9/2/12

La pila de Bagdad

Batería de Bagdad es el nombre dado
a diversos jarrones fabricados durante
el periodo parto (antes del año 226 a.
C.), que algunos suponen que
funcionaban como una pila eléctrica.
En 1936, durante unas excavaciones en
una colina de Kujut Rabua, una aldea
al sureste de Bagdad (Iraq), los
trabajadores del Departamento Estatal
Iraquí del Ferrocarril descubrieron una
vieja tumba cubierta con una losa de
piedra. Durante dos meses, el
Departamento Iraquí de Antigüedades
extrajo de allí un total de 613
abalorios, figurillas de arcilla, ladrillos
cincelados y otras piezas. Fueron
fechados en el período de los partos
(casi quinientos años entre 248 a. C. y
226 d. C.). También hallaron unos
recipientes muy singulares de arcilla,
con forma de jarrón y de color amarillo
claro. En su interior había un cilindro
de cobre, fijado con asfalto a la
embocadura del cuello. Dentro del
cilindro había una vara de hierro.
El recipiente medía 13 cm de alto por 4
cm de diámetro, mientras que el
cilindro de cobre medía 9 cm de alto
por 2,6 cm de diámetro. La vara de
hierro sobresalía 1 centímetro y daba
la impresión de haber estado revestida
de una fina capa de plomo.
En ese año (1939), el arqueólogo
alemán Wilhelm König, entonces a
cargo del Laboratorio del Museo
Estatal de Bagdad, lo identificó como
una probable pila eléctrica. Describió
su hallazgo en el 9 Jahre Irak,
publicado en Austria en 1940. El primer
análisis de este objeto consistió en
introducir en su interior un electrolito,
y conectarle una lámpara, que se
encendió muy débilmente. El informe
oficial que se redactó después decía
que este objeto se comportaba
exactamente igual que una pila
eléctrica moderna.
De regreso al Museo de Berlín
(Alemania), König relacionó el
descubrimiento con otros cilindros,
varillas y tapones de asfalto similares
provenientes de Mesopotamia; todos
ellos con varillas delgadas de hierro y
bronce. Le pareció que estas “baterías”
se habrían podido unir en serie (una
detrás de otra) para aumentar el
voltaje producido.
Después de la Segunda Guerra
Mundial, Willard Gray, ingeniero en
electrónica del Laboratorio de Alto
Voltaje, de la General Electric Company,
de Pittsfield (Massachussets, EE. UU.),
fabricó un duplicado de estas baterías
y las llenó con sulfato de cobre
(aunque declaró que se podría haber
usado otro líquido electrolito al alcance
de los habitantes de Iraq de la época:
zumo de uva corriente). La pila
funcionó y generó entre uno y dos
voltios.
Gray dijo que introdujo además una
estatuilla de plata, que en dos horas se
volvió dorada. Según él, había
demostrado que la batería funcionaba,
y que su probable uso era de restaurar
objetos de plata.
Para König y Gray no había nada más
fácil que afirmar que estos recipientes
eran pilas. Sin embargo, la hipótesis de
las pilas es insostenible: no se
encontraron restos, ni siquiera trazas,
de ningún electrolito dentro de los
cilindros de cobre. Si estos recipientes
se hubieran utilizado como
generadores de tensión, deberían
haber contenido algún electrolito, el
cual, aunque hubiese pasado mucho
tiempo, se habrían podido detectar en
la actualidad. Además, tampoco se
encontró el alambre necesario para
hacer uso de las pilas.
El hecho de que al agregar sulfato de
cobre como electrolito se haya
generado una diferencia de potencial
de 1,5 V, no implica que realmente se
hubiesen utilizado como baterías, ya
que cualquier otro recipiente que
contenga dos metales puede generar
una tensión eléctrica mínima si se le
agrega algún elemento electrolítico.
El experimento del ingeniero Willard
Gray (galvanizar en dos horas una
estatuilla de plata con electrolito de
zumo de uva) resultó ser falso. La pila
de Bagdad podría haber generado
como máximo 10 mA. Entonces para
depositar 10 g de oro teóricamente
serían necesarios casi 6 días de trabajo
continuo (y 10 días para depositar 10 g
de plata). En la práctica este tiempo se
puede duplicar o triplicar.
Aquellos que consideran que este
artefacto era efectivamente una pila
eléctrica, la califican de oopart
(acrónimo en inglés de out of place
artifact: artefacto fuera de lugar). Los
escépticos en cambio piensan que el
jarrón sólo servía para guardar
pergaminos y cosméticos.