"Todo el mundo tiene dos 
 progenitores, cuatro abuelos, ocho 
 bisabuelos, 16 tatarabuelos, etc. Por 
 cada generación que retrocedamos, 
 tendremos el doble de antepasados 
 directos. Cabe advertir que este 
 problema guarda mucha semejanza 
 con el del ajedrez persa. Si, por 
 ejemplo, cada 25 años surge una 
 nueva generación, entonces 64 
 generaciones atrás serán 64 X 25 = 
 1.600 años, es decir, justo antes de la 
 caída del imperio romano. De este 
 modo cada uno de los que ahora 
 vivimos tenía en el año 400 unos 18,5 
 trillones de antepasados directos..., o 
 así parece. Y eso sin hablar de los 
 parientes colaterales. Ahora bien, esa 
 cifra supera con creces la población de 
 la Tierra en cualquier época; es muy 
 superior incluso al número acumulado 
 de seres humanos nacidos a lo largo 
 de toda la historia de nuestra especie. 
 Algo falla en nuestro cálculo. ¿Qué es? 
 Bueno, hemos supuesto que todos 
 esos antepasados directos eran 
 personas diferentes. Sin embargo, no 
 es ése el caso. Un mismo antepasado 
 se encuentra emparentado con 
 nosotros por numerosas vías 
 diferentes. Nos hallamos vinculados de 
 forma repetida y múltiple con cada uno 
 de nuestros parientes, y muchísimo 
 más con los antepasados remotos. 
 Algo parecido sucede con el conjunto 
 de la población humana. Si 
 retrocedemos lo suficiente, dos 
 personas cualesquiera de la Tierra 
 encontrarán un antepasado común. 
 Siempre que sale elegido un nuevo 
 presidente de Estados Unidos, alguien 
 —generalmente un inglés— descubre 
 que el nuevo mandatario está 
 emparentado con la reina o el rey de 
 Inglaterra. Se considera que esta 
 circunstancia liga a los pueblos de 
 habla inglesa. Cuando dos personas 
 proceden de una misma nación o 
 cultura, o del mismo rincón del 
 mundo, y sus genealogías están bien 
 trazadas, es probable que se acabe 
 por descubrir a su último antepasado 
 común. En cualquier caso, las 
 relaciones están claras: todos los 
 habitantes de la Tierra somos primos. " 
  
 Carl Sagan