29/10/13

LA MUJER MÁS BESADA DE LA HISTORIA

Millones de personas alrededor del
mundo han aprendido reanimación
cardiopulmonar o RCP en un maniquí
conocido como Resusci Anne. ¿Quién
era esa bella mujer del siglo XIX que
sirvió de modelo?
El taller Lorenzi es un pequeño
refugio de paz y de la antigüedad en
el concurrido suburbio parisiense de
Arcueil. Y es el último de su tipo.
Abajo, los mouleurs o fabricantes de
máscaras, crean figuras, bustos y
estatuas vertiendo yeso en moldes de
la misma manera en que lo han
hecho desde que empezó este
negocio familiar en la década de
1870.
Pero para estar cara a cara con la
historia, hay que subir por unas
escaleras de madera polvorientas y
llegar a un cuarto sobre el taller.
Es una experiencia inquietante.
Colgando en el estrecho ático hay
máscaras de poetas, artistas, políticos
y revolucionarios: Napoleón,
Robespierre, Verlaine, Victor Hugo… la
cara robusta, impaciente en vida de
Beethoven así como el cetrino y
disminuido rostro en la máscara de la
muerte del compositor.
Sin embargo, sorprendentemente, de
todos los grandes personajes
expuestos en el ático de Lorenzi, la
máscara más popular es la de una
joven. Tiene una cara agradable y
atractiva, con la insinuación de una
sonrisa en sus labios. Sus ojos están
cerrados, pero parece como si tal vez
se fueran a abrir en cualquier
momento. Es la máscara de alguien
sin nombre. Se le conoce
sencillamente como la Inconnue, la
desconocida del Sena.
En algún momento de finales del
siglo XIX, el cuerpo de una joven que
se había ahogado fue recuperado del
río Sena. Como era costumbre en
aquellos días, su cuerpo fue expuesto
en la funeraria de París, con la
esperanza de que alguien la pudiera
reconocer e identificar. Al patólogo
de turno le fascinó tanto el rostro de
la chica de la sonrisa enigmática que
le pidió a un fabricante de máscaras
que hiciera un molde de yeso de la
cara.
Poco después, la máscara empezó a
aparecer a la venta y la cara de la
joven se convirtió en una musa para
artistas, novelistas y poetas, todos
ávidos de tejer identidades
imaginarias e historias alrededor de
la misteriosa mujer, la Mona Lisa
ahogada.
A lo largo de los años el poeta y
novelista austríaco Rainer Maria Rilke,
el francés Louis Aragon, el artista
estadounidense Man Ray y el
novelista ruso Vladimir Nabokov
cayeron bajo el hechizo de la
Inconnue sucesivamente y en un
momento no había salón europeo a la
moda que estuviera completo sin una
máscara de la Mona Lisa ahogada en
la pared.
Una de las primeras historias en la
que aparece es la novela de 1899 "El
adorador de la imagen” de Richard le
Gallienne, que retrata la máscara
como una fuerza malévola que
hechiza y finalmente destruye a un
joven poeta.
Otros autores han sido más amables.
Muchos de ellos narran la historia de
una joven inocente del campo que
llega a París, es seducida por un
amante rico y luego abandonada
cuando queda embarazada. Sin nadie
a quien recurrir, se tira a las aguas
del Sena, como una Ofelia moderna.
En la funeraria, su rostro hermoso,
ahora pacífico en la muerte, se
conserva para siempre con un molde
de yeso.
Fue otro ahogamiento -o casi
ahogamiento- el que le aseguró a la
Inconnue un lugar en la historia
médica.
En 1955 Asmund Laerdal salvó la vida
de su hijo, Tore, sacando el cuerpo
sin vida del niño del agua justo a
tiempo y despejando sus vías
respiratorias. En aquel momento, el
noruego Laerdal era un exitoso
fabricante de juguetes, que se
especializaba en la producción de
muñecas y modelos de coches con un
nuevo tipo de plástico suave.
Cuando le pidieron que hiciera una
herramienta para usar en la
enseñanza de una nueva técnica de
resucitación llamada RCP
(reanimación cardiopulmonar) -la
combinación de compresiones y el
beso de la vida que puede salvar la
vida de un paciente cuyo corazón ha
dejado de palpitar-, la experiencia
con su hijo unos años antes lo hizo
muy receptivo.
Desarrolló a un maniquí de torso o
cuerpo entero que simula a un
paciente inconsciente que requiere
RCP.
Laerdal quería que su maniquí
tuviera un aspecto natural. Y le
pareció que una muñeca femenina
sería menos amenazante para los que
se estaban formando en las artes de
la resucitación.
Recordaba una máscara que colgaba
en la pared de la casa de sus
abuelos, así que decidió que la
Inconnue del Sena sería la cara de
Resusci Anne, como se llama el
maniquí.
Así que si usted es una de las 300
millones de personas que han sido
entrenadas en RCP, probablemente
ha tenido sus labios presionados
sobre los de la Inconnue.