3/3/12

LA PRUEBA DIABÓLICA. ARGUMENTUM AD IGNORANTIAM

Imaginen esta conversación:
Sujeto A: los extraterrestres existen.
Sujeto B: los extraterrestres no existen.
Sujeto A: Demuéstrame que no existen.
Este argumento es una falacia lógica
que consiste en exigir al rival dialectico
una prueba imposible de obtener y, al
no poder aportarse pruebas, se da por
valido el argumento inicial.
¿Me explico?... en este caso concreto,
es posible demostrar que existen los
extraterrestres, siempre y cuando
existan, claro. Pero es prácticamente
imposible demostrar que no existen,
pues para ello deberíamos eliminar
todas las posibilidades, comprobando
cado uno de los sistemas solares
existentes, con sus planetas, satélites y
asteroides. Algo, de hecho, imposible
en una sola vida… o en miles de vidas.
Por eso el argumento es tramposo. Es
una falacia.
Pero aun así, es uno de los
argumentos dialecticos más empleados
en la cotidianeidad (especialmente por
religiosos o amantes de lo
paranormal): sustituyan la palabra
“extraterrestres” en la ecuación inicial
por “dios”, “dioses”, “illuminatis”,
“fantasmas” o “reptilianos venidos de
la tercera dimensión inferior” y verán
cómo, curiosamente, cuanto más
descabellada sea la propuesta inicial,
mas difícil de aportar una prueba en
contra.
Por este motivo esta argumentación es
muy usada por todos aquellos
defensores de ideas irracionales, no
demostrables científicamente o que
pertenecen puramente al campo de la
ciencia ficción.
Por ejemplo:
Sujeto A: Mi tele todas las noches se
convierte en un elefante de color rosa
que fuma marihuana.
Sujeto B: Eso es imposible.
Sujeto A: Demuéstramelo.
Esto, en Lógica, se llama “argumentum
ad ignorantiam”. Y consiste
precisamente en eso: la verdad o
falsedad de una proposición se intenta
demostrar por la ignorancia existente
sobre ella. Así, puede ser negativa (“no
se puede demostrar que Dios exista,
por lo tanto no existe”) o afirmativa
(“no se puede refutar que Dios exista,
por lo tanto existe”).
El caso es que la falacia consiste
precisamente en desviar la carga de la
prueba.
El que tiene que demostrar algo es el
que lo propone. No el que lo niega.
De hecho así sucede en los procesos
judiciales, donde la fiscalía o los
acusadores han de demostrar (la carga
de la prueba), si el acusado es o no
culpable. Mientras tanto, por la lógica
regla de la presunción de inocencia, el
acusado es inocente mientras no se
demuestre lo contrario.
Pero esto no siempre ha sido así.
Durante el Medievo o incluso en la
Edad Moderna, los procesos judiciales,
especialmente los de la Inquisición, no
solo no respetaban la presunción de
inocencia, si no que solían caer en este
tipo de falacias. Se trata pues de la
famosa “Prueba Diabólica (en latín,
probatio diabolica) o prueba
inquisitorial, en el que el acusado ha
de demostrar que algo no ha
sucedido, que algo no existe o que no
ha hecho algo. Y cuando decimos
“algo”, queremos decir “algo
relacionado con el diablo”. Así tenían
que demostrar que no adoraban al
Diablo o, lo que es peor, que no lo
habían adorado.
Se partía de la culpabilidad y había que
demostrar la inocencia.
En definitiva consistía en desplazar la
carga de la prueba del acusador al
acusado. Algo totalmente perverso y
falaz que llevaba a terribles
consecuencias y crueles despropósitos
legales.
Pues la misma validez (ninguna), tiene
este argumento cuando se usa para
intentar demostrar algo que se afirma.
Es decir no vale como criterio racional
de verdad.
¿La Imagen? Estampa nº 53 de los
Caprichos de Goya

Mas info y fuentes: http://
es.wikipedia.org/wiki/Ad_ignorantiam ,
aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/
Onus_probandi , aquí: http://
es.wikipedia.org/wiki/Prueba_diab
%C3%B3lica y aquí: http://
perso.wanadoo.es/usoderazonweb/
html/conten/arca/dicci/
dicci2.htm