8/2/12

La Sincronicidad

Mediante el Principio de sincronicidad,
C. G. Jung intenta dar cuenta de una
forma de conexión entre fenómenos o
situaciones de la realidad que se
enlazan de manera acausal, es decir,
que no presentan una ligazón causal,
lineal, que responda a la tradicional
lógica causa-efecto.
Será a través de dos de sus escritos de
1952 como expondrá el concepto de
sincronicidad:
Sincronicidad como principio de
conexiones acausales, publicado junto
a una monografía de Wolfgang Pauli,
«La influencia de las ideas arquetípicas
en las teorías científicas de Kepler», en
Interpretación de la naturaleza y la
psique.
Sobre sincronicidad, conferencia
pronunciada en los encuentros
Eranos.
En ellos establecerá que la manera en
que los fenómenos se vincularían sería
a través de su significado. Un típico
ejemplo de sincronicidad se da cuando
una persona constata que una imagen
mental suya, netamente subjetiva, es
reflejada, sin explicación causal, por un
evento material exterior a él. En
términos de Jung, sería la
concordancia, en el nivel del
significado, de una imagen mental con
un fenómeno material que se dan
simultáneamente. Por lo tanto, Jung
considera que las sincronicidades son
"concordancias significativas
acausales".
Para él, la sincronicidad es, "la
coincidencia de dos o más
acontecimientos, no relacionados
entre sí causalmente, cuyo contenido
significativo es idéntico o semejante...".
Una de las citas favoritas de Jung sobre
sincronicidad remite a la obra de Lewis
Carroll A través del espejo, en la cual la
Reina Blanca dice a Alicia: "Es mala
memoria, la que funciona sólo hacia
atrás."
Jung cita inicialmente en su obra dos
casos, indicando en ellos no una
explicación dirigida a hacer cambiar de
opinión a quien ve solamente
casualidades, sino a modo de
exposición de la manera en que suelen
presentarse en la vida práctica las
coincidencias de sentido:
"Una joven paciente soñó, en un
momento decisivo de su tratamiento,
que le regalaban un escarabajo de
oro. Mientras ella me contaba el sueño
yo estaba sentado de espaldas a la
ventana cerrada. De repente, oí detrás
de mí un ruido como si algo golpeara
suavemente la ventana. Me di media
vuelta y vi fuera un insecto volador que
chocaba contra la ventana. Abrí la
ventana y lo cacé al vuelo.
Era la analogía más próxima a un
escarabajo de oro que pueda darse en
nuestras latitudes, a saber, un
escarabeido (crisomélido), la Cetonia
aurata, la «cetonia común» , que al
parecer, en contra de sus costumbres
habituales, se vio en la necesidad de
entrar en una habitación oscura
precisamente en ese momento. Tengo
que decir que no me había ocurrido
nada semejante ni antes ni después de
aquello, y que el sueño de aquella
paciente sigue siendo un caso único
en mi experiencia."
"La mujer de un paciente mío de
cincuenta y tantos años me contó una
vez en una conversación coloquial que,
cuando murieron su madre y su
abuela, se congregó, ante las ventanas
de la habitación de las fallecidas, un
gran número de pájaros, cosa que yo
ya había oído contar más de una vez a
otras personas. Cuando el tratamiento
de su marido estaba a punto de
concluir porque había desaparecido la
neurosis, le aparecieron unos
síntomas leves que yo atribuí a una
afección cardíaca. Lo remití a un
especialista que, tras el primer examen
clínico, me comunicó por escrito que
no le había encontrado nada que
fuera motivo de preocupación.
Cuando mi paciente regresaba a casa
tras esta consulta (con el informe
médico en el bolsillo), se desplomó de
repente en plena calle. Cuando lo
llevaron a casa moribundo, su mujer ya
estaba inquieta y asustada porque, al
poco rato de haber marchado su
marido al médico, se había posado en
su casa una bandada entera de
pájaros. Como es natural,
inmediatamente recordó los similares
sucesos que habían tenido lugar a la
muerte de sus parientes, y se temió lo
peor."
(C. G. Jung,Sincronicidad como
principio de conexiones acausales. En
ambos casos).
Otro ejemplo clásico de sincronicidad
actualmente, es un suceso en la vida
del actor Anthony Hopkins. Cuando
éste fue contratado para actuar en la
película La mujer de Petrovka, no
consiguió encontrar en ninguna
librería londinense la novela de George
Feifer en la que se basaba el guión.
Aburrido, se dispuso a tomar el Metro
para regresar a su casa.
Estaba sentado en la estación de
Leicester Square cuando, de pronto,
halló el libro en un banco. Se quedó
tan asombrado de su buena suerte
que ni siquiera reparó en las
anotaciones que el volumen tenía en
los márgenes. Dos años más tarde su
sorpresa fue aún mayor. Al conocer al
autor durante el rodaje del filme, éste
le dijo que había perdido su ejemplar
anotado.
Dicho ejemplar era el mismo libro que
Hopkins había encontrado en la
estación olvidado sobre un banco.
Fuentes: BibliotecaPleyades , C. G. Jung,
"Sincronicidad como principio de
conexiones acausales."