2/3/12

LENGUAJE, AMOR, REDISTRIBUCIÓN

Cuidando a través del lenguaje: el
nushu (escritura de mujeres).
Hace 1.700 años, las mujeres chinas
estaban privadas de una educación
formal y vivían encerradas en las casas
de sus padres o de sus maridos,
sometidas a la autoridad masculina, sin
posibilidades de aprender a leer y
escribir el idioma de los hombres. Fue
así como aquellas campesinas
analfabetas inventaron un idioma
propio, el Nushu, que está
considerado por los lingüistas como
un sistema de comunicación único
porque no tiene ningún paralelo
hablado. Nushu en chino quiere decir
escritura de mujeres. Según se cree, el
código secreto fue trasmitido desde
entonces de generación en generación
sólo a las mujeres.
Yang Huanyi, de 98 años, de la
provincia de china de Hunan, que
murió el 23 de septiembre de 2004, era
la última persona del planeta que
hablaba esta lengua. Casi no ha
quedado documentación escrita,
puesto que desde muy antiguo era
costumbre quemar o enterrar con los
muertos los manuscritos en nushu. De
lo que se está recogiendo, además de
literatura y folclore, las inscripciones en
esta lengua pueden verse en diarios y
abanicos donde se han encontrado
reflexiones íntimas, consejos,
correspondencia, así como
descripciones de bombardeos y
guerras.
Uno de los documentos recuperados
dice: "Los hombres se atreven a salir
de casa para enfrentarse al mundo
exterior, pero las mujeres no son
menos valientes al crear un lenguaje
que ellos no pueden entender". Otro
señala: "Debemos establecer relaciones
de hermanas desde la juventud y
comunicarnos a través de la escritura
secreta".
El idioma mandarín, como fundamento
institucional de la cultura, incorporaba
su estructura autoritaria, jerárquica y
solemne, mientras que el nushu era
para las mujeres la lengua de la vida
cotidiana, de las emociones, de la
espontaneidad, del mundo natural, de
los sueños y de los deseos.
Por esa razón, en nushu las mujeres
solían escribir las "Cartas del tercer
día", unos folletos escritos sobre tela
en los que trasmitían a sus hijas
consejos sobre el matrimonio. Las
"Cartas del tercer día", que contenían
también canciones compuestas en
nushu que expresaban sueños,
esperanzas y sentimientos de las
mujeres, eran enviadas a las novias el
tercer día después de la boda.
Cuidando a través del amor: Orango
Grande.
Él sólo tenía 14 años cuando la chica
entró en su cabaña y colocó ante él un
plato de pescado. Como todos los
hombres en esta isla africana, Carvadju
Jose Nananghe sabía exactamente qué
significaba eso. No tenía la opción de
rechazarlo. Con el corazón acelerado,
elevó el plato aromático basado en
una antigua receta, accediendo con un
bocado a casarse con la chica.
"Yo no sentía nada por ella", dice
Nananghe, ahora con 65 años. "Luego,
tras comer ese plato, fue como un
flechazo: sólo la quería a ella."
En este archipiélago de 50 islas al oeste
de África, frente la costa de Guinea
Bissau, en Orango Grande, hay una
sociedad matriarcal (etnia Bijagó)
donde las mujeres gestionan la
economía, el bienestar social, la ley... y
el amor. En el tema del amor, son las
mujeres, y no los hombres, quienes
eligen. Ellas proponen públicamente
colocando a sus futuros novios un
plato de pescado preparado con
distinción, marinado en aceite de
palma roja. Una vez hecha la oferta, los
hombres no pueden negarse.
Rechazarlo, explica Nananghe,
recordando ese día hace medio siglo,
hubiera significado deshonra a su
familia. "En cualquier caso, ¿por qué
querría un hombre escoger a su
esposa?"
"El amor aparece primero en el
corazón de la mujer", explica él. "Una
vez está en la mujer, sólo entonces
puede saltar al corazón del hombre".
Pero las bruscas mareas y estrechos
canales que mantenían a los forasteros
alejados de estas islas remotas ya no
pueden seguir protegiéndoles del
mundo moderno. Los jóvenes de
Orango, a 40 millas al oeste de la costa
de Guinea Bissau, encuentran trabajo
como transportistas turísticos en los
hoteles de las islas más modernizadas.
Otros recolectan el aceite de las
palmeras y lo venden en tierra firme.
Vuelven practicando una nueva forma
de cortejo. Además, los misioneros
cristianos que han establecido aquí sus
iglesias les enseñan que son los
hombres, no las mujeres, quienes
deben dar el primer paso.
"Ahora el mundo está patas arriba", se
quejaba Cesar Okrane, con sus 90
años, con los ojos oscurecidos por las
cataratas. "Los hombres ahora van
