Es un personaje que aparece, tanto en
la Odisea de Homero, como en Jasón y
los Argonautas.
Hija de Helios (el Sol), y de Perseis (una
oceánide), Circe fue una hechicera que
con pociones convertía a personas en
animales, si se consideraba ofendida.
Vivía en la Isla de Ea, en una gran casa
de piedra en medio del bosque, y
rodeada de animales salvajes, que en
realidad eran sus víctimas
transformadas.
En la Odisea, cuando Ulises llegó a Ea,
envió a sus marineros a reconocer el
terreno, y se dieron de bruces con ella.
Muy amable, les llevó a su morada, y
les preparó un banquete, pero les
envenenó la comida. Les transformó
en cerdos. Uno de ellos, Euríloco,
consiguió escapar, y corrió a avisar a
Ulises.
En su camino hacia la casa, Ulises se
encuentra con Hermes, el dios
mensajero alado, que le aconseja que
para protegerse de Circe, debe llevar
consigo unas determinadas hierbas.
Dicho y hecho: se presenta ante ella, y
Circe, astuta, le ofrece una copita. Él
acepta encantado, pero a escondidas,
mezcla el “cocktail” con estas hierbas,
asi que la poción no tiene el efecto
deseado… y entre tiras y aflojas,
consigue que se les devuelvan su
forma humana.
Pero el destino es caprichoso (o Circe
lo era, y mucho): se enamoró
locamente de Ulises, y tuvieron tres
hijos, a lo largo de los años. Agrio,
Latino y Telégono, que fue rey de los
etruscos.
Imagen: "Circe", de John William
Waterhouse