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EL KREMLIN Y LA CATEDRAL DE LA ANUNCIACIÓN

Como heredero del emperador
bizantino, Iván III , único soberano
ortodoxo libre, quiso hacer de Rusia
una potencia mundial. Para ello
convirtió el Kremlin en una fortaleza
inexpugnable y adornó la plaza de la
catedral con bellos edificios e iglesias
que darían a Moscú esplendor y
prestigio. Para ello, fueron llamados
célebres constructores de Pskov e
ingenieros y arquitectos de Italia que
dieron al Kremlin un aspecto inédito.
Durante el siglo XIV fueron construidas
las catedrales Uspenski (de la
Asunción), Blagoveschenski (de la
Anunciación) y Arjánsueiski (del
Arcángel San Miguel), las cuales
formaron la Plaza Sobornaya (de las
Catedrales).
Para el año de 1489 los artífices de
Pskov terminaron la construcción de la
Catedral de la Anunciación
(Blagoveschenski), uno de los mejores
monumentos del Kremlin de Moscú. Al
principio fue un templo con tres
cúpulas y de tamaño reducido, pues
servía de iglesia de la casa del gran
príncipe. En el siglo XVI bajo Iván El
Terrible fueron agregadas dos cúpulas
más y luego cuatro altares laterales
pequeños; el número de cúpulas
aumentó, por lo tanto, hasta nueve. De
modo que la Catedral de la
Anunciación se convirtió, de una
modesta iglesia de la casa de príncipes
moscovitas, en el templo principal de
la familia del zar. Los frescos más
antiguos de la catedral se hicieron muy
famosos. En 1572 se le añadió a la
catedral un porche, más tarde llamado
Porche de Iván el Terrible. Obtuvo ese
nombre porque al casarse por cuarta
vez el zar ya no podía entrar a la iglesia
(la iglesia Ortodoxa no permite casarse
más de 3 veces). Desde ese porche,
por una ventana, el Zar observaba la
misa que se llevaba a cabo dentro del
templo.