detrás de las mujeres, en vez de
esperar a que ellas se les acerquen".
Para un hombre, atreverse a proponer
una relación es peligroso, dicen los
tradicionalistas de esta isla de 2.000
habitantes. "La elección de la mujer es
mucho más estable", explica Okrane.
"Raramente había divorcios. Ahora,
con los hombres eligiendo, el divorcio
se ha convertido en la norma."
Tras la proposición, ellas se proveen
de los materiales para construir la
casa, tomados de las blancas playas
que rodean el archipiélago. Las
mujeres han construído todas las casas
de este poblado, usando lianas como
cuerdas, cortando hierba para los
tejados y moldeando ladrillos con
arcilla rosada. Sólo cuando la casa se
ha construído, un proceso que dura
cuatro meses, la pareja podía mudarse
y hacer oficial su matrimonio.Uno de
los evidentes signos de cambio es el
material elegido para la casa más
nueva de la isla: el cemento. Además,
está siendo construída por obreros
contratados, no por las mujeres
nativas.
Aunque las costumbres únicas de estas
islas van desapareciendo, quedan
bolsas de resistencia. A menudo, las
mujeres convencen a los hombres de
la vuelta a las costumbres pasadas.
Laurindo Carvalho (23 años) conoció a
su chica con 13 años. Trabajaba en un
hotel, vestía tejanos, poseía un
teléfono móbil y vivía como un hombre
moderno, y así pensó que podría
burlar la tradición y pedir matrimonio a
esa chica. Con una bofetada, ella le
rechazó.
Pasados seis años, cuando ambos
tenían 19, escuchó alguien llamar a la
puerta. Fuera, su amor estaba
aguantando un plato de delicioso
pescado con una amplia sonrisa en los
labios.
Carvalho aún sigue llevando los
tejanos y deportivas Adidas, pero se ve
a sí mismo implicado en la fibra
matriarcal del pueblo. "¡Aprendí de
forma clara y tajante que aquí un
hombre nunca se adelanta a una
mujer!", admite.
Cuidando a través de la redistribución:
Juchitan.
Juchitan está en Oaxaca, México, y
tiene 80.000 habitantes. La expectativa
de vida es la más alta de México. El
81.6% de los niños están bien
alimentados. (En el resto de México, la
desnutricion infantil llega al 80%). Sus
calles no presentan cuadros de
miseria. Sus casas son de construccion
solida y las viviendas precarias son una
excepción. Ademas, esta es una
sociedad tolerante con las opciones
personales de vida, la
homosexualidad, el travestismo (los
muxes) y las creencias religiosas.
El mercado es el corazon de Juchitan y
el lugar publico de las mujeres. En
Juchitan no hay supermercado,
probablemente porque ninguna mujer
haría sus compras allí, pues, siempre
que sea posible, un o una juchiteca le
compra a un u otra juchiteca.
Aquí comprar y vender es sobre todo
una relacion entre las personas. La
transaccion es parte de la red social. El
valor abstracto del dinero no se ha
impuesto en Juchitan. El trueque es
una practica habitual. La produccion y
el comercio se orientan a la
satisfaccion de las necesidades del
diario vivir y la buena posicion dentro
de la comunidad, no a la acumulación.
Las relaciones comerciales siempre
estan matizadas de un sentido de
ayuda mutua y existen mecanismos
culturales consolidados que facilitan el
intercambio de ayudas sin degradar a
la persona
El comercio en Juchitan ha estado y
esta en manos femeninas. Este hecho
tan sencillo tiene amplias
consecuencias. El punto central es la
gran importancia de los alimentos, la
buena comida autoctona. El 75% de
los alimentos se producen allí y son las
marchantas las que sostienen la
circulación local y regional. A traves de
la cultura especial de la economia de
prestigio, logran que sus mercancias y
su trabajo mantengan su valor.
En Juchitan se celebran mas de 600
fiestas al año, en las que se produce
una constante redistribución de la
riqueza material y humana. El mayor
prestigio se adquiere mediante el
reparto de los ingresos acumulados
durante el año en una suntuosa fiesta,
donde todos las y los pobladores
tendran acceso a abundante comida y
bebida. El honor y el prestigio se
miden en la disposicion para cooperar.
El bienestar de la gente de Juchitan, se
debe a la estructura social y a la
filosofia que pone en el centro a las
mujeres y su preocupacion
fundamental: el cuidado de la vida.

Fuentes:
Matriarcados: ¿cuando mandan las
mujeres?
http://
revolucionmatriarcal.blogspot.com/2011/03/
nushu-el-lenguaje-de-las-mujeres.html
http://
revolucionmatriarcal.blogspot.com/2010/12/
orango-donde-las-mujeres-
proponen.htm

Noemí Maza