El Nacimiento de Venus, pintado entre
los años 1482 y 1484, constituye su
más famosa obra y también una
secreta declaración de amor hacia la
bella modelo que interpreta a la diosa
Venus llegando a la costa: Simonetta
Vespucci.
La joven era hija de un noble genovés
apellidado Cattaneo. Con tan solo 16
años se casó con el florentino Marco
Vespucci, vecino y amigo de Botticelli.
Cuando el pintor conoció a la joven, se
enamoró instantáneamente de ella y la
convirtió en su musa y modelo de
multitud de sus cuadros.
La belleza de Simonetta pronto se
extendió por toda Florencia e incluso
los hermanos Giuliano y Lorenzo de
Médici, mecenas de Botticelli,
intentaron conquistarla en numerosas
ocasiones. En 1475, durante la
celebración de un torneo de justas, fue
proclamada “Reina de la belleza”, lo
que hizo que su fama como la mujer
más hermosa de Florencia se
extendiera por toda Europa.
Apenas un año después, el 26 de abril
de 1476, Simonetta Vespucci falleció a
causa de la tuberculosis. Apenas
contaba con 23 años. El pintor no
pudo soportar la pérdida de su
amada, y vivió el resto de su vida
obsesionado con su belleza,
retratándola en muchas de sus obras.
Entre ellas destaca el cuadro "Venus y
Marte", en el que los dioses son
representados por Simonetta y el
propio Botticelli.
Casi nueve años después de su
muerte, Botticelli finalizó la obra, su
mayor homenaje a Simonetta, y mayor
obra representativa.
El pintor, que nunca se casó, falleció
en 1510,
el 17 de mayo y fue enterrado a los
pies de la tumba de Simonetta, en la
Iglesia de Ognissanti, tal y como había
expresado en su última voluntad.
Quizá fue la única forma que encontró
para poder pasar la eternidad junto a
la mujer más bella del Renacimiento.
Un amor prohibido que marcó la
carrera de uno de los grandes pintores
del Quattrocento italiano.