En 1902, George Méliès, realizo su
película más conocida, “Le voyage dans
la Lune” (Viaje a la Luna), basada en la
novela de Julio Verne “De la Tierra a la
Luna” y en la de H. G. Wells “Los
primeros hombres en la Luna”,
fundidas en un guion redactado por el
mismo.
Narra la decisión de dos sabios del
congreso científico del club de
astrónomos de ir a la luna.Para ello
construyen un gigantesco obús en el
que se instalan para el viaje: este es
introducido por unas coristas (del
propio teatro de Méliès) en un
gigantesco cañón para ser disparado
hacia el satélite terrestre. Los científicos
alunizan en un ojo de la luna (una de
las escenas clásicas de la historia del
cine) donde aparecen el rey y los
selenitas (interpretados por los
acróbatas del Folies Bergère) que se
convertían en polvo cuando eran
golpeados por los paraguas de los
terrícolas. Tienen que huir echando
hostias porque los selenitas se les
rebelan y regresan a la tierra
arrastrando sin querer a un selenita
que se había agarrado a su cola y que
es exhibido en nuestro planeta con un
gran regocijo popular.
Se trataba de una maravilla de 20
minutos de duración, un record para
la época, dividida en treinta escenas y
con un coste superior a los 30.000
francos de su época, gastados en una
impresionante escenografía: la Osa
Mayor es personificada por jóvenes
vestidas de estrellas, hongos gigantes,
ríos lunares y demás selenitas
parecidos a crustáceos. Pero lo que
destaca es la enorme evolución que se
produce en la continuidad narrativa de
las películas: al montar la secuencia del
disparo del cañón que lleva a los
astrónomos a la Luna, y, a
continuación, mostrar como el cohete
choca contra el ojo de la Luna inventa
de golpe la elipsis cinematográfica,
esencial para el futuro arte.
Esta cinta tuvo rápidamente éxito
alrededor del mundo. Intento
distribuirla comercialmente en Estados
Unidos, pero Edison la pirateo,
haciendo copias de ella y
distribuyéndola el mismo,
argumentando que tenía derecho
sobre todas las películas, ya que la
perforación de la cinta para cine era
un invento suyo (en realidad fue de
Dickson, su empleado, del que
hablamos en un artículo anterior)
Realizo otros magistrales films como
“Le tunnel sous la manche” (El túnel
bajo la mancha) de 1907 (film de 350
metros dividido en 30 escenas); “A la
conquête du pole” (La conquista del
polo) 1912 donde narra una
expedición al polo a bordo de un
gigantesco artilugio volador; “Le
Voyage a travers l´Imposible” (Viaje a
través de lo imposible) 1904, donde
viaja al sol o “Le Manoir du Diable” (el
primer film de vampiros y además el
primer antecedente de cine de terror).
Creo un género que llamaría
“Actualidades reconstruidas”, que hoy
conocemos como “dramatizaciones”,
en las que reproducía sucesos
históricos. Ejemplos de estas películas
son sus obras sobre la explosión del
acorazado Maine (en las que emplea
las citadas filmaciones “submarinas”, a
través de su acuario) o la coronación
del rey Eduardo II.
Llegaría a rodar alrededor de
quinientas películas, pero la
transformación del cine hacia un
modelo más industrial y comercial,
llevada a cabo por Edison en USA y
por Pathé en Francia, junto con la
llegada de la Primera Guerra Mundial,
afectaron a su negocio de tal manera
que en 1913 se retiro para siempre del
cine. Sobrevivirá unos años con el
teatro, hasta que en 1923 tuvo que
vender todas sus posesiones para
pagar sus cuantiosas deudas, entre
ellas los negativos de todas sus
películas, que fueron pagados al peso.
Desahuciado, malviviendo, en 1925 se
reencuentra con una de sus actrices,
Jeanne d'Alcy, que regenta un quiosco
de juguetes y chucherías en la estación
de Montparnasse. Se casarían y
durante años llevarían juntos el
pequeño negocio, hasta que un día un
tal Léon Druhot, director de Ciné-
Journal, un magazine de la época, lo
descubrió, perplejo ante la lamentable
situación económica que vivía. Decidió
iniciar una campaña para prestarle
ayuda, y tuvo bastante éxito en ello,
pues desde 1925 su obra será
redescubierta por la vanguardia
cinematográfica francesa,
especialmente por los surrealistas, que
reivindicaron su figura hasta el punto
de que Méliès fue reconocido con la
Legión de Honor en 1931 por toda su
trayectoria.
En 1932 es alojado en el Castillo de
Orly casa de jubilación de la «Mutua
del cine» (institución fundada en 1921
por Léon Brézillon, presidente del
sindicato francés de productores
cinematográficos) y allí vivirá el resto
de sus días con su esposa Jeanne
d'Alcy. Falleció en el hospital Léopold
Bellan de París por un cáncer de
estomago. Poco antes de la muerte de
Méliès, en 1938, Henri Langlois,
creador de la Cinemateca francesa
recuperó y restauró parte de sus
películas. Desde 1946 el premio Méliès
otorga anualmente el reconocimiento a
la mejor película francesa.
Mi más sincero homenaje a George
Méliès, padre de un género que sería
definido como ciencia ficción veinte
años mas tarde del estreno de “Viaje a
la Luna” (1902) por Hugo Gernsback,
creador de “Amazing Stories”… pero
esa es otra historia.