Las universidades dejaron muy atrás
los tiempos en que eran lugares de
debate abierto, donde los científicos se
daban cita para plantear opiniones,
avances, descubrimientos, en la lucha
de la ciencia por acercarse a eso que
llamamos “REAL”. Hoy, en cambio, se
adoctrina a los estudiantes diciéndoles
lo que tienen que creer y, lo que es
más grave, lo que tienen que rechazar;
sin permitirles saber la gran verdad de
que «imposible solo es aquello que
todavía nadie ha hecho».
La ciencia materialista todavía no ha
descubierto la materia. Irónico,
absurdo. Lo que parecía denso (la
materia) pasó a ser una nube que
daba cita a supuestas bolitas que
giraban en torno a un núcleo de otras
bolitas con valores eléctricos negativos,
positivos y neutros; descubriendo
entonces que esas supuestas bolitas
solo llenaban el 1% del espacio del
átomo, quedando el 99% restante
vacío.
Posteriormente esas partículas se
descompusieron en otras inferiores a
las que se denominó quarks,
demostrando entonces que de nuevo
el 99% del espacio que ocupaban los
electrones, protones y neutrones
estaba hueco. Así pues, en estos días
se ha demostrado que 9.999 de cada
10.000 partes de materia están
desaparecidas. Y podríamos seguir.
Newton emitió los 3 principios de la
física, que Einstein desarrolló
exitosamente en su Teoría de la
Relatividad General; dando una buena
aproximación al comportamiento de
los cuerpos celestes en base a la
fuerza gravitatoria. Fue este último gran
científico quien explicó que existe una
Cuarta Dimensión que es el Tiempo, así
como que la masa y la velocidad de un
cuerpo doblan esa malla o estructura
espacio-temporal.
Pongamos un ejemplo. Supongamos
que estamos parados en nuestro
coche y al lado hay otro coche.
Supongamos que salimos hacia
adelante a la mitad de la velocidad de
la luz. Supongamos ahora que el otro
coche, que está parado en el mismo
punto de partida, enciende las luces.
Esa luz nos alcanzará y, naturalmente,
nos sobrepasará. Pero ¿a qué
velocidad nos adelantará ese haz de
luz? La lógica nos dice que a ½ de la
velocidad de la luz, sin embargo la
respuesta correcta es que nos
adelantará a la misma velocidad de la
luz. ¿Cómo es eso posible?
Sencillamente porque nuestro coche,
moviéndose a esa velocidad, es capaz
de “frenar” el tiempo de modo que sea
más lento. O lo que es lo mismo,
estamos viviendo “otro estado de las
cosas”. He ahí la Relatividad de las
cosas, que nuestro intelecto no puede
comprender.
También fue Einstein quien dijo que
E=mc2. Si c es una constante (la
velocidad de la luz), esta formulación
es tanto como decir que masa y
energía son la misma cosa pero en un
estado diferente; podríamos decir que
la masa es energía en un estado «más
condensado». Luego lo
comprenderemos mejor.
Todo esto respecto a la Fuerza de la
Gravedad y el comportamiento de los
grandes cuerpos, pero ¿qué pasa con
lo pequeño, con los átomos y las
partículas que conforman la materia?
En este terreno apareció la Física
Cuántica, que nos habló de esas
partículas como una especie de “leyes”
cuyo comportamiento funciona como
la probabilidad de que existan o no en
uno u otro lugar del espacio-tiempo.
Sin embargo una teoría explica el
funcionamiento de los grandes
cuerpos celestes y la otra explica el
funcionamiento de lo infinitamente
pequeño. ¿Cómo puede ser que un
cuerpo se comporte de una manera u
otra dependiendo de su masa? No
tiene sentido. Algo falla.
Pues bien, los científicos llevan tiempo
buscando la Teoría que unifique la
física, y para ello apareció en el siglo
XX la Teoría de Cuerdas, que se
presenta como Teoría del Todo, es
decir, viene a cubrir el espacio entre
ambas (Relatividad y Física Cuántica)
para ser la Unificación que los
científicos buscan desde hace tantos
años.
Y esa Teoría de Cuerdas viene a
decirnos lo siguiente:
Todo está hecho por cuerdas,
pequeños hilitos vibrantes sin masa.
La vibración (sonido) de las cuerdas
define las características de un
elemento, desde su color hasta su
masa…
Todas las fuerzas son cuerdas. Por
ejemplo la gravedad sería la
interacción entre los cuerpos y los
Gravitones, partículas que arrastran a
las masas hacia el centro de gravedad
que les corresponde, por pura
afinidad vibratoria. Los cuerpos que,
debido a sus características atómicas,
interaccionan más con los Gravitones
son arrastrados con más fuerza, dando
lugar a un peso mayor.
Vivimos en un universo de 12
dimensiones que coexisten aquí y
ahora.
Como resultado podemos concluir:
todo es vibración, todo es energía y,
por lo tanto, vivimos en una GRAN
SINFONÍA CÓSMICA, donde los
fenómenos son solo la manifestación
de interacciones vibratorias que
nuestros sentidos recogen y generan
una imagen (visual, acústica…)
determinada en nuestra mente que
denominamos impresión.
Esta manifestación no es nada
disparatado. Baste recordar que, por
ejemplo, las imágenes que vemos con
nuestros ojos son meros impulsos
energéticos (vibraciones) que estimulan
la retina de nuestros ojos; esta los
convierte en impulsos nerviosos que
van a la parte trasera de nuestro
cerebro; y allí, en la más profunda
oscuridad, nuestro cerebro crea una
imagen. ¿Dónde quedó el objeto,
dónde quedó eso que podríamos
llamar noumeno? ¿Qué es, pues, lo
que nosotros sabemos de “la cosa en
sí”?