Diccionario del diablo. Ambrose Bierce
Paciencia, s. Forma menor de la
desesperación, disfrazada de virtud.
Pagano, s. Ser descarriado que incurre
en la locura de adorar lo que puede
ver y sentir.
Palacio, s. Residencia bella y costosa,
particularmente la de un gran
funcionario. La residencia de un alto
dignatario de la Iglesia se llama
palacio; la del fundador de su religión
se llamaba pajar o pesebre. El
progreso existe.
Pañuelo, s. Pequeño cuadrado de seda
o de hilo, que se usa para varias
funciones innobles alrededor de la
cara, y resulta especialmente útil en los
velatorios para resaltar la ausencia de
lágrimas. El pañuelo es de invención
reciente; nuestros antepasados, que
no lo conocían, usaban la manga.
Cuando Shakespeare lo introduce en
"Otelo" , incurre en un anacronismo:
Desdémona se limpiaba la nariz con las
faldas, mientras que el doctor Walker y
otros reformadores de nuestros días lo
hacen con los faldones de la levita --
prueba de que las revoluciones a
veces retroceden.
Pasaporte, s. Documento que se inflige
traidoramente a un ciudadano que
sale de su país, denunciándolo como
extranjero y exponiéndolo al ultraje y
la reprobación
Pillo, s. Tonto considerado bajo otro
aspecto. Hombre cuyas cualidades,
preparadas para la exhibición como
una caja de fresas en un mercado --las
mejores arriba-- han sido abiertas del
lado que no corresponde. Un
caballero al revés.
Portátil, adj. Expuesto a propiedad
mutable merced a vicisitudes de la
posesión.
Preferencia, s. Sentimiento o estado de
ánimo inducido por la creencia
errónea de que una cosa es mejor que
otra.
Un filósofo antiguo estaba convencido
de que la vida no es mejor que la
muerte. Un discípulo le preguntó por
qué, entonces, no se suicidaba.
--Porque la muerte no es mejor que la
vida --respondió el filósofo-- Pero es
más larga.
Prerrogativa, s. Derecho de un
soberano a obrar mal.
Presidente, s. Figura dominante en un
grupito de hombres que son los
únicos de los que se sabe con certeza
que la inmensa mayoría de sus
compatriotas no deseaban que
llegaran a la presidencia.
Profecía, s. Arte y práctica de vender
nuestra credibilidad con entrega
diferida.
Prójimo, s. Aquél a quien no está
ordenado amar como a nosotros
mismos, pero que hace todo lo posible
para que desobedezcamos.