Cuidando a través del lenguaje: el 
 nushu (escritura de mujeres). 
 Hace 1.700 años, las mujeres chinas 
 estaban privadas de una educación 
 formal y vivían encerradas en las casas 
 de sus padres o de sus maridos, 
 sometidas a la autoridad masculina, sin 
 posibilidades de aprender a leer y 
 escribir el idioma de los hombres. Fue 
 así como aquellas campesinas 
 analfabetas inventaron un idioma 
 propio, el Nushu, que está 
 considerado por los lingüistas como 
 un sistema de comunicación único 
 porque no tiene ningún paralelo 
 hablado. Nushu en chino quiere decir 
 escritura de mujeres. Según se cree, el 
 código secreto fue trasmitido desde 
 entonces de generación en generación 
 sólo a las mujeres. 
 Yang Huanyi, de 98 años, de la 
 provincia de china de Hunan, que 
 murió el 23 de septiembre de 2004, era 
 la última persona del planeta que 
 hablaba esta lengua. Casi no ha 
 quedado documentación escrita, 
 puesto que desde muy antiguo era 
 costumbre quemar o enterrar con los 
 muertos los manuscritos en nushu. De 
 lo que se está recogiendo, además de 
 literatura y folclore, las inscripciones en 
 esta lengua pueden verse en diarios y 
 abanicos donde se han encontrado 
 reflexiones íntimas, consejos, 
 correspondencia, así como 
 descripciones de bombardeos y 
 guerras. 
 Uno de los documentos recuperados 
 dice: "Los hombres se atreven a salir 
 de casa para enfrentarse al mundo 
 exterior, pero las mujeres no son 
 menos valientes al crear un lenguaje 
 que ellos no pueden entender". Otro 
 señala: "Debemos establecer relaciones 
 de hermanas desde la juventud y 
 comunicarnos a través de la escritura 
 secreta". 
 El idioma mandarín, como fundamento 
 institucional de la cultura, incorporaba 
 su estructura autoritaria, jerárquica y 
 solemne, mientras que el nushu era 
 para las mujeres la lengua de la vida 
 cotidiana, de las emociones, de la 
 espontaneidad, del mundo natural, de 
 los sueños y de los deseos. 
 Por esa razón, en nushu las mujeres 
 solían escribir las "Cartas del tercer 
 día", unos folletos escritos sobre tela 
 en los que trasmitían a sus hijas 
 consejos sobre el matrimonio. Las 
 "Cartas del tercer día", que contenían 
 también canciones compuestas en 
 nushu que expresaban sueños, 
 esperanzas y sentimientos de las 
 mujeres, eran enviadas a las novias el 
 tercer día después de la boda. 
 Cuidando a través del amor: Orango 
 Grande. 
 Él sólo tenía 14 años cuando la chica 
 entró en su cabaña y colocó ante él un 
 plato de pescado. Como todos los 
 hombres en esta isla africana, Carvadju 
 Jose Nananghe sabía exactamente qué 
 significaba eso. No tenía la opción de 
 rechazarlo. Con el corazón acelerado, 
 elevó el plato aromático basado en 
 una antigua receta, accediendo con un 
 bocado a casarse con la chica. 
 "Yo no sentía nada por ella", dice 
 Nananghe, ahora con 65 años. "Luego, 
 tras comer ese plato, fue como un 
 flechazo: sólo la quería a ella." 
 En este archipiélago de 50 islas al oeste 
 de África, frente la costa de Guinea 
 Bissau, en Orango Grande, hay una 
 sociedad matriarcal (etnia Bijagó) 
 donde las mujeres gestionan la 
 economía, el bienestar social, la ley... y 
 el amor. En el tema del amor, son las 
 mujeres, y no los hombres, quienes 
 eligen. Ellas proponen públicamente 
 colocando a sus futuros novios un 
 plato de pescado preparado con 
 distinción, marinado en aceite de 
 palma roja. Una vez hecha la oferta, los 
 hombres no pueden negarse. 
 Rechazarlo, explica Nananghe, 
 recordando ese día hace medio siglo, 
 hubiera significado deshonra a su 
 familia. "En cualquier caso, ¿por qué 
 querría un hombre escoger a su 
 esposa?" 
 "El amor aparece primero en el 
 corazón de la mujer", explica él. "Una 
 vez está en la mujer, sólo entonces 
 puede saltar al corazón del hombre". 
 Pero las bruscas mareas y estrechos 
 canales que mantenían a los forasteros 
 alejados de estas islas remotas ya no 
 pueden seguir protegiéndoles del 
 mundo moderno. Los jóvenes de 
 Orango, a 40 millas al oeste de la costa 
 de Guinea Bissau, encuentran trabajo 
 como transportistas turísticos en los 
 hoteles de las islas más modernizadas. 
 Otros recolectan el aceite de las 
 palmeras y lo venden en tierra firme. 
 Vuelven practicando una nueva forma 
 de cortejo. Además, los misioneros 
 cristianos que han establecido aquí sus 
 iglesias les enseñan que son los 
 hombres, no las mujeres, quienes 
 deben dar el primer paso. 
 "Ahora el mundo está patas arriba", se 
 quejaba Cesar Okrane, con sus 90 
 años, con los ojos oscurecidos por las 
 cataratas. "Los hombres ahora van 
 detrás de las mujeres, en vez de 
 esperar a que ellas se les acerquen". 
