sepa, a no ser que, ni siquiera, él lo sepa”
La filosofía inmediatamente posterior a este Rigveda que contiene el “Poema del no ser” exhibe desde un comienzo características y motivos que ya están aquí: su sorprendente agnosticismo, su esfuerzo por pensar la unidad de todo, más allá de diferencias y conceptos.
Por este motivo los indios consideran el “Nasaduktam” como la más pura y fina filosofía producida en su tierra.
Hay que partir de una idea necesaria para entender este tema: en el pensamiento Indio no se produjo, como en el griego, una separación entre mito y logos, entre religión y pensamiento filosófico puro. Si existe una filosofía hindú, al modo griego, hay que encontrarla leyendo entre líneas, aunque existen textos aislados, como el “Poema del no ser” en el que se hace un ejercicio de reflexión abstracta muy cercano al pensamiento griego.
Por otro lado, hay que partir de que los propios Hinduistas se dividen en dos tipos: los que creen que Dios existe (āstika'), y aceptan la autoridad de los vedas y de los otros libros sagrados, y los que creen que Dios no existe (nāstika'), que rechazan la autoridad vedica y son considerados ateos por los hinduistas, incluyéndose a los jainistas, los Charvaka y los budistas.
imagen tomada de www.el-nacional.com