3/3/12

Los que no mienten

“En lengua guaraní ñe’ê
significa “palabra” y también
significa “alma”.
Creen los indios guaraníes
que quienes mienten la
palabra, o la dilapidan, son
traidores del alma.”
Eduardo Galeano, escritor.
Los guaranís, o los avá
(“hombre” en lengua guaraní),
se consideran ñe’êngatu (ñe’ê =
palabra + ngatu = perfecta); es
decir, emiten palabras perfectas;
y por consiguiente, dicen
solamente lo que deben decir
y hablan solamente cuando
tienen algo que merezca la
pena decir. Para ellos, la
palabra es sagrada. En esencia,
el indígena Guarani no debe
mentir; y por consiguiente, la
lengua tampoco.
David Galeano Olivera, profesor
y Licenciado en Lengua Guaraní,
relata una anécdota sobre la
importancia de las palabras para
estos indios:
“Después de mucho insistir y
sobre todo de habernos ganado
su confianza, un día nos
invitaron a participar de un
no'õvusu, o asamblea de líderes
o mburuvicha, una especie de
"cumbre presidencial", donde
tratan cuestiones de interés
general. Es un encuentro
privado, sólo reservado a ellos.
Recuerdo que los líderes
llegaron de grandes distancias,
de a pie (15, 30, 50 y más
kilómetros) para aquel
no'õvusu. Estuvieron 11 en total.
En fín, el primer día, un martes,
se sentaron acompañados de
sus mujeres y debidamente
ataviados. Estuvieron todo el día
sin decirse una sola palabra,
absolutamente nada. Se
levantaron del sitio solamente
para comer o para cumplir sus
necesidades. El día siguiente
ocurrió lo mismo. Y el tercer día,
como a la media tarde, uno de
ellos –el inspirado– se puso de
pie y solamente pronunció tres
palabras: “ko'áĝa
ñañemitỹva'erã avati”. Después
de escucharlo, todos se
pusieron de pie y retornaron a
sus comunidades. Imagínense,
se reunieron tres días
únicamente para escuchar
tres palabras, palabras
sagradas”
El concepto de la perfección
es algo que les apasiona. Es su
razón de ser. Basta recordar
que en el Alto Parana y
Kanindeju viven los Ava Guarani
o Avakatu o Avakatuete (donde
ete es superlativo), es decir,
personas perfectas o plenas. Es
por ello que los están
obligados moral y éticamente
a practicar lo correcto, el
error solo puede ser una
casualidad.
La imperfección siempre fue una
molestia para el indígena. De allí
también la tradición del tera’o
(quitarse o cambiar el
nombre) . Esta notable práctica
se daba y se da cuando la
persona comete una infracción
moral. Ocurrida la imperfección,
el siguiente paso será ponerse
un nombre nuevo, sin manchas,
que les garantice nuevamente
su condición de tekokatu (vida
perfecta) y avakatu (hombre
perfecto) Pero la cuestión no
pasa por andar cambiando de
nombre a cada rato. El tera’o es
prácticamente un acto de
humillación social. Por otra
parte, el indígena Guarani está
seguro que puede llegar a la
plenitud de la perfección: el
aguyje (estado de gracia) Por
eso, cuando le ponían o le
ponen el nombre a una
persona, no mienten ni
imaginan, sino que estampan
con ese nombre, mediante la
palabra, las características
más exactas de la persona. Es
decir, el nombre es la persona
misma, es la esencia de la
persona, su identidad.
"...Es difícil hablar sobre la
identidad en un ratito, porque
es un tema muy complicado...
pero algunas cosas si se pueden
decir... con respecto a eso, creo
que se universalizó en los
últimos años una concepción de
la identidad que me parece muy
limitada, que diría que casi que
reduce la identidad a un asunto
de museo, y yo creo que sobre
todo somos lo que hacemos
para cambiar lo que somos, o
sea, creo en una identidad en
movimiento, creo en una
identidad viva y creo mucho
más en las identidades
elegidas que en las entidades
heredadas, en una región del
mundo como es América Latina
que tiene una amplia
experiencia en la materia.
Por citar sólo dos ejemplos,
pero los ejemplos son miles y
miles y miles, citaría dos de
casos de identidad elegida: un
antropólogo alemán llamado
Curt Unckel que llega a Brasil a
principios del siglo XX, o sea, mil
novecientos y un poquito, para
estudiar a los guaraníes. Es un
hombre joven, recién regresado
de una universidad alemana y al
entrar en contacto con los
guaraníes, con los Tupí
guaraníes, que son los
guaraníes del Brasil, descubre
que él es guaraní, y bueno,
asume esta revelación, pasa a
llamarse Curt Nimuendajú,
"nimuendajú" significa en
guaraní "el que elige su casa". Y
muchos años después muere
siendo un indígena guaraní, que
además es un antropólogo que
se estudia a sí mismo . O sea,
que ya no está estudiando a
otro como si fuera una cosa
ajena, sino que estudia sus
adentros..." Eduardo Galeano.
