23/2/12

Decididos a escuchar

¿Es posible que la Vía Láctea esté
repleta de vida y de inteligencia —
mundos que llaman a otros mundos—
y nosotros, en la Tierra, estemos
viviendo el momento decisivo en que
decidimos por vez primera escuchar
esa llamada?
Nuestra especie ha descubierto una
forma de comunicarse a través de la
oscuridad, de trascender distancias
inmensas. No hay medio de
comunicación más rápido, más barato
o que tenga mayor alcance. Se llama
radio. Estamos actualmente, a una
escala sin precedentes, tratando de
captar señales de radio de otras
posibles civilizaciones en las
profundidades del espacio. Este
rastreo se denomina «Búsqueda de
inteligencia extraterrestre» SETI, por
sus siglas en inglés.
Permítanme describir hasta dónde
hemos llegado. El primer programa
SETI fue llevado a cabo por Frank
Drake. Su gran logro fue poner de
manifiesto que la tecnología moderna
sería plenamente capaz de captar
señales de hipotéticas civilizaciones
residentes en planetas de otras
estrellas. Entretanto, la tecnología para
la detección se ha ido abaratando; el
grado de sensibilidad continúa
mejorando; la respetabilidad científica
del programa SETI ha ido en aumento.
Pero nuestro temor a la oscuridad se
subleva. La idea de la existencia de
extraterrestres nos preocupa. Nos
inventamos objeciones:
«Es demasiado caro.» Pero, en su
plena expresión tecnológica moderna,
cuesta menos que un helicóptero de
combate al año.
«Nunca llegaremos a comprender lo
que dicen.» Pero, dado que el mensaje
se transmite por radio, nosotros y ellos
debemos tener radiofísica,
radioastronomía y radiotecnología en
común. Las leyes de la Naturaleza son
las mismas en todas partes; así pues, la
misma ciencia proporciona un medio y
un lenguaje de comunicación incluso
entre especies de seres muy diferentes,
siempre, claro está, que ambas
dispongan de ciencia.
«A lo largo de toda la historia, las
civilizaciones avanzadas han arruinado
a otras civilizaciones que les iban
ligeramente a la zaga.» Ciertamente.
Pero los extraterrestres maléficos, si
existen, no van a descubrir nuestra
presencia por el hecho de que
estemos escuchando. Los programas
de búsqueda se limitan a recibir, no
transmiten.
Al cabo de millones de años de
evolución biológica —en su planeta y
en el nuestro— una civilización
extraterrestre no puede estar al mismo
nivel tecnológico que la nuestra. Ha
habido humanos durante más de
veinte mil siglos, pero sólo hace un
siglo que conocemos la radio. Si las
civilizaciones extraterrestres están más
atrasadas que nosotros, es probable
que lo estén demasiado como para
tener radio. Y si están más adelantadas
que nosotros, lo estarán también
mucho más. Pensemos en los avances
tecnológicos que hemos conseguido
en nuestro mundo durante los últimos
siglos. Lo que a nosotros nos resulta
tecnológicamente difícil o imposible, lo
que nos parecería mágico, a ellos
podría parecerles banal, de tan fácil.
Hoy podríamos comunicarnos a través
de gran parte de la galaxia. Ellos
deberían ser capaces de llegar mucho
más allá. Si acaso existen.
Carl sagan