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FRINÉ O EL JUICIO A LA BELLEZA Y LA DESNUDEZ

Friné es el apodo de una famosa
hetaira griega célebre por su belleza.
Nació en Tespias en el año 328 a. C.
con el nombre Mnésareté, que en
griego antiguo significa algo asi como
'conmemoradora de la virtud', muy
lejos del significado de su apodo, ya
que Friné parece que puede traducirse
por "sapo".
Las hetairas griegas eran una especie
de cortesanas, una forma de compañía
sofisticada mezclada con prostitución.
Hubo otras hetairas famosas como
Targelia, Tais o la renombrada Aspasia,
compañera durante mucho tiempo del
político ateniense Pericles. En cualquier
caso las hetairas estaban mucho mejor
consideradas que las simples
prostitutas, asi Demóstenes decía:
'Nosotros tenemos compañeras
(hetairas) para la voluptuosidad del
alma y prostitutas (pailakas) para la
satisfacción de los sentidos; mujeres
legítimas para darnos hijos de nuestra
sangre y llevar nuestras casas...'
La hetaira era pues, una mujer
cultivada, de notable inteligencia y
charla agradable que compartía los
momentos de ocio con los atenienses.
La mayoría de ellas habían sido
educadas cuidadosamente en
disciplinados colegios donde se les
enseñaba, gimnasia, danza, pintura,
música, poesía etc. Eran algo asi como
Geishas pero en versión griega.
Ateneo, el famoso gramático griego,
escribió en su momento sobre Friné:
'Era bella sobre todo en aquello que
no se ve'. Y es que difícilmente podía
vérsela en los baños públicos y
sólamente una vez en las fiestas de los
misterios de Eleusis se bañó desnuda
en el mar y luego, a la vista de todos
los asistentes, salió de las aguas. La
leyenda dice que el pintor clásico
Apeles se encontraba allí en ese
momento y se inspiró en Friné para su
'Venus Anadiómena', es decir, su
Venus saliendo de las aguas. El pintor
polaco Henryk Siemiradzki tiene un
cuadro precioso inspirado en tal
momento.
Friné era la amante y musa favorita de
Praxíteles, quien se inspiró en ella para
la creación de varias esculturas de la
diosa Afrodita, entre ellas muy
posiblemente la Venus de Medicis. Se
cuenta que Praxíteles le ofreció a Friné
como pago de sus servicios, la
escultura que ella quisiera de las que
él tenía en su estudio. Friné no sabía
de arte y no se veía capaz de decidir
cuál era su mejor pieza, así que urdió
un plan. Dio instrucciones a un
sirviente para que durante una cena,
irrumpiera diciendo que el estudio
estaba en llamas. Praxíteles exclamó:
«¡Salvad mi Eros!». Así ella supo que
aquella era la mejor obra y fue la que
exigió acto seguido, obsequiándola
luego a Tespias, su ciudad natal.
Pero si Friné era bella, recatada e
inteligente también era
extraordinariamente ambiciosa en
todo aquello que se refería al dinero.
Gracias al trato con los hombres más
poderosos y ricos de su época amasó
un capital tan enorme que se dice que
cuando Alejandro destruyó Tebas,
quiso reconstruirla con su fortuna a
condición de que campeara en la
puerta principal de la ciudad la
siguiente inscripción: 'Alejandro la ha
destruido, Friné la ha reconstruido'.
Siempre según la leyenda, los tebanos
no aceptaron la proposición de la
hetaira.
Pero si por una cosa ha pasado Friné a
la historia es por el famoso juicio al
que fue sometida. Esta bella mujer fue
acusada de impiedad, un delito muy
grave en Grecia (recuérdese que fue el
delito por el que se sentenció a muerte
a Sócrates), a causa de su continua
comparación con la diosa Afrodita,
comparación debida por supuesto a su
belleza, y ciertamente como ya hemos
visto, algunos de los más famosos
artistas de la antigüedad la tomaron
como modelo para sus visiones
artísticas de tal divinidad. Otra de las
graves acusaciones que sobre Friné
pesaban era la de haber violado el
secreto de los Misterios eleusinos. Por
petición de Praxíteles, durante el juicio
fue defendida por el orador Hipérides.
Este fue incapaz de convencer a los
jueces con su discurso, así que, como
último recurso, recurrió al amor y a la
belleza e hizo desnudarse a Friné ante
los jueces, convenciéndoles de que no
se podía privar al mundo de tal belleza,
la cual era un monumento vivo a la
diosa y que por tanto era justo que
con ella se la comparase. Con esta
estrategia, consiguió conmover a los
jueces, quienes la absolvieron de
manera unánime.
Parece que hace más de dos mil años
las personas eran más sensibles a la
belleza de la desnudez, en su sentido
estético, que hoy día. No hay duda de que
como decía aquella frase " La belleza
reside en los ojos del que mira", pero
tambien la suciedad y el pecado.

El cuadro que acompaña el texto
recoge el momento ya relatado en que
Friné queda desnuda ante el tribunal
que la juzgaba. "Frine ante el
Aeropago" (1861) obra de Jean-Leon
Gerome (1824-1904) y que se
encuentra expuesta en el Museo
Khunstalle de Hamburgo (Alemania)