Curt Nimuendajú (1883 - 1945),
nacido y conocido hasta 1921
como Curt Unckel, era etnólogo
y antropólogo. De joven,
pasaba muchas horas
estudiando mapas y leyendo
todo lo que en la biblioteca de
la fábrica donde trabajaba había
sobre los indios de la América
del Norte y del Sur. En 1905,
apenas dos años después de su
llegada al Brasil, Curt Unkel
toma contacto con los guaraníes
del interior del Estado de São
Paulo, y no tarda en verificar
que está en condiciones de
presentar al mundo científico
muchos conocimientos nuevos
e importantes sobre ese
pueblo.
Los guaraníes son un pueblo
nativo originario de la región
amazónica, que se estableció
en distintas regiones del
continente, especialmente en el
Paraguay (la palabra
Paraguay, deriva de un
vocablo guaranì: “Agua
grande que desemboca”) y en
Argentina (noreste), en Brasil
(sur y suroeste) y sureste de
Bolivia.
La auto denominación étnica
original de los hoy llamados
guaranies es avá, que significa
"hombre". El muy difundido
nombre "guaraní" les fue
dado por los españoles al
escuchar los gritos de guerra de
este pueblo, guará-ny (combatir-
les). Otra version afirma que la
denominación se tomo de
"guariní" que significa
precisamente guerra o
guerrear, al parecer los mismos
indios se denominaron de esa
manera, indicando con ello que
se consideraban guerreros.
Actualmente se estima que aún
existen cientos de miles de
guaraníes y su idioma es
hablado por 5 a 12 millones de
personas.
“A veces” , recordaba el
etnólogo Robert H. Lowie sobre
Curt (Nimuendajú) Unckel, “me
parecía injusto que yo pudiera
estar sentado cómodamente en
casa, mientras él andaba de
viaje por ríos peligrosos,
recorriendo las selvas tropicales
o visitando sin éxito alguno
ciertas tribus indígenas que
habían sido ampliamente
exterminadas por alguna
epidemia de sarampión. Sin
embargo, él no deseaba otra
cosa que viajar donde los
indios; todo lo que esperaba de
la vida era el apoyo financiero
suficiente para poder realizar
sus viajes”.
En una carta fechada en 1920 el
historiador Clemens
Brandenburger describía su
encuentro con Unckel que había
acudido a él “todo andrajoso,
proveniente de una estancia
donde los guaraníes”, pero que
luego no aguantó por mucho
tiempo, ya que “no le
agradaban ni la gran ciudad de
São Paulo ni el trabajo
periodístico”. “No aguanta
nunca mucho tiempo en un
mismo sitio”. “En tales casos, es
poco lo que uno puede hacer, y
tiene que dejar que [esas
personas] vivan su vida de
acuerdo con las leyes a las que
ellas responden”.
El desasosiego y la precariedad
monetaria constituyeron dos
constantes en la biografía de
Curt Unckel, quien fue durante
toda su vida un marginal
tanto para el mundo
académico como para la
sociedad brasileña en general.
La única pausa en medio de
ese espíritu incansable lo
encontró entre los indios , a
cuyo estudio dedicó cuatro
décadas de su vida, antes de
morir el 10 de diciembre de
1945, en circunstancias no
esclarecidas hasta hoy, en una
aldea de indios ticuna a orillas
del río Solimões.
“He vivido siempre como un
indio entre los indios, y
durante esa vida, aunque no he
estado exento de errores, he
aprendido a hablar la lengua
guaraní quizá mucho mejor que
algunos que han escrito más
sobre el tema que yo”. En el año
1906 fue “acogido en la tribu
con todas las formalidades”,
momento en el cual también fue
rebautizado con su nuevo
nombre indio: “Nimuendajú” ,
un apelativo al que algunos
investigadores atribuyen el
significado de “el que ha
establecido su morada” ; y que
otros, de un modo más
detallado, interpretan como
“aquel que supo abrir su propio
camino en este mundo y
conquistó su lugar” .
El lugar que Curt Nimuendajú
Unckel supo conquistarse fue la
vida en las aldeas indígenas
de Brasil . De los más de
doscientos pueblos indígenas
que hoy habitan en ese país, él
conoció en persona más de
cuarenta. “Nimuendajú”, sin
embargo, siguió siendo el
nombre con el que el propio
Unckel se denominó a sí mismo
a partir de entonces, era el
nombre con el que firmaba y
que consta oficialmente en su
expediente civil.
Y con el que estudiaba sus
adentros.
Fuentes:
http://www.goethe.de/wis/bib/
prj/hmb/the/ami/
es4899558.htm
http://
eduardogaleano.org/2011/12/
05/ventana-sobre-la-palabra-iii/
http://
dgaleanolivera.wordpress.com/
guarani-lengua-maravillosa-
valiente-y-viva/