 Para un hombre, atreverse a proponer 
 una relación es peligroso, dicen los 
 tradicionalistas de esta isla de 2.000 
 habitantes. "La elección de la mujer es 
 mucho más estable", explica Okrane. 
 "Raramente había divorcios. Ahora, 
 con los hombres eligiendo, el divorcio 
 se ha convertido en la norma." 
 Tras la proposición, ellas se proveen 
 de los materiales para construir la 
 casa, tomados de las blancas playas 
 que rodean el archipiélago. Las 
 mujeres han construído todas las casas 
 de este poblado, usando lianas como 
 cuerdas, cortando hierba para los 
 tejados y moldeando ladrillos con 
 arcilla rosada. Sólo cuando la casa se 
 ha construído, un proceso que dura 
 cuatro meses, la pareja podía mudarse 
 y hacer oficial su matrimonio.Uno de 
 los evidentes signos de cambio es el 
 material elegido para la casa más 
 nueva de la isla: el cemento. Además, 
 está siendo construída por obreros 
 contratados, no por las mujeres 
 nativas. 
 Aunque las costumbres únicas de estas 
 islas van desapareciendo, quedan 
 bolsas de resistencia. A menudo, las 
 mujeres convencen a los hombres de 
 la vuelta a las costumbres pasadas. 
 Laurindo Carvalho (23 años) conoció a 
 su chica con 13 años. Trabajaba en un 
 hotel, vestía tejanos, poseía un 
 teléfono móbil y vivía como un hombre 
 moderno, y así pensó que podría 
 burlar la tradición y pedir matrimonio a 
 esa chica. Con una bofetada, ella le 
 rechazó. 
 Pasados seis años, cuando ambos 
 tenían 19, escuchó alguien llamar a la 
 puerta. Fuera, su amor estaba 
 aguantando un plato de delicioso 
 pescado con una amplia sonrisa en los 
 labios. 
 Carvalho aún sigue llevando los 
 tejanos y deportivas Adidas, pero se ve 
 a sí mismo implicado en la fibra 
 matriarcal del pueblo. "¡Aprendí de 
 forma clara y tajante que aquí un 
 hombre nunca se adelanta a una 
 mujer!", admite. 
 Cuidando a través de la redistribución: 
 Juchitan. 
 Juchitan está en Oaxaca, México, y 
 tiene 80.000 habitantes. La expectativa 
 de vida es la más alta de México. El 
 81.6% de los niños están bien 
 alimentados. (En el resto de México, la 
 desnutricion infantil llega al 80%). Sus 
 calles no presentan cuadros de 
 miseria. Sus casas son de construccion 
 solida y las viviendas precarias son una 
 excepción. Ademas, esta es una 
 sociedad tolerante con las opciones 
 personales de vida, la 
 homosexualidad, el travestismo (los 
 muxes) y las creencias religiosas. 
 El mercado es el corazon de Juchitan y 
 el lugar publico de las mujeres. En 
 Juchitan no hay supermercado, 
 probablemente porque ninguna mujer 
 haría sus compras allí, pues, siempre 
 que sea posible, un o una juchiteca le 
 compra a un u otra juchiteca. 
 Aquí comprar y vender es sobre todo 
 una relacion entre las personas. La 
 transaccion es parte de la red social. El 
 valor abstracto del dinero no se ha 
 impuesto en Juchitan. El trueque es 
 una practica habitual. La produccion y 
 el comercio se orientan a la 
 satisfaccion de las necesidades del 
 diario vivir y la buena posicion dentro 
 de la comunidad, no a la acumulación. 
 Las relaciones comerciales siempre 
 estan matizadas de un sentido de 
 ayuda mutua y existen mecanismos 
 culturales consolidados que facilitan el 
 intercambio de ayudas sin degradar a 
 la persona 
 El comercio en Juchitan ha estado y 
 esta en manos femeninas. Este hecho 
 tan sencillo tiene amplias 
 consecuencias. El punto central es la 
 gran importancia de los alimentos, la 
 buena comida autoctona. El 75% de 
 los alimentos se producen allí y son las 
 marchantas las que sostienen la 
 circulación local y regional. A traves de 
 la cultura especial de la economia de 
 prestigio, logran que sus mercancias y 
 su trabajo mantengan su valor. 
 En Juchitan se celebran mas de 600 
 fiestas al año, en las que se produce 
 una constante redistribución de la 
 riqueza material y humana. El mayor 
 prestigio se adquiere mediante el 
 reparto de los ingresos acumulados 
 durante el año en una suntuosa fiesta, 
 donde todos las y los pobladores 
 tendran acceso a abundante comida y 
 bebida. El honor y el prestigio se 
 miden en la disposicion para cooperar. 
 El bienestar de la gente de Juchitan, se 
 debe a la estructura social y a la 
 filosofia que pone en el centro a las 
 mujeres y su preocupacion 
 fundamental: el cuidado de la vida. 
  
 Fuentes: 
 Matriarcados: ¿cuando mandan las 
 mujeres? 
 http:// 
 revolucionmatriarcal.blogspot.com/2011/03/ 
 nushu-el-lenguaje-de-las-mujeres.html 
 http:// 
 revolucionmatriarcal.blogspot.com/2010/12/ 
 orango-donde-las-mujeres- 
 proponen.htm 
  
 Noemí Maza
