20/5/12

LA BESTIA DE GEVAUDAN

La Bestia de Gevaudan asoló
supuestamente la región de Gevaudan,
en el centro de Francia, entre 1764 y
1767.
Se le atribuye la muerte de más de 130
campesinos, en su mayoría mujeres y
niños, que fueron encontrados
despedazados por los dientes de
algún animal. En algunos casos las
víctimas fueron encontradas
decapitadas o partidas por la mitad, lo
que demuestra la enorme violencia con
la que fueron asesinadas.
Son menores los casos de animales
domésticos muertos por la Bestia, pues
parece que ésta prefería la carne de los
pastores a la de sus ganados.La mayor
parte de los ataques se registraron en
los alrededores de Aveyron. El primero
de ellos se produjo el 30 de junio de
1764, día en que asesinó a Jeane
Boullet, de 14 años. En los tres meses
siguientes, la Bestia atacó y mató
salvajemente a 2 niñas, 2 niños y una
mujer. En invierno, con el animal
acuciado por el hambre, las muertes
ascendieron hasta el punto de que se
producía una víctima o dos cada
semana. En ésa época, los bosques de
Gevaudan acogían una población
considerable de lobos, pero los
testimonios de los pocos testigos y
supervivientes rechazaron su autoría.
Describían al animal como una bestia
gigantesca de pelo rojizo con un
tamaño mucho mayor que el de un
lobo, con rayas negras en los cuartos
traseros y una cresta de pelos largos
sobre el lomo. La cola era larga y
musculosa, y las mandíbulas, bien
desarrolladas y llenas de dientes
enormes. Los rastreadores y cazadores
que acudieron al lugar atraídos por las
recompensas ofrecidas para quien
capturase al monstruo, encontraron
huellas de tamaño considerable y le
calcularon un peso de unos 100 kilos.
Durante meses se mataron grandes
cantidades de lobos en la zona, pero
la bestia era increíblemente
escurridiza. Llegó a mencionarse que
las balas rebotaban sobre su lomo y
los aterrorizados campesinos opinaban
que era el mismo Demonio venido de
los Infiernos. Pronto llegó a
considerarse un problema nacional, y
el propio rey Luis XV envió un cuerpo
de dragones de caballería para abatirla,
sin resultados, al que posteriormente
se unirían otros tres. Para entonces el
año de 1764 había acabado y las
víctimas ya eran 54.Según el testimonio
de uno de los capitanes de los
dragones, logró ver cara a cara a la
Bestia antes de que ésta consiguiese
huir. Era tan grande como su propio
caballo, pero pronto lo dejó atrás con
facilidad, pues lo superaba
ampliamente en velocidad y agilidad.
Mientras huía, él y los hombres que le
acompañaban descargaron varias
decenas disparos contra ella que ni
siquiera parecieron atravesar su piel.
El asunto de la Bestia de Gevaudan
traspasó fronteras y llegó a
considerarse un problema serio para
el gobierno de Luis XV, entonces recién
salido de la Guerra de los Siete Años.
Las potencias extranjeras comentaban
jocosas cómo el ejército francés podía
pensar siquiera en la victoria si sus
mejores tropas no eran capaces de
capturar un "simple" lobo en mitad de
su propio país. Pronto se retiraron de
la zona a las autoridades locales por
considerarlas inútiles, y se pescó a más
de un cazador particular que ponía
pistas falsas para despistar a los
dragones y aspirar a cobrar la
recompensa matando él mismo la
Bestia. Se pusieron trampas y se
rastreó el monte día y noche, pero la
bestia siempre aparecía en otro lugar y
continuaba su siniestra matanza.El
nerviosismo se apoderó de la
población y estallaron disturbios. Se
acusó públicamente a algunos vecinos
de ser hombres lobo que se convertían
por las noches en la bestia; otros se
volvieron contra los gitanos, a los que
acusaron de criar alguna bestia salvaje
en su circo que había escapado al
monte. Los sacerdotes predicaban
contra el rey, responsable indirecto de
la crisis, o decían que las víctimas eran
jóvenes lascivas a las que Dios había
enviado la Bestia como castigo. Incluso
se llegó a poner en el punto de mira a
un noble que había estado en África y
criaba en los jardines de su palacio
hienas, tigres, leones y perros de
presa, acusándolo de cruzar los
animales hasta dar con una bestia
asesina e indestructible.Fuese ella o
no, lo cierto es que en 1767, con más
de 130 muertes en la región, un
campesino armado abatió en
Gevaudan un lobo descomunal, más
grande que cualquiera de los que se
podían encontrar en Francia. Poco
después se mató una loba también de
gran tamaño.
La leyenda cuenta que los
responsables de las capturas
emplearon balas de plata hechas tras
fundir medallas de la Virgen, algo que
ha pasado posteriormente al
imaginario colectivo como la única
forma de matar un hombre-lobo. Al
menos uno de los ejemplares fue
llevado a París, donde llegó en un
estado de putrefacción muy avanzado,
lo que impidió disecarlo. Su esqueleto
fue expuesto en el Museo Real de la
ciudad hasta su destrucción en un
incendio. A pesar de que el esqueleto
se ha perdido, las descripciones
parecen indicar que se trataba de una
gran subespecie de lobo de los Alpes,
extinta en el siglo XIX. La falta de
animales grandes que estos lobos
encontraron en su nuevo hogar les
habrían impulsado a alimentarse de los
humanos, fáciles de capturar y matar.
http://www.youtube.com/watch?
v=rYhJfolZFNk
Fuente:
misteriosmario.blogcindario.com