19/5/12

BLAISE PASCAL Y DIOS COMO LA APUESTA MÁS SEGURA

Blaise Pascal vivió escasos 39 años:
nació en 1623 y murió en 1662. Quizás
por su mala salud consuetudinaria,
desarrolló una intensísima vida
espiritual, que lo llevó desde las
Matemáticas y la Hidráulica (campos en
que hizo importantísimas
contribuciones) hasta la Teología y el
Misticismo. Una curiosa combinación
de dos grandes preocupaciones suyas,
la Teoría de las Probabilidades y el
Misticismo, radica en la llamada
"apuesta de Pascal". Según Pascal,
creer en Dios es apuesta más segura
que no creer, porque eso abre cuatro
posibilidades: 1.- Creo en Dios y
acierto, entonces mi ganancia es
infinita (me voy al Cielo), 2.- Creo en
Dios y me equivoco, entonces no gano
ni pierdo nada (mi vida se acaba, sin
Cielo ni Infierno), 3.- No creo en Dios y
acierto, entonces entonces no gano ni
pierdo nada (no hay vida ultraterrena
otra vez, por lo que no gano ni pierdo
nada), y 4.- No creo en Dios y me
equivoco, entonces mi pérdida es
importante y quizás infinita (me voy al
Purgatorio o al Infierno). Por tanto,
creer en Dios es apuesta segura,
porque es imposible perder (aunque
es posible "no ganar"), mientras que
ser ateo es una pésima apuesta
porque no hay forma de ganar
(aunque sí se puede "no perder"). La
palabra "apuesta" es correcta porque
no en balde, Blaise Pascal fue uno de
los fundadores de la moderna Teoría
de Probabilidades, y por lo tanto, lo
que estaba haciendo era aplicar las
Matemáticas más novísimas de su
tiempo, al pensamiento religioso.
Aunque la apuesta de Pascal ha sido
esgrimida desde antiguo por muchas
religiones como defensa de su fe (de
una manera no tan matemática, por
supuesto), no resiste un análisis lógico
demasiado firme, y en realidad Pascal
hace una serie de asunciones
derivadas de su propio pensamiento
místico. Por ejemplo, podría darse la
circunstancia de que existiera un Dios
en efecto, pero éste premiara el
pensamiento racional y castigara la fe
ciega; y en este caso estamos creyendo
en Dios por fe y sin evidencias (sólo
por argumento de probabilidad, no
por certeza). Por otra parte, la esencia
de la fe es justamente dar un salto más
allá de la razón, por lo que creer en
Dios como parte de una apuesta
probabilística es justamente negar la fe.
Además, este esquema sólo funciona
dentro de una creencia teológica en
que hay un Dios que castiga o premia
de manera infinita, idea congruente
con el pensamiento de Pascal (éste
pertenecía a la secta de los jansenitas,
y éstos eran conocidos por su rigor
místico, tanto que a pesar de ser fieles
a la Iglesia Católica, ella misma terminó
por reprobarlos). Sin embargo, este
Dios Premiador o Punisher no
necesariamente tiene que existir (por
ejemplo, si el premio ultraterreno no
es infinito, entonces quizás no
compense las privaciones terrestres, y
a la inversa, si el castigo ultraterreno
debe terminar en algún minuto,
entonces quizás valga la pena
aceptarlo a cambio de una
recompensa terrena mayor). Y por
cierto, queda abierta la gran pregunta
de... ¿y si elegimos adorar a un dios
que resulta no ser el correcto...?
¿Acaso por creer en el Dios Cristiano,
no podría eventualmente castigarnos
Alá o Buda, en caso de que alguno de
ellos, u otro, sea el cappo di tutti
cappi...?
Volviendo al terreno netamente
histórico, parece ser que, a pesar de
vivir sus últimos años en un misticismo
y automortificación monacal, el propio
Pascal falleció un tanto angustiado: sus
últimas palabras habrían sido "ojalá
que Dios nunca me
abandone" ("Puisse Dieu ne jamais
m'abandonner")...