27/5/12

CASSIUS CLAY VERSUS THE BEATLES

La primera vez que los Beatles visitaron
Estados Unidos, en febrero de 1964, se
reunieron en Miami con Muhammad
Ali, por entonces Cassius Clay, para
muchos el más grande boxeador de
todos los tiempos. El encuentro fue
arreglado por la prensa. Los Beatles
venían de tocar en el show televisivo
de Ed Sullivan, registrando una cifra
record de televidentes hasta ese
momento: 75 millones en todo Estados
Unidos. Cassius Clay estaba en Miami a
la espera de su primer combate por el
título de los pesos pesados, título que
le ganaría días más tarde a Sonny
Liston.
Lennon tenía 23 años, Harrison 17 y
Cassius Clay 22. Cassius hablaba
mucho, decía con la frecuencia de
disparo de una metralleta de mano Uzi
que era el más grande. De los Beatles,
con esa misma frecuencia, se decía que
eran los más grandes. En definitiva,
todos eran grandes. Y lo que se estaba
por producir era un verdadero choque
de egos. El encuentro tuvo lugar en el
gimnasio donde entrenaba Clay.
Flashes, chascarrillos, macadas y una
histórica foto donde los cuatro de
Liverpool simulan sucumbir ante un
golpe del boxeador. Luego, con la
prensa fuera y ya en una charla más
distendida, Clay se sincero con John,
Paul, George y Ringo. Les soltó un jab
de derecha. Dijo: “Ustedes no son tan
bobos como yo pensaba”. Lennon, que
tenía visto mucho marinero jodido
pelear en Hamburgo, sin arrugarse un
poquito le devolvió: “Y vos sos tan
bobo como nosotros pensábamos”,
colocándole un rápido gancho inglés
en la nuca.
Y el caso es que la anécdota esta
fenomenal para servir de excusa para
escuchar algún tema de los Beatles
(como los que se adjuntan), pero más
allá de eso he de decir que Clay no me
parecía para nada bobo, es más me
encanta cada vez que puedo ver un
documental sobre el, disfrutar de su
palabra fácil, de su ingenio tan agudo
como su pegada y admirar el valor con
el que se enfrentó al establishment
para no ir al Vietnam. Un tipo
admirable. En un post paralelo pondré
alguna de esas perlas que decía esta
sensacional boxeador.

La anécdota tomada de
Taringa