En la novela de Aldous Huxley “Un 
 mundo feliz” (Brave new world), 
 publicada originalmente en 1932, la era 
 “Fordiana” en la que viven se marca 
 por la primera fecha de fabricación 
 (1908) del Ford T. Exactamente la 
 acción comienza en el año 632 
 después de Ford (este Ford es Henry 
 Ford, empresario americano), que 
 correspondería con nuestro 2.540 
 después de Cristo. 
 Ford, alter ego de dios, hace en 
 realidad referencia al industrial 
 americano Henry Ford, fundador de la 
 Ford Motor Company, y padre de las 
 cadenas de producción modernas 
 empleadas para la producción masiva. 
 La introducción del Ford T en el 
 mercado del automóvil, en 1908, 
 revolucionó el transporte y la industria 
 en los Estados Unidos. 
 Además fue un inventor prolífico, y una 
 de las personas más ricas del mundo. 
 A él se le atribuye el Fordismo, sistema 
 que se desarrollo entre finales de los 
 años treinta hasta los setenta y que 
 creó mediante la fabricación masiva 
 automóviles de bajo coste gracias a la 
 producción en cadena, con mucha 
 maquinaria especializada y un gran 
 número de trabajadores en plantilla. 
 Eso sí, busco mejorar el nivel de vida 
 de los trabajadores, ya que pensaba 
 que teniéndolos contentos trabajarían 
 mejor, siendo pues uno de los 
 pioneros en el estado de bienestar a 
 través de la sociedad de consumo. 
 No es de extrañar pues que este señor 
 sea tan importante en la sociedad 
 creada por Huxley: él fue de los 
 primeros en darse cuenta de que no 
 sale rentable tener esclavos, porque 
 tarde o temprano se rebelan, es 
 mucho mejor tener trabajadores, 
 contentos, felices, plenos y 
 consumidores. 
 El estado del bienestar es una 
 invención suya, y el mundo feliz no es 
 ni más ni menos que la máxima 
 expresión de ese estado del bienestar. 
 Pero no deja de ser curioso e irónico 
 que sea un científico práctico, un 
 inventor, como Ford, el líder espiritual 
 de esta sociedad, hasta el punto de 
 anular la medición tradicional del 
 tiempo en occidente, basada en el 
 nacimiento de Jesús, sustituyéndola 
 por la fecha en la que salió el primer 
 Ford T. Es curioso que hasta la misma 
 “T” se convierta en un símbolo que 
 sustituye a la cruz. 
 El estado mata a dios y le extirpa sus 
 poderes: ahora tiene la omnipresencia, 
 la omnipotencia…y la eternidad